Nada ni nadie me van a robar las noches de luna llena en el Manaslu.
Durante los últimos años siempre tengo la sensación que cuando algo muy bueno me pasa, nada va a poder superar ese momento. Pero la vida siempre me sorprende con algo nuevo. Creedme que esta expedición es de lo más grande que he hecho y haré. Vendrán cosas nuevas, diferentes, más o menos intensas, pero esto te marca de por vida.
No han sido unas vacaciones en Torrevieja ni un paseo de rosas. Te peleas, hay malos entendidos, te sacan de quicio. Pasas frío y hay muchas horas muertas. No es un mundo perfecto, las fotos que enviamos es una pequeña parte de este infierno helado. Ya sabéis, en redes sociales no es oro todo lo que reluce. Haber traspasado la pantalla me ha hecho desvirtualizar muchas cosas.
Una invernal es pasar mucha penuria, no ducharte en dos meses, se te cae la piel a cachos y los pies te duelen de puro frío. Es cagar en un cubo y pasar la regla intentando cambiarte el tampax con la mano temblando. El pelo se cae a puñados y las heridas tardan en cicatrizar. Dos meses con 3 camisetas que no te cambias por pura pereza de no desvestirte y dormir cuatro personas con un olor que ya ni el frío tapa.
No es oro todo lo que reluce, pero hay oro. La actitud del grupo, la esencia pura de esto. Es imposible estar aquí sin tener ganas y son esas ganas las que hacen encontrar la parte divertida. He llorado de risa, he sido intensamente feliz porque quería estar ahí. Nada ni nadie me va a robar las noches de luna llena en el Manaslu, las mañanas dibujando al sol, las tardes de saco leyendo. Amanecer y abrir la tienda con esas vistas. Las ganas son oro puro.
Con esto en la mano han pasado dos meses, preguntándome si podré volver a vivir esto. ¿Repetiría? Sí, sin duda. Me gustaría otras montañas, otros proyectos, volver a esta invernal en 2022. Pero tengo un trabajo, el esfuerzo que he hecho para estar aquí no ha sido fácil. Ojalá la vida a me regale de nuevo estas oportunidades.
Txikon, el culpable de esto. Nos conocíamos pero no, es aquí donde he descubierto al Alex más persona, no al alpinista. Alguien, para lo bueno y lo malo, sin límites, cabezota, que se mueve como el diablo de Tasmania de un lado al otro del base. Cuerdo en la montaña, inquieto. Un personaje que no deja indiferente, con una fuerza física y mental raras de ver.
A este blog lo llamé 23GRADOSYMEDIO. La inclinación de la tierra que hace posible las estaciones. Esa inclinación se debe a una gran colisión de la cual surgió la luna y las estaciones. Alex ha sido esa gran colisión en mi vida, llegó, puso mi mundo patas arriba, descubrí el invierno más crudo y estoy segura que se quedará orbitando alrededor como la luna. A veces a la vista, otras veces en las sombras.
Himalaya se ha terminado, os escribiré desde otras montañas, mandaré vídeos de humor, dibujaré nuevas situaciones. No sé de donde, ni como, ni cuando. Sólo sé que tengo oro en las venas y estoy deseando nuevas metas. Gracias por haberme leído, y si venís al Manaslu sólo un consejo: coged una ‘rebequita’.
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