Hace 34 años se cumplía la primera ascensión invernal al Annapurna por dos polacos: Kukuczka y Hajzer. Al descender al campo base un compañero les cantó está canción popular polaca:
"Voy a contar un secreto.
Oh vida, te quiero, te quiero, te quiero más que a la vida.
Aunque apagas los colores.
Aunque no me hagas placentero este viaje.
Aunque me correspondas mal,
te quiero, vida".
Y ese amor que reza, más que a la vida propia, es el que nos mueve y nos motiva. No tiene porqué ser necesariamente una persona, muchas veces es un amor egoísta el que nos mueve, el propio.
Ascender al Manaslu invernal. Por completar nuestras vidas estamos aquí. Simone, Iñaki y Alex sumando experiencias y (ojalá) cimas. Cantaremos seguramente otra canción, una que ha sonado desde que llegamos aquí. Otro canto a la vida que suena en mi cabeza y tarareamos estos días por las faldas del Manaslu. A Simone le gusta mucho:
"Eso que tú me das
Es mucho más de lo que pido
Todo lo que me das
Es lo que ahora necesito
Eso que tú me das
No creo lo tenga merecido
Todo lo que me das
Te estaré siempre agradecido
Así que gracias por estar
Por tu amistad y tu compañía
Eres lo, lo mejor que me ha dado la vida
Por todo lo que recibí
Estar aquí vale la pena
Gracias a ti seguí
Remando contra la marea".
Un canto a la vida que nos dejó Pau Dones en 2020. Vida que tanto amamos y por eso subimos a lo más alto. Con esa chispa que da el amor, llena de motivación y hace que hagamos locuras. Las grandes gestas siempre han llevado una dósis de amor que hace que el cerebro se llene de chispazos y mueva el cuerpo contra viento y marea.
Por eso "te quiero, vida".
Por eso "te quiero, mi vida".
Por eso estamos aquí.
Suscríbete GRATIS a nuestro pódcast en las principales plataformas: