"¿Y qué me llevo al Camino?” Esa es una de las grandes preguntas peregrinas que te harás antes de iniciar la marcha. No te preocupes, que te ayudamos a prepararte y a preparar tu mochila. ¡Sigue estos pasos!
1. Antes de llenar la mochila, mira en qué época del año lo vas a hacer, porque dependiendo de eso, tendrás que llevar un tipo de ropa y calzado. Así que elige estación, mira el mapa del tiempo a ver las posibilidades de precipitaciones para llevar la ropa adecuada a la estación. No es lo mismo hacer el Camino en verano que con temperaturas bajas o en temporadas de mucha lluvia.
2. El calzado, el elemento más importante del equipo peregrino. Es fundamental que no estrenes calzado antes de la marcha, lo más probable es que te produzca rozaduras. Tienes que haber “domado” antes el calzado que vayas a llevar, que estés cómodo con él. ¿Botas, zapatillas de trekking, sandalias? Para el Camino no necesitas llevar unas botas técnicas de alta montaña: el terreno no es muy técnico, y lo que necesitas es ligereza y sobre todo transpiración. Así que mejor unas botas de media caña o bajas, o unas zapatillas de trekking, ligeras y transpirables, y mejor con membrana Gore Tex (impermeable y transpirable). Las sandalias te las recomendamos sólo si son técnicas y llevan plantilla interior anatómica. Llevar unos buenos calcetines técnicos es también muy importante, como ya te hemos dicho.
3. Hay que ir lo más ligeros posible. La regla de oro es no llevar encima más de un tercio de tu peso corporal, pero en el caso del Camino, es fundamental llevar lo imprescindible para no ir cargados cuando vamos a tener que caminar tantos kilómetros durante varios días, ya que puedes causarte lesiones en la espalda, rodillas... Repetimos: lleva lo imprescindible, si no, en ruta te acordarás del “meto esto por si acaso…” de cuando preparabas la mochila. Los avances tecnológicos en la composición de prendas de vestir y accesorios facilitan la posibilidad de viajar muy ligeros de peso y llevar lo básico. Por ejemplo, es preferible llevar un equipo de ropa de repuesto y lavarlo cada día en los albergues, y así no tener que llenar la mochila con camisetas, chaquetas, impermeables, etc. Además, no tienes que llevar la comida o el equipo de dormir encima necesariamente, ya que en las poblaciones del Camino hay albergues y otros establecimientos donde poder dormir y comer.
4. Decide primero la mochila que vas a llevar y luego el contenido. Un error común de los principiantes es colocar todas los accesorios: camisas, pantalones, mallas, chaquetas, gorros, guantes, gafas, objetos fetiches, libros, bolsitas de aseo, cremas, fotos de familia, pañuelos, móviles, calzados, esterilla, saco de dormir y el resto de cosas que creen que son “imprescindibles” para un gran viaje de varias semanas encima de la mesa; y luego buscan un gran macuto donde poder meter todo. El truco es decidir primero la mochila, que sea ligera, anatómica y como mucho de 30 litros. Después elegir lo que es verdaderamente imprescindible. La decisión de la capacidad dependerá del tamaño del saco de dormir. Uno de los grandes mitos del Camino es renunciar a los recursos fáciles que nos proporcionan los bienes materiales y agudizar el ingenio para conseguir llegar a Santiago con la voluntad fortalecida.
5. Llega el momento de llenar el macuto. Es posible quedarse sin litera en algún albergue. En los meses de verano es muy probable y conviene llevar una esterilla y un saco para dormir en cualquier parte, como un prado, el pórtico de una iglesia, una tienda de campaña o el establo de un campesino amable.