Las cuerdas son ese hilo misterioso que nos sujeta a la vida y que lógicamente ejercen una fascinación poderosa entre quienes se inician a la montaña. Los cordinos (cuerdas auxiliares de diámetro inferior) han sido pensados para usos muy concretos, no siempre bien comprendidos. Te explicamos de una forma técnica pero comprensible la media docena de opciones distintas.
1) Cuerdas dinámicas para escalada en roca, alpinismo y montañismo. Concebidas para detener caídas en el vacío y absorber parte del choque, son de poliamida y longitudes muy variables. Las más utilizadas son de 60 a 70 metros, aunque existen de 30 a 100 m. En escalada deportiva y ferratas con inexpertos o niños suele utilizarse una sola y de unos 9,5 milímetros de diámetro, en escalada clásica o alta montaña resulta más común usar dos cuerdas a la vez pero más finas: 8 a 8, 5 milímetros. Una variante es la cuerda corta de “randonnée” (excursionismo), de unos 30 metros y 8 milímetros que puede emplearse en simple para trepadas, crestas fáciles y pendientes suaves de nieve o neveros, con las precauciones que estipule
2) Cuerdas semiestáticas. Fabricadas también en poliamida pero con sus filamentos trenzados de forma diferente para evitar un excesivo alargamiento cuando rapelamos o ascendemos por la propia cuerda. Muy utilizadas en barranquismo, espeleología y montaje de tirolinas en campamentos. No están destinadas a detener caídas en el vacío. El diámetro más común se sitúa entre los 9,5 y 10 milímetros.

3) Cuerdas estáticas. Hechas en poliéster, no suelen utilizarse en montaña (excepto expediciones al Himalaya). No están certificadas/homologadas para uso deportivo, sólo para industria. En general de 10 a 11 milímetros.
4) Cordino estándar de poliamida, semiestático. El más popular es el de 7 milímetros, que cuesta entre 1,5 y 2 euros el metro. Aunque supera los 1.000 kilogramos de resistencia no sirve para asegurar en crestas, pese a representar una alternativa económica a cuerdas dinámicas de similar diámetro. Su uso más habitual es confección de anillos alrededor de un anclaje natural (por ejemplo un árbol) o unión de anclajes de una instalación de rápel.
5) Cordino de aramida (tipo kevlar), estático. El más común es de 5,5 mm para hacer nudos de autoaseguramiento en rápel y enhebrar puentes de roca. En torno a los, 4,50 euros/metro, resiste unos 2.000 kilogramos y en madejas de 50 y 60 metros se está empleando como cordino auxilar de recuperación durante un rápel (uso experto).

6) Cordino de Dyneema o HMPE (polietileno de alta densidad), muy estático.
Caro y extremadamente ligero –unos 22 gramos/metro- es utilizado por guías profesionales en travesías de glaciares y rescates improvisados por caída en grietas. Personas muy experimentadas pueden realizar con ellos rápeles puntuales, siempre que no existan aristas cortantes. Por su mínimo volumen ha sido aprovechado por alpinistas de élite en actividades de alto nivel, pero se desaconseja su uso al público en general, pese a que su mínimo volumen y resistencia superior a una tonelada resultan tentadores.
ADVERTENCIAS: es peligroso utilizar cuerdas y cordinos de forma autodidacta y sin la supervisión directa de una persona experimentada. Evita la compra de marcas desconocidas en las grandes plataformas de venta on line, pues en algunos casos el producto no está homologado o resiste mucho menos de lo declarado.