Los 5 problemas más habituales con el calzado

¿No tienes a veces la sensación de que cada vez más se nos muestra la montaña como un terreno maravilloso en el que nuestro equipo nunca da problemas? Te contamos sin rodeos qué puede sucederte a veces con el calzado

Tino Nuñez

5 problemas habituales con el calzado
5 problemas habituales con el calzado

Si algo caracteriza la mayoría de la divulgación sobre el equipo o material de montaña que se realiza estos últimos años es un exceso de optimismo. El usuario final de un producto es visto más como alguien a quien convencer rápidamente que cómo una persona que necesita un asesoramiento menos comercial y más realista … ¡y el calzado es uno de los artículos que más problemas puede darte!

1. AMPOLLAS
Una zapatilla o una bota que “baila” al caminar durante más 2 horas producirán casi indefectiblemente ampollas. Podrás disminuir el riesgo si empleas calcetines con un rizo más largo y tupido (lo que no siempre es aconsejable si la temperatura se acerca o supera los 30ºC) o cambias la plantilla por una más gruesa tipo gel. No suele haber problemas significativos si llevas un calzado medio número más del habitual, lo que suele conllevar de 3 a 4 milímetros adicionales, pero un número o número y medio por encima aumenta la movilidad y tendrás que renunciar a llevarlo. Comprar el calzado en un punto de venta on line en vez de una tienda física o probarlo en días fríos aumenta tus posibilidades de equivocarte.

2. ROZADURAS
Las rozaduras por compresión de la piel por un punto duro del interior de tu calzado –por ejemplo una costura en la caña o el pliegue entre la puntera y el inicio de lengüeta por flexión natural al caminar- pueden resultarte muy dolorosas, aunque no te produzcan ampollas. Puede ocurrir por un mal diseño del modelo o porque tras un uso intensivo alguna parte más rígida o puntiaguda sobresalga del acolchado parcialmente desgastado o roto.

3. CAÍDAS
Una suela insuficientemente adherente quizá te provoque una caída en el momento más delicado de un recorrido. Si bien la mayoría de las gomas son suficientemente seguras en terreno seco, no puede afirmarse lo mismo en terreno mojado, particularmente en el caso de las zapatillas ligeras. También los tacones estrechos y sobre elevados varios milímetros más de lo habitual causan una pisada poco estable y un tanto “tuerce tobillos”, que no siempre se detecta en los a menudo demasiado apresurados test que se divulgan en redes sociales por parte de patrocinados o aficionados con pretensiones.

4. DOLOR EN LA PLANTA DEL PIE
Cuando utilizamos calzado blando o semiblando en terrenos agresivos (por ejemplo muy pedregosos) o vamos muy cargados con una pesada mochila podemos sufrir metatarsalgia. Una presión excesiva y mantenida en los metatarsianos (los huesos largos que anteceden nuestros dedos) provoca dolor e inflamación. Necesitarás un calzado más duro o cambiar la plantilla por una de mayor calidad, con una base que absorba mejor los impactos y con mejor soporte en el arco. Gran parte del calzado a la venta actualmente incluye de serie plantillas económicas, de bajo espesor y excesivamente blandas.

5. RESBALAR EN LA NIEVE
Muchos de los resbalones en la nieve, con diferentes consecuencias según el entorno, se producen por utilizar calzado ligero con taqueado muy poco profundo –sólo 3 o 4 milímetros- o demasiado blando (la falta de rigidez impide una penetración adecuada o incluso que salte un crampón durante una actividad en glaciares o pendientes de nieve). Si frecuentas la alta montaña invernal o estival (en la que subsisten neveros incluso los años más cálidos) no es una buena idea enfrentarse a un tramo inclinado con calzado inadecuado, por muy cómodo que te resulte en altitudes inferiores.