1.300 kilómetros de paleo por Canadá y Alaska: así se las han gastado Hilo Moreno y Daniel Requena para conectar los ríos Eagle, Bell, Porcupine y Yukón en una actividad exploratoria a la vieja usanza.
Con todo su equipo sobre la canoa, la Mirada siempre al frente y el deseo de contacto con la naturaleza y los pueblos que alberga en consonancia con ella. La Yukoon Expedition 2012, proyecto exploratorio por el Gran Norte a manos (callosas del remo) de Hermegildo Hilo Moreno y Daniel Requena Lambert, llegaba a buen puerto, el de Dalton Bridge, tras recorrer más de un millar de kilómetros por las traviesas aguas de cuatro ríos en un viaje increíble con el que se demuestra que Alaska mantiene un enorme potencial para la aventura y la exploración.
26 jornadas de esfuerzos, remando cerca de diez horas diarias, partiendo desde Dempster Highway (en territorio del Yukon) servían para finiquitar una experiencia que ha servido para abrir el apetito de más: Ahora se que esto es el principio de más viajes por la Alaska salvaje, a pie, con esquís, en canoa o como sea, Hilo dixit.
Para el dúo una de las partes más satisfactorias de la expedición fue el contacto con los pueblos indígenas, como el de la tribu Old Crow (en Canadá), remanentes de la cultura Gwich´in, con los que tuvieron ocasión de pescar salmón, probar la carne de caribú y disfrutar de su hospitalidad. A ellos se unirían durante su periplo tramperos, cazadores y otros moradores de la rivera con los que fue sencillo compartir esos momentos que por encima del sudor permanecen en la memoria de un viaje.
Además de lo humano, su vista pudo recrearse con la presencia de alces y caribús, su piel temer el ataque de miles de mosquitos y sus pulmones encogerse debido a algún encuentro con osos. Pero ni la naturaleza ni los imponderables pusieron trabas a su progreso: su mayor problema vino dado por los agujeros producidos en la canoa tras chocar con algunas rocas. La canoa estaba demasiado cargada y era muy pesada para las aguas rápidas. Cuando vimos los daños al final del decimocuarto día pensamos que podía ser el final del viaje, pero afortunadamente pudimos hacer la reparación con botellas de plástico y algo de pegamento, lo que aguantó hasta el final. Esos pequeños útiles salvarían una expedición en la que reconocen que los pequeños elementos son siempre indispensables, como su multiherramienta, el teléfono satélite, el spray anti-osos, el filtro de agua y, claro, una botella de tinto Rioja.
Aventura a ritmo de corrientes.
Yukón Old School
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