¿Podemos decir que Alex Honnold es uno de los mejores deportistas de la historia?

Primera ascensión histórica sin cuerda a El Capitán.

Jorge Jiménez Ríos

¿Podemos decir que Alex Honnold es uno de los mejores deportistas de la historia?
¿Podemos decir que Alex Honnold es uno de los mejores deportistas de la historia?

Hay veces, muy pocas veces, en las que una actuación encumbra a un deportista al Olimpo absoluto de su disciplina. Puede que su carrera ya sea estratosférica. Que la admiración mundial haya llegado hace tiempo. Y sin embargo, llega un día en que todo el trabajo acumulado durante años, todos los sueños y los fantasmas, y todos los anhelos más locos de sus admiradores, se destruyen con efervescencia para hacernos comprender que estamos ante algo más grande de lo que podíamos imaginar. Un día en que el individuo se convierte en mito.

Sus amigos cercanos ya conocían la idea que llevaba casi una década en estado de ebullición dentro de la cabeza de Alex Honnold. Algunos la temían. El americano se había tendido muchas veces bajo la sombra de El Capitán, la oceánica mole de roca que se levanta en el valle de Yosemite, divagando sobre como ascender sin cuerda de seguridad este icono de la escalada mundial y cuna de la filosofía más pura de la escalada. Para ello había bregado con algunas de las rutas más comprometidas del mundo, escalando en sólo integral, como se conoce a este tipo de escaladas sin cuerda ni seguros, en la que el más mínimo fallo de concentración te aboca a la desaparición. La ascensión a la Regular de la cara noroeste del Half Dome, del Moonlight Buttress en Zion (Utah), de Astroman en la Washington Column de Yosemite, formaban parte de una serie de ascensiones de dificultad y riesgo extremo, que hicieron que el nombre de Alex corriera como la pólvora entra la comunidad escaladora. Que se confirmase como el presente y futuro de las grandes paredes del mundo, y hasta que se estudiasen los procesos de su cerebro para comprender como funcionaban de distinta manera sus parámetros del miedo. Todo ello ha sido ahora minimizado por su última ascensión, la primera vez en la historia que se escala El Capitán sin cuerda.

Alex lo hacía a través de la ruta Freerider; mil metrazos que se estiran a través de 37 largos con dificultades de hasta 7c , descubiertos por Alex Huber, otrora vanguardia de este tipo de escalada sin cuerda, a veces polémica, pero generalmente sueño secreto de cuantos escaladores hayan mirado con ambición la forma más limpia de acercarse a un muro de roca. “El sueño de una vida”, como lo ha definido el propio Honnold, cuyas declaraciones se pierden en el mar de tinta que ya corre por las redes sociales planetarias, alabando la pericia y el arrojo de una actividad que marcará una época del deporte de la vertical.

Alex partía la mañana del 3 de junio desde el pie de vía de El Capitan y tan sólo 3 horas y 56 minutos más tarde, asomaba su reconocible perfil en la cumbre. “¡Ha sido el aterrizaje en la luna de la escalada!”, exclama asombrado Tommy Caldwell, quien junto a Kevin Jorgenson escalaba en 2015 el Dawn Wall, también en El Capitán, y considerada la ruta de mayor dificultad del mundo. “Ni siquiera veíamos en un horizonte cercano que alguien pudiese escalar El Capitán sin cuerda un día. ¡Una ascensión histórica!”, se une a las alabanzas el alemán Alex Huber.  En 2007, Hangsjörg Auer, asombraba a la comunidad escalando la Fish Route en la Marmolada, en Dolomitas: más de 800 metros que también superaba sin cuerda y que dejaba atónitos a todos cuanto han encontrado su estilo de vida en esa prestigiosa conquista de lo inútil que es la escalada: “Tengo un enorme respeto por lo que acaba de conseguir Alex, y aunque su ascensión comparte exigencias con la mía como la altitud o la dificultad, sería un error compararlas. Cada ascensión sin cuerda es totalmente única. Y hacerlo en Yosemite, donde todo se amplifica… Sólo puedo felicitar a Alex por lo impresionante de su ascensión”. En la misma línea, los hermanos Pou reflexionan: "Esta ascensión, por el valor físico y mental que se necesita para llevarla a cabo, es mas propia de un extraterrestre recién llegado a la tierra que de un ser humano. Y creo que estamos en disposición de decirlo después de haber escalado la pared del Capitán en tres ocasiones, y la última por esta misma ruta. Intuíamos la idea de Alex de intentarlo, ya que en una conversación con él, mientras tomábamos un café en Yosemite, nos dejó claro que este podía ser el gran objetivo de su vida”.

Como hiciera el canadiense Peter Croft con sus pioneras escaladas sin cuerda en Yosemite o la legendaria escalada en solo integral de Separate Reality por parte de Ron Kauk (un techo de séptimo grado a 200 metros sobre el valle), Alex Honnold ha dejado una actividad que se mirará, en cualquier época y por parte de cualquier escalador, con pasmo incondicional.

Reinhold Messner en el Everest, Walter Bonatti en el Cervino, Kilian Jornet y Ueli Steck en general, Wolfgang Güllich y Kurt Albert en esa demoledora apertura en el Karakorum llamada Eternal Flame... hay muchos ejemplos de cómo el alpinismo y la escalada han ido encontrando sus hitos, las huellas que el resto desean recorrer y, si eres muy bueno, pero que muy bueno, quizá superar con algún que otro proyecto diabólico que nadie antes creía posible. O al menos no se atrevían a creerlo. Como Michael Jordan, Michael Phelps, Usain Bolt o Leo Messi, Alex Honnold ha marcado una época de su deporte. La diferencia fundamental, claro, es que si te equivocas en otras disciplinas no acabas preguntándote en que mierda pensabas mientras te precipitas cientos de metros en el vacío. Podríamos compararlo a Michael Schumacher o John Beeden -primero que cruzó el pacífico a remo, sin paradas y en solitario- por aquello de los riesgos… aunque sin la certeza segura de la muerte.

La actividad de Alex Honnold se considerará por mucho tiempo como lo más puro que se ha llevado a cabo en una gran pared. La combinación de destreza técnica, exigencia mental y exposición hacen de este un logro deportivo sin precedentes. Habrá quien reflexione diciendo que no es el mejor ejemplo para otros escaladores, que pueden jugarse la vida para seguir sus pasos. Aclaremos que una cosa es estar preparados para afrontar grandes desafíos, que tu mente y tu cuerpo te pidan a gritos ir un paso más allá, y por otro lado está la desfachatez de faltarle el respeto a la montaña, donde cualquier imponderable puede acabar contigo. El logro de Alex es un logro para todos. Un mensaje al espíritu humano. Un canto a la superación que podemos trasladar a nuestro día a día. No hace falta escalar mil metros sin una cuerda para sentirnos vivos, pero si hacen falta tipos como Alex para recordarnos, cada cierto tiempo, que los límites están para tener metas que sobrepasar. Que nos sobran fuerzas y motivos para afrontar los imposibles de cada jornada.

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