En las montañas vamos guiados por un impulso irresistible y muchas veces inexplicable, somos víctimas de un encanto que no llegamos a comprender, nunca encontramos la respuesta definitiva al estímulo que nos dirige hacia un destino inútil, un lugar vacío, porque las cumbres, los collados, incluso los horizontes de las grandes sierras y cordilleras son siempre el inicio de un nuevo destino. No existe ninguna respuesta ahí arriba, aunque durante décadas el ser humano ha jugado en la ruleta de la fortuna por alcanzar los territorios libres y salvajes de todas las cimas del planeta. En la época de los pioneros por puro espíritu aventurero y afán de exploración, por llevar los límites de los territorios cómodos, seguros y conocidos un poco más lejos. Ahora un sector del montañismo se ha convertido en un circo económico y mediático, un producto de masas que se acumulan en cimas concretas y paisajes comercializados mediante una etiqueta de coleccionistas. Y si existe es porque la sociedad actual necesita este tipo de aventura ficticia, y digo “aventura” porque cualquier actividad en la montaña, en el estilo que se lleve a cabo, no está libre de riesgos y se cobra vidas.
Todas las cordilleras y serranías del planeta están repletas de lugares bellos y montañas fascinantes, los paisajes son hermosos y los acontecimientos ambientales son extraordinarios en cualquier altitud y latitud. Las cosas que ocurren en el reino del montañismo deportivo siempre aportan emociones interesantes, recrean los sentidos y proporcionan experiencias inolvidables, incluso cuando la montaña se convierte en un infierno estremecedor dispuesto a quitar la vida de cualquier alma humana que penetre en su imperio. La clave es la actitud, la forma que usa cada montañero para buscar su destino, fuera de las manipulaciones mediáticas o comerciales, se trata de escuchar la llamada particular de “nuestra montaña” y viajar hacia ella, sin pensar en la altura, la fama del pico o el grado de dificultad, si es “nuestra montaña” ese día o en esa expedición hay que buscar el “destino inútil” en ella porque no hay nada que nos haga más felices que seguir nuestro propio camino hacia el mejor de nuestros sueños.
Sigo probando material y equipo para el viaje ciclomontañero en los volcanes de Atacama. Una pieza importante es la mochila. Desde que baje del avión en Calama, hasta que vuelva de nuevo al aeropuerto para regresar a casa, la mochila será una parte nueva de mi cuerpo constantemente y necesito acostumbrarme al bulto en la espalda. He elegido la Hotoka 26 de Shimano, que está fabricada especialmente para este tipo de aventuras ciclistas y tiene buena capacidad. Además de usar la mochila en varias rutas de ciclismo de montaña con todo tipo de firmes he probado la Hotoka en esquí de travesía, como macuto de montaña tradicional, y ha funcionado perfectamente teniendo en cuenta que no está diseñada para montañismo invernal. No lleva porta piolet ni porta esquís, pero la finalidad es acostumbrarme al macuto y familiarizarme con sus sensaciones cuando está cargado.
La mochila Hotaka 26 es cómoda, ligera y muy funcional, dispone de bolsillos repartidos por arriba, los lados y por abajo, para llevar cositas distribuidas por todas partes, hasta tiene un enganche específico para las gafas en una de las hombreras. Un bolsillo que me ha gustado mucho es el que está en la parte trasera inferior, que suele ser habitual en otros modelos de mochilas Shimano. En la Hotaka se puede utilizar individual, con bastante capacidad para ropa, comida o una cámara de fotos, y también puede formar parte del espacio global de la mochila mediante una cremallera interna, un detalle muy bien pensado.
La capacidad de 26 litros es adecuada para rutas largas, cicloturismo y en temporada invernal, cuando conviene llevar ropa de abrigo y bastante avituallamiento. Nunca he sido partidario de llevar mochilas “grandes” cuando monto en bicicleta porque son incómodas, el peso termina molestando, las hombreras presionan demasiado y en las zonas pedregosas y bacheadas la mochila cargada golpea en la espalda, pero todo esto era en otros tiempos, cuando los fabricantes no se preocupaban de hacer productos con una finalidad determinada. Y también porque muchas veces usaba mochilas de montañismo cuando necesitaba un macuto de mayor capacidad en rutas de larga distancia o para ciclomontañismo. Y son actividades diferentes que requieren productos distintos. La Hotaka está diseñada específicamente para pedalear con ella encima cuando está cargada de forma razonable. Las hombreras están curvadas para un ajuste anatómico en el pecho y la rejilla que está en contacto con la espalada tiene el sistema Air Mesh, que proporciona una ventilación muy reconfortante cuando las temperaturas son altas.
En la parte exterior lleva un gran bolsillo del tipo tapa de araña con cuatro enganches elásticos y ajustables en los laterales de la mochila, que sirven para comprimir el contenido según las necesidades. La banda de la cintura es ancha y reduce bastante la carga del peso sobre las hombreras. Y tiene un bolsillo en cada lado de fácil acceso con bastante capacidad para barritas, geles, el móvil y accesorios pequeños de uso rápido.
En la expedición de los volcanes de Atacama y el Nevado Ojos del Salado llevaré la Shimano Hotaka cargada con las cosas del equipo de mayor volumen y menos peso, como la ropa de altitud y el saco de dormir. Y con toda seguridad cambiaré el reparto de pesos y accesorios en los diferentes momentos de la aproximación y durante cada una de las ascensiones, dependiendo de la dirección del viento y la necesidad de cargar la bicicleta en algunos tramos de las subidas por las laderas de los volcanes.
Detalles
- Distribución acertada de los bolsillos y departamentos.
- Rejilla Air Mesh en el apoyo de la espalda.
- Cómoda, ligera y funcional.
- Hombreras anatómicas para facilitar la posición de pedaleo.
- Tejido de alta calidad.
- Posibilidad de acoplar un sistema de hidratación.