Este sencillo accesorio textil de geometría tubular sirve para muchas más cosas de las que aparenta. Descubre con nosotros cómo sacarle provecho
SU ORIGEN Y EVOLUCIÓN
A mediados de los 90 Joan Rojas, cansado de pasar frío durante los trayectos en moto en Igualada (Barcelona) creó un accesorio tubular y sin costuras que mejoraba significativamente las “cuelleras” o bragas tradicionales. Enseguida quienes frecuentábamos la montaña pudimos comprobar que se trataba de un tejido más fino, elástico y muy transpirable (se podía respirar a través de él cuando había que taparse nariz y boca ante el frío intenso), y por lo tanto más útil para diferentes situaciones.
Enseguida se comercializan combinando dos tejidos diferentes –parte inferior en forro polar y superior en tejido fino de poliéster elástico- o incluso opciones totalmente cortavientos (Windstopper de Gore). Rápidamente surgen imitaciones más económicas, pese a que el BUFF® es un producto bastante asequible, opciones de limitada calidad que no son elásticas en cuatro direcciones ni incluyen lycra, con peor tacto, menos durabilidad, secado más lento y a menudo procedente de firmas sin compromiso alguno con la sostenibilidad medioambiental.
PRINCIPALES USOS
- Además de sus usos más conocidos o evidentes, se suman otras también útiles. Éste es un recopilatorio:
- Protección del frío (ver más adelante “El test de un médico”), según como lo coloquemos en cuello+boca y/o nariz o en la cabeza
- Protección del sol en la cabeza cuando carecemos de gorra, factor 50.
- Protección del viento, interesante con ventisca o viento cargado de polvo/arena.
- Para secarse el sudor de la frente cuando caminamos, enrollado en la muñeca.
- Prefiltrado de emergencia para agua con tierra o insectos (para posterior potabilización con filtros o pastillas).
- Paño antiquemaduras para tazas o cazos calientes cuando cocinamos en montaña.
- Cinta de fortuna para cerrar una colchoneta.
EL TEST DE UN MËDICO
En enero de 2022, Kepa Lizarraga, médico de la Federación Vizcaína de Montaña, cirujano y especialista en medicina de la educación física y el deporte, ha realizado una interesante prueba aprovechando el mes continuado de frío. Ha medido la diferencia de temperatura del aire “atrapado“ en un BUFF® y la del exterior. Kepa realiza una prolongada y meritoria divulgación de aspectos médicos de montaña en sus redes sociales, y ha comprobado que el aire que llega a los bronquios a través de un BUFF® es veinte grados más templada que en el exterior. Sus pruebas se realizaron a una temperatura exterior que oscilaba entre los 2,9 y los 3,2ºC con respiración exclusivamente nasal. Kepa aclara: “En la prueba hemos visto que la temperatura del aire entre la cara y el Buff no ha sido estable, sino que disminuye en cada inspiración, al entrar aire frío de la calle, y aumenta en cada espiración, al expulsar el ya templado en el interior de los pulmones. Las medidas que hemos grabado oscilan en torno a 26ºC al inspirar, y entre 31ºC y 32ºC al espirar.”