De todos los componentes de nuestro equipo relacionado con la seguridad, el casco posiblemente es uno de los más críticos pero al que a menudo dedicamos insuficiente tiempo para informarnos y más bajo presupuesto. ¿Vemos en qué hay que fijarse?
1) Carcasa completa
Desde hace apenas 3 años buena parte de los cascos de gama alta o teóricamente más avanzados no incluyen carcasa completa de plástico duro, siendo una parte importante de su exterior de polipropileno expandido (EPP). Esto mejora la absorción del impacto del choque cuando la cabeza golpea la roca, pero no resulta tan resistente si nos cae una roca encima. Aunque lo lógico sería destinar estos cascos de carcasa parcial sobre todo a actividades en las que priman impactos laterales y caídas más o menos controladas –como en escalada deportiva o de rocódromo- están teniendo una gran aceptación en el mundo del alpinismo y el la escalada en hielo, por su ligereza y diseño vanguardista. La mayoría de los test especializados divulgados en Internet y publicaciones en papel obvian tan importante limitación, otorgando la máxima puntuación en sus comparativas. Sin embargo, cuando puedan caernos piedras encima o si buscamos longevidad, los cascos con carcasa completa, normalmente de policarbonato y comprendida entre los 0,5 y los 2 milímetros, resultan más recomendables/seguros.
2) Estabilidad
Colócate el casco, ajusta su regulación perimetral y cierra la cinta yugular. Golpea frontal, lateral y posteriormente el casco, si se desplaza demasiado tiene una estabilidad reducida ¡no lo compres! Ésta es posiblemente la prueba más desconocida entre escaladores, barranquistas y aficionados a las vías ferratas.
3) Talla correcta
Para adultos existen habitualmente dos tallas y debes comprobar que una vez regulado y sin cerrarte la cinta yugular, el casco se sujeta bien por sí solo aunque inclines la cabeza bocabajo. Hay cascos especialmente pensados para mujeres, tanto por su geometría craneal como por adaptarse mejor a un cabello más voluminoso. Los niños pequeños deben llevar un casco específico, no uno de adulto de talla pequeña que podría inclinárseles hacia atrás y asfixiarles.
4) Absorción de energía
Desde hace apenas dos años se ha producido un importante avance en el mundo de los cascos de escalada, proveniente del mundo del esquí. El MIPS se basa en una carcasa intermedia flotante y de plástico fino, que al girar independientemente del exterior absorbe mejor fuerzas rotacionales y de impactos laterales, disminuyendo el riesgo de lesiones cerebrales. El MIPS encarece el casco entre 30 y 70 euros, y ya existe incluso en cascos infantiles. En general hablamos de cascos de precios más elevados que los habituales: de 100 a 170 euros frentes a los 40 a 85 euros de los más utilizados.
5) Cobertura
La geometría exterior del casco condiciona qué partes del cráneo quedan más protegidas, siendo la zona frontal de superficie similar en la mayoría de los cascos y apreciándose coberturas diferentes en laterales o nuca en función del modelo. Por lo general los cascos menos voluminosos cubren más escasamente nuestro cráneo y pese a resultar más estéticos o “modernos” no ofrecen una protección idónea.
6) Regulación y ajustes
Debes poder regular perimetralmente el ajuste del casco accionando el ajuste en nuca sin necesidad de quitarte el casco. Tanto si es de tipo rueda, pestaña deslizante o hebilla sobre cinta estrecha, asegúrate de que no incluye elementos cortantes o frágiles. Las hebillas magnéticas en la cinta yugular facilitan el abrochado, pero pueden impedir el bloqueo del cierre si se interpone tierra o hacer creer erróneamente al usuario que se ha completado la operación.
7) Ventilación
Los cascos actuales están mucho más ventilados que los tradicionales, lo que permite su uso cómodo en temperaturas superiores a +25ºC (cada vez más habituales en países mediterráneos como el nuestro). Sin embargo, en algunos casos esos orificios son tan grandes que podría colársenos alguna piedrecilla y herirnos, situación especialmente factible si escalamos en paredes de caliza de varios largos.