Deporte, espíritu competitivo y mucha pasión por parte de los organizadores, esos son los ingredientes del TDR, el Tour du Rutor, una de las pruebas de esquí de montaña más prestigiosas de Europa, y también de las más duras. Tras dos años de parón por la pandemia, del 31 de marzo al 2 de abril vuelve la “Millet Tour du Rutor Extrême 2020”, una de las pruebas de larga distancia del Campeonato Mundial de Esquí de Montaña. Las montañas de Arvier, La Thuile y Valgrisenche, en el italiano Valle de Aosta, son el escenario de esta clásica por etapas y por parejas que celebra este 2022 su vigésima edición. Y gracias a la invitación de Millet, pudimos conocer más a fondo lo que hay detrás de esta gran prueba. Nada más llegar Organizada por el Corrado Gex Ski Club de Arvier, cantera de grandes esquiadores de travesía, con la colaboración de la región autónoma del Valle de Aosta, y los municipios de Arvier, La Thuile y Valgrisench.
“Tres días de retos tocando el cielo: 75 km de fuera-pista, 40 km de ascenso, 32 km de acrobáticos descensos y 5 km de afiladas y aéreas aristas. Será realmente una competición “extrema”. Una auténtica carrera de esquí alpinismo, muy bonita de correr y fantástica para seguir como espectador”, así presentaba Marco Camandona, el director técnico de la carrera, la edición 2022. La pasión de la que hablaba al principio se palpa en el ambiente durante la presentación en el ayuntamiento de Argier, especialmente emotiva este año tras los dos sin poder celebrarse por el Covid19. Los organizadores y voluntarios de los municipios del Valle de Aosta por donde transcurre la prueba están deseosos de que den el pistoletazo de salida a esos tres días de aventura en la nieve. Y es que es un evento para el que se preparan durante todo el año. También están deseosos los atletas, no sólo los y las potentes esquiadores italianos, también la española del equipo Millet Nahia Quincoces, que llegaba a Aosta recién proclamada vencedora de La Sportiva Skimo Andorra, y que ha logrado brillantes puestos entre las cinco primeras en los últimos años en las grandes clásicas de los Alpes como Mezzalama o la Patruille des Glaciers, además de ser plata en el Mundial de 2019 en Suiza.La pasión de los organizadores del TDR y vecinos del valle de Aosta no se para aquí, este año quieren apostar fuerte por descubrir al gran público este deporte y el escenario alpino en el que tiene lugar. Es una prueba muy espectacular de ver y de vivir desde la barrera. Con este objetivo se crearán “fan zones” en el circuito para que los espectadores se puedan acercar a ver pasar a los atletas y les darán cupones para poder canjear por material de Millet.
“Tres días de retos tocando el cielo: 75 km de fuera-pista, 40 km de ascenso, 32 km de acrobáticos descensos y 5 km de afiladas y aéreas aristas. Será realmente una competición “extrema”. Una auténtica carrera de esquí alpinismo, muy bonita de correr y fantástica para seguir como espectador”, así presentaba Marco Camandona, el director técnico de la carrera, la edición 2022.
Una prueba de skimo con mucha historia
En 1995 unos jóvenes esquiadores de Arvier, entre ellos el alma del club Corrado Gex, Marco Camandona, y su amigo Guido Vuillen, en colaboración con la asosdicación olocal PRO Loco, decidieron crear el Millet Tour du Rutor, una decisión que fue parte causa de una apuesta, parte pasión y parte intención de recuperar una legendaria carrera creada por sus abuelos y celebrada en julio de 1933. Al poco tiempo de nacer el TDR logró hacerse un nombre en el calendario de pruebas de Italia. En su tercera edición el FISI npmbró al TDR prueba del Campeonato Nacional y a partir de ahí su popularidad fue creciendo paulatinamente. La cuarta edición en 1998 iba a albergar la priemra prueba de la Copa de Europa celebrada en Itaia, pero se anuló por el mal tiempo. En 2002 abrió sus puertas a la gente joven, trazando una ruta específica para los Juniors, en su décima edición dio un giro ampliando los días de competición a dos; en 2005 albergó la final del Mundial y en 2009, además de vover a albergar la prueba final de la Copa del Mundo, cambió su formato a biennial y Extreme, aumentando a tres las etapas y también el desnivel positivo acumulado a los 7.000 metros. En 2021 entró a formar parte del prestigiiso circuito La Grand Course, que forman las carreras más importantes de los Alpes y los Pirineos y cambió su nombre a Millet Tour du Rutor Extreme.Este año, en su 20 aniversario, cambia el recorrido de la primera etapa, para conmemorar y repetir el trazado de la carrera original de 1933, con salida desde La Thuile, donde nació el evento, y terminando en Valgrisenche.
Más información: tourdurutor.com

EL TERRITORIO DEL TDR: ARVIER, LA THUILE Y VALGRISENCHE
Como os hemos dicho, la intención de los creadores del TDR no es sólo organizar una competición deportiva de calidad, es también dar a conocer la belleza y riqueza natural, cultural y gastronómica del territorio donde tiene lugar: la Región Autónoma del Valle de Aosta. los municipios de Arvier, Valgrisenche y La Thuile son un destino ideal para los aficionados a la montaña, a los deportes outdoor y al turismo ecosostenible.
Arvier
A 776 m de altitud, este pueblo se encuentra a las puertas del Valel de Valgrisenche, en una cuenca cultivada con viñas, que han buscado su sitio a lo largo de los siglos en las terrazas de las vertientes más soleadas de estas montañas. Justo aquí se produce el famoso vino tinto Enfer d'Arvier, uno de los primeros vinos del Valle de Aosta que tuvo la D.O.C. Durante la época romana, se llamaba Arebrigium (de are = cerca, y de briga = altura) y fue un campamento militar a lo largo de la via de las galias de la que aún se conservan algunos tramos. En el municipio se encuentra la reserva natural del Lago lolair, rodeado por un vasto cañaveral y por as caracterñistics "rocas redondeadas"m unos relieves pulidos de origen glaciar. Se puede llegar a la reserva en una marcha fácil que sube desde La Ravoire. Otro lugar ideal para trekking y esquí de travesía es la maravillosa aldea de Planaval. En cuanto a cosas que ver tenemos el Castillo de Montmayeur, la torre cuadrada del castillo de La Mothe, del s.XII o el santuario de Notre-Dame de Rochefort, desde donde se pueden ver el espectacular glaciar del Chateau Blanc y la silueta del Mont Blanc.
La Thuile
Situada en una amplia cuenca donde confluyen dos torrentes y rodeada por tupidos bosques se encuentra La Thuile, a los pies de altas cumbres y vastos glaciares. Su posición es estratégica, pues se encuentra en la carretera internacional que comunica el Valle de Aosta con francia a través del Puerto del Pequeño San Bernardo. Además de poseer maravillas naturales y paisajísticas, también conserva pedazos de historia, poblado desde épocas prehistórica, romana, medieval y moderna; historia que se puede descubrir con una visita al Paso del Pequeño San Bernardo donde se encuentra el Cromlech, enigmático círculo de 46 piedras.
En invierno La Thuile posee una de las áreas más amplia de los Alpes gracias a su 160 km de pistas, y también una amplia zona de freeride que comunica con La Rosiere, Francia. Y en verano es un paraíso para los senderistas, tanto por la extensión y la variedad de su red de senderos como por el valor naturalístico y paisajístico de sus lugares. Desde las espectaculares cascadas del Rutor al lago Verney, desde el valle de Youlaz a lo de Orgeres, hasta la inmensa montaña que domina el pueblo, el Rutor, donde empieza el reino de los alpinistas.
Valgrisenche
Vecina a la región francesa de la Tarentaise, el Valle de Valgrisenche conserva aún todo el encanto alpino. Su particular microclima hace que la nieve caiga aquí siempre de manera abundante y en polvo. Se puede acceder a los lados de este valle en rutas cortas como las de las cascadas de Surier y Miollet, o de largas travesías, como el Tour alrededor del Ruitor. Bonne es la zona con más de 50 itinerarios de esquí de montaña. Tampoco faltan las zonas de escalada. Al igual que en los otros municipios, en Valgrisench siguen siendo numerosos los vestigios del pasado. como el campanario de piera construido en 1392, la iglesia parroquial de San grato con su museo de arte sacro y las capillas de sant'anna (1639) en Séré, de San Diogini (1688) en Bonne y la de Fornet, que sale a la superficie cuando la cuenca artificial del dique se vacía parcialmente por motivos de seguridad.
