Japón desconocido

Japón desconocido

Fotografía: Mikael Helsing FOTO PORTADA: Japón desconocido

La cara outdoor del País del Sol Naciente

KONNICHI WA NAGANO!

Pero empecemos por el principio. Estamos aquí gracias a una invitación de la Oficina de Turismo de Japón en España para conocer de primera mano la cara outdoor del país nipón. Japón quiere mostrar que es mucho más que la suma de Tokio, Osaka, Kioto, el sushi y el sake. Cierto es que algunos espacios naturales y deportivos de Japón, como la isla de Hokkaido, ya son objeto de deseo de los amantes del esquí de montaña y freeride por la calidad de su nieve (nuestro compañero Javi González pudo probarlo de primera mano). Pero Japón tiene mucho más atractivos. Una inmensa isla con paisajes diversos y escenarios naturales espectaculares dispuestos a ser descubiertos por los viajeros ávidos de aventura como nosotros. Claro, es imposible visitar en seis días todo lo que nos gustaría en un espacio de 378.000 km2, así que hay que seleccionar una zona y diseñar un itinerario a nuestra medida, de lo que se encargan los expertos de Wondertruck&Co, una agencia japonesa que ofrece viajes alternativos; su misión, como reza en su presentación, es transformar desconocidas zonas de Japón en nuevos destinos y mostrar al mundo la riqueza de las zonas locales. Siguiendo sus consejos y nuestras necesidades, nos proponen Nagano, una de las 47 prefecturas de Japón, perteneciente a la región central de Chubu. Nagano es conocida por su riqueza natural, y presume de su cordillera Yatsugatake, con numerosas cumbres de tresmil metros, donde se pueden realizar cantidad de trekkings y ascensiones alpinas, y de donde nacen caudalosos ríos de aguas bravas. Nagano también es conocida por sus abundantes nevadas y sus estaciones de esquí en el norte, de hecho en 1998 fue sede de los Juegos Olímpicos de invierno. Y además conserva el encanto de encontrar lugares del pasado, como las aldeas restauradas de Tsumago y Karuizawa, dos de los 69 pueblos de posta de la antigua ruta del Nakasendo, una de las cinco rutas Gokaido que partían desde Edo (actual Tokio), y que conectaba Edo con Kioto pasando por el valle de Kiso, donde descansaban comerciantes y samuráis. Nos parece perfecto, ¡allá vamos Nagano! Kochi, kochi! (“por aquí, por aquí" en japonés).

KONNICHI WA NAGANO!

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FOTO: KONNICHI WA NAGANO!
KONNICHI WA NAGANO!

JAPAN IS DIFFERENT

Japón is different. Ya, ya, es una obviedad, pero para nosotros los occidentales es exótico, muy diferente en el idioma, la escritura, la comida y las normas de cortesía… ¡Hasta los inodoros son diferentes! (hay que probarlos: los hay de menos a más sofisticados, pero hasta los más normales tienen chorro de agua, los otros ya tienen secador, música…), así que durante el vuelo y con la ayuda de una guía turística, intentamos familiarizarnos con algunas palabras y su pronunciación, muy práctico para preguntar por sitios y hacerte entender con los locales. Hay que tener en cuenta que mucha gente en Japón no habla inglés (quizás en Tokio sí, pero cuando sales de la capital no es común), y no está de más aprender algo para integrarte en la nueva cultura, aunque nosotros vamos a contar con un intérprete de castellano. También tenemos que aprender cómo comportarnos, la cortesía es muy importante en Japón: no hay que estrechar la mano al saludar, ni siquiera a los amigos, no se dan besos (no se dan tampoco en el entorno familiar), está mal visto llegar tarde y exhibir muestras de afecto en público, igual que sorberse los mocos… Para saludar se hace un gesto con la mano, con la cabeza o una reverencia, que según el grado de inclinación indica menor o mayor formalidad: por ejemplo, una inclinación de 5º es para los amigos, 15º es el saludo clásico y 45º un saludo muy respetuoso. Nada más aterrizar ya te das cuenta de que estás en un mundo diferente: no es muy serio que en la aduana te reciba un dibujo animado de un perro gordinflón y anaranjado, y hasta que no vemos a dos policías con mascarilla (todavía no había surgido el coronavirus) pertrechados con un medidor de temperatura flanqueando la entrada no nos creemos que de verdad sean los homólogos japoneses de nuestra Guardia Civil. El perro en cuestión es “Custom-kun", la mascota de la aduana. Luego nos explicarán que Japón es el país de las mascotas y cada organismo y prefectura tienen una. En la llegada nos están esperando Daisuke Kasai, de Wondertruck& Co, y Tatsuru, nuestro intérprete, y cuál es nuestra sorpresa al presentarnos y escuchar a Tatsuru hablar español con un perfecto acento argentino. “Sabía que a ustedes les iba a ssschocar, he vivido en Argentina, fui allá (pronúnciese asshaaa) a jugar al fútbol, mi mujer es argentina"… Daisu y Tatsu, como les llamaremos a partir de ahora, serán nuestros compañeros de exploración en estos cinco días por Nagano. Curiosamente son de Tokio y no han estado nunca en esta prefectura, así que todo será nuevo también para ellos. La primera noche la pasamos en Tokio, y es que aunque la intención de tu viaje sea la naturaleza, merece la pena pasar un par de días en esta gran ciudad, llena de vida, de luces, de sonidos de las máquinas de videojuegos, de gente andando deprisa por las calles, de locales de sushi y ramen... Nuestro hotel está en el barrio de Shinjuku inmortalizado en la película “Lost in Translation", donde se levantan grandes rascacielos adornados con carteles luminosos, y donde hombres con traje y maletines saliendo del trabajo abarrotan las calles. Muchos transeúntes llevan mascarilla (lo hacen cuando están enfermos, no por la contaminación). Cerca, a unas paradas de metro, está el famoso cruce peatonal de Shibuya, miles de personas cruzan de acera de norte a sur, de sur a norte, de este a oeste y viceversa, y también en diagonal, ¡sale gente de todas las direcciones! Nos reímos un rato haciendo fotos y vídeos aquí, si antes ya era complicado no chocarse con alguien, imaginaros en la actualidad con transeúntes abducidos por sus móviles, o haciéndose selfies en medio del cruce… También nos hacemos una foto en la conocida estatua del perro Hachiko, un que esperó a su amo en la estación de Shibuya incluso varios años después de la muerte de éste, y se convirtió en la mascota del barrio. Después nos acercamos a las oficinas de Wondertruck, que están al lado de Takeshita Street, la calle de moda donde hacer shopping y por donde se pasean estrafalarios looks, y más tarde cenamos en un Yakitori (nuestras tascas) en las estrechas calles llenas de bares de Shinjuku Omoide. Mañana saldremos en autobús hacia Chiwo, prefectura de Yamanashi, vecina de Nagano. Allí se encuentra el monte Fuji, que se puede ver incluso desde Tokio. Nuestro guía de montaña Mune nos recogerá en coche para llevarnos al bosque de Shirakoma, en las estribaciones norte de la cordillera de Yatsugakate.

JAPAN IS DIFFERENT

JAPAN IS DIFFERENT
FOTO: JAPAN IS DIFFERENT
JAPAN IS DIFFERENT

SHIRAKOMA, EL REINO DEL MUSGO

Atravesar la puerta de entrada al bosque Kokenomori (bosque de musgo) es como entrar en una cápsula del tiempo y aparecer en Paleolítico. Este bosque primitivo está formado por siglos de crecimiento de una exuberante vegetación, principalmente musgo. En Japón hay más de dosmil tipos diferentes de musgo, y aquí se concentran casi 500 especies que han tapizado todo a su paso: suelo, troncos de árboles entre los que hay abetos, píceas, cicutas... Desde el parking de Shirakomaso, donde también hay una tienda de ultramarinos, hay un paseo de 15 minutos a través del bosque hasta alcanzar el lago de Shirakoma, el de mayor altitud de Japón, a 2.115 metros. Es un enorme círculo de agua cristalina rodeado por árboles que sobre todo en otoño componen un fantástico espectáculo visual: los árboles se visten de rojos, amarillos y verdes que se reflejan en el agua como en un espejo. Shirakoma significa “Potro blanco", y cuentan que adoptó ese nombre porque una joven doncella desapareció en el lago montada en su caballo blanco. Alrededor del lago hay un circuito con diez puntos marcados donde puedes ver las diferentes especies de musgos. Es aconsejable llevar una lupa para verlos con detalle, cada una tiene su color y forma características, como el diminuto que nos muestra Mune, y del que sólo nace una hoja por año. La alfombra de musgo también está salpicada de bloques de piedra con formas irregulares, son pedazos de roca volcánica que en el pasado arrojó la boca del volcán Akadake, donde subiremos al día siguiente. A orillas del lago y del sendero circular se encuentra el Yachiho-Montblanc, un refugio-hostal ecológico que ha abierto sus puertas hace poco, y que es un auténtico remanso de paz con vistas idílicas al lago y con una cocina local exquisita (yachiho-montblanc.com). La gastronomía es un mundo aparte en Japón, podríamos hacer una guía sólo de la comida. Cenamos por supuesto arroz japonés -omnipresente en todas las comidas del día, hasta en el desayuno- miso (caldo a base de pasta con wakame y tofu), udon (fideos japoneses gruesos) con caldo de verduras de la zona que le dan un toque especial y nabemono, que se suele tomar en invierno y es una especie de fondue donde se cuecen ingredientes crudos en una cazuela de barro con caldo. Los hay de varios tipos, con patatas y pollo, que es el plato de los luchadores de sumo, o como el que probamos nosotros, con láminas finas de ternera (shabu-shabu). Mune me enseña a manejar bien los Hashi, los palillos (aquí es difícil que te pongan tenedor). ¡Todo muy oischi, oischi (rico, rico)! Por la noche los guías del refugio nos organizan una salida en bote por el lago para observar el cielo estrellado. Nos quedaríamos más tiempo bajo la Vía Láctea en esta cápsula del tiempo de musgo, pero nos espera el monte Akadake, la Montaña Roja.

SHIRAKOMA, EL REINO DEL MUSGO

SHIRAKOMA, EL REINO DEL MUSGO
FOTO: SHIRAKOMA, EL REINO DEL MUSGO
SHIRAKOMA, EL REINO DEL MUSGO

LA REINA YATSUGATAKE

Según cuenta una antigua leyenda, la cordillera de Yatsugatake fue en un tiempo lejano una única cima que rivalizaba con el Monte Fuji. Las dos montañas combatieron para ver cuál era más alta; Yatsugatake ganó, pero en un ataque de rabia el Monte Fuji la rompió en pedazos y creó los ocho picos que forman la cordillera hoy en día. El monte Akadake es la cima más alta de las ocho con 2.899 m. Aunque el Fuji supera a las cumbres del Yatsugatake en altura, en lo que respecta a paisajes alpinos impresionantes y a la gran cantidad de opciones de rutas, la cordillera Yatsugatake es la reina. Mide 30 km de norte a sur y 15 km de este a oeste y se divide en dos tramos: el norte, de menor altitud y con senderos más fáciles, y el sur, más abrupto y con verdaderas rutas alpinas. Aquí es donde vamos a ir nosotros. La mejor época para el trekking va de junio a octubre. Hay diferentes puntos de acceso y rutas al Akadake, la más popular entre los montañeros japoneses es la que vamos a hacer: la ruta de Minoto-guchi vía la arista Jizo Ridge (Jizo = Buda). Unos 20 km superando 1.400 m de desnivel positivo. Una ruta exigente sobre todo en su tramo final. Para acceder a la entrada del Parque de Yatsugatake conducimos a la ciudad de Chino (se llega también por tren, con el JR, Japan Railway, desde Tokio) y desde allí hay autobuses o taxis hasta Minoto (1.690 m), la puerta de entrada, donde hay un supermercado con alimentos y material de montaña, por si acaso se te ha olvidado algo. Mune, nuestro guía, nos entrega todo el equipo para asegurar nuestra integridad en la ascensión. No es muy complicada, pero la arista Jizo es empinada y con terreno resbaladizo, tiene pasos con cadenas y escaleras tipo vía ferrata, y es mejor ir asegurados: nos entrega casco y arnés, y él lleva la cuerda con la que nos asegurará. Echamos un vistazo al cartel con el mapa para hacernos una idea de la ruta, por cierto, en los lugares turísticos los mapas están generalmente orientados de modo que los puntos de interés quedan en la direc- ción de la persona que los consulta, no según el Norte o el Sur. La ruta al Akadake lleva unas 7/8 horas según el ritmo. Se recomienda dormir en alguno de los refugios de la ruta, para ascender el último tramo a la cima a a la madrugada siguiente y regresar. Hay varios refugios a lo largo de la ruta, perfectamente equipados: el de Yatsugatake Sanso está cerca de la entrada, Minoto Sanso, a unos 40 minutos de marcha, el siguiente es el de Gyojya-goya, campobase de varias ascensiones a las cumbres de alrededor, y luego ya en el camino final está el Akadake Tenboso, donde dormiremos, en la misma arista norte bajo la cima, y el Akadake Sancho Sanso en la misma cima de la montaña (sólo abre en los meses de verano). Mune planea comer en el refugio de Gtojya-goya (Gtojya significa fieles y goya refugio). La aproximación hasta allí no es dura, unas cuatro horas caminando entre bosques otoñales y al lado de un río, donde se notan los efectos devastadores del tifón que asoló Japón unas semanas antes de nuestro viaje. En el refugio nos tomamos un delicioso ramen (fideos servidos en caldo y acompañados de carne y una guarnición variada) que nos carga el depósito de energía para afrontar el tramo más complicado de la ascensión: una pronunciada arista rocosa que hay que superar con la ayuda de cadenas y escaleras. Mune nos asegura y vamos caminando con esfuerzo hacia la cresta. En el camino nos encontramos con una estatua de un Buda con ofrendas, por eso la arista se llama así; a lo largo de la ruta hay santuarios sintoístas (creen en multitud de deidades y veneran la naturaleza) con ofrendas de comida y bebida. En el camino nos cruzamos con montañeros locales, todos llevan una campanilla colgando en la mochila, “para que les dé suerte y para ahuyentar a los posibles osos", nos cuenta Mune. Y así llegamos al refugio del Akadake Tenboso. Las vistas desde aquí, a pocos metros de la cumbre, ya son impresionantes. Disfrutamos del atardecer y sobre todo del amanecer. Los guardas del refugio nos avisan de la hora a la que amanece, y nos dicen que probablemente podamos ver la silueta del Fuji. Nos dormimos pensando en esa imagen tan deseada para un montañero si viaja a Japón. El amanecer es todo un espectáculo, ya os lo he contado al principio. Después de desayunar partimos hacia la cima del Aka, no sin antes guardarnos en las mochilas dos botellas de vino a las que nos invitan los guardas para celebrar la jornada al regresar abajo. Tras unos 40 minutos de ascenso a un ritmo pausado pero sin parar, que ya se nota la altitud, alcanzamos la cima del Akadake. Las vistas 360º nos dejan sin aliento. Nos sentimos los reyes del mundo con el Fuji a nuestros pies. En la cima hay un santuario o kami donde los devotos dejan dinero para pedir a los dioses de la montaña que sean benevolentes y que el regreso vaya bien. Con nosotros lo han sido.

LA REINA YATSUGATAKE

LA REINA YATSUGATAKE
FOTO: LA REINA YATSUGATAKE
LA REINA YATSUGATAKE

RAFTING EN EL HAYAKAWA

Hayakawa es una pequeña aldea escondida entre las montañas, en la prefectura de Yamanashi, fronteriza en el sureste con Nagano. Parece un pueblo de los que podemos encontrar en el norte de nuestro país: casas de piedra y madera levantadas en cuesta, divididas por una calle empedrada, y a las afueras de la zona alta un antiguo templo budista. La aldea parece abandonada, sólo una anciana descansa en la puerta de su casa y nos mira con curiosidad. Según el censo de población de 2019, en la zona de Hayakawa se estimó una población de 1.050 personas repartidas en 610 casas, y una densidad de 2,8 personas por km2 en un área total de 369,86 km2. Eso lo explica todo. La falta de personas lo suple la naturaleza, ya que el 96% de la zona está cubierta por bosques y montañas. De repente una alarma rompe el silencio y unas voces salen de unos altavoces que retumban en todo el valle. Preguntamos a Tatsu qué es lo que dicen: “avisan de que se han visto osos en la cercanía de las aldeas, que hay que tener cuidado". Quizás haya más osos que gente…bravas más famosos de Japón. Después de visitar el templo nos acercamos al “cuartel" de Honryudou Adventure Tours (honryudou.jp) la empresa especializada en rafting y kayak de la zona. La agencia es una coqueta cabaña de madera con los neoprenos, cascos y chalecos colocados perfectamente en una caseta en la entrada. El interior tiene una mesa donde tomar algo mientras Take, el responsable, y su equipo, nos explican el tramo que vamos a navegar: 9 kilómetros con rápidos hasta de clase IV, pero que con el caudal actual se quedan en nivel III. Nos reparten los neoprenos, traje y doble chaqueta porque el agua está bastante fría a estas alturas de octubre. Nos montamos en las furgos para acercarnos al punto de salida río arriba. Take es bajito, pero con fisonomía de kayakista, con un fuerte tren superior, y él solo, con una habilidad que nos deja pasmados, se carga el raft de 8 personas en la espalda y lo lleva al agua saltando entre las piedras de la orilla. ¡Vamos! Mikael va con Tatsu y Daiku en un raft para hacer las fotos, y yo voy con Take, Maki, experta en biodiversidad, y Ken, otro intérprete que Wondertruck –que piensa en todo- ha contratado para que me acompañe en la barca (previendo que no logremos comunicarnos, ya que Take y Maki no hablan mucho inglés). Ya os dije que los japonescortesía al extremo. Ken es la primera vez que hace rafting, es horticultor, vivió en Granada, y le encanta la guitarra española, es fan de Andrés Segovia y de Paco de Lucía. Es increíble la cantidad de japoneses a los que les encanta la cultura española y el flamenco. Aunque el lenguaje del rafting es universal -"adelante izquierda, atrás derecha, stop, al suelo…" - entre las órdenes en japonés-mal inglés de Take, el ruido del agua y la traducción posterior al español de Ken por si no me había enterado… eso parecía el teléfono escacharrado. Aún así logramos evitar caernos en los fuertes rápidos, que los había. En el descenso contemplamos los efectos del tifón en la ribera del río: troncos, muros y puentes destrozados… Take nos pide también que hablemos de cómo la central eléctrica, construida en la II Guerra Mundial, ha afectado al ecosistema del río. El 95% del agua se está usando para hidroelectricidad. Al mar llegan dos centímetros de profundidad de agua, y por ejemplo el pez Ayu (tipo salmón) no puede remontar el río porque no hay agua y está desapareciendo. Con sus explicaciones llegamos al final del descenso, y después de una reconfortante ducha caliente, celebramos la jornada con un aperitivo de carne de ciervo empanada (es que Take es cazador, y su sueño es abrir un restaurante) y un aperitivo típico japonés: Edamame, semillas de soja en su vaina aún verdes. Se escaldan y se comen con un poco de sal con una cerveza. Un broche de oro a nuestro periplo por una de las caras outdoor de Japón. Prometemos volver a explorar más lugares desconocidos del País del Sol Naciente. Arigato, Sayonara!