Alberto Zerain puede ver ahora la magnitud del reto que se ha propuesto superar esta primavera. Esta mañana, después de un corto trayecto en helicóptero, él y su compañero Jonatan García han llegado a la que será su casa a lo largo del próximo mes: el campo base "francés" de la cara norte del Annapurna.
La montaña no ha defraudado sus expectativas: "Esto es inmenso, es impresionante. Ya se sabe que el Annapurna es todo verticalidad, hielo, nieve... es una especie de caos ordenado", nos contaba nada más aterrizar.
En cuanto al campo base, se trata de un lugar muy poco concurrido esta temporada. Allí se han juntado sólo tres cordadas, integradas por 7 alpinistas en total. A parte de ellos y del personal de cocina, no se espera a nadie más. Algunos de los alpinistas concentrados en el lugar, como los italianos Nives Meroi y Romano Benet, llevan ya más de diez días allí y han podido estudiar la pared hasta el campo 2. "De todas formas —puntualiza Alberto— eso es como decir nada, porque las dificultades reales empiezan precisamente a partir del campo 2.
Es por ello que Alberto y Jonatan esperan poder organizar todo el material en lo que queda de día y, tal vez, acercarse mañana mismo a evaluar la pared de cerca. Y es que, aunque desde el campo base prácticamente se ve la cumbre, la ruta que han escogido da un gran rodeo hacia el este para evitar lo más difícil de la pared: la temidísima hoz del Annapurna. "Si mañana podemos llegar al campo 1 o cerca, nos damos por satisfechos".
Una aproximación inusual
Ha sido una aproximación un tanto inusual. El pasado jueves, ambos montañeros iniciaron el trekking en la población de Beni, acompañados por los porteadores que acarreaban todo el material necesario para la ascensión. Dos días después, el jefe de los porteadores declaró que estos no podrían afrontar el paso de Deurali, de en torno a 4.000 metros, que se encontraba nevado y presentaba una travesía muy delicada. Una rápida ascensión por parte de Zerain y García sirvió para confirmar que el paso era ciertamente peligroso, así que los porteadores se retiraron hacia Katmandú y dejaron a los expedicionarios, acompañados únicamente por el cocinero y su ayudante, en mitad de la nada.
Mientras esperaban una solución, Zerain y García no han perdido el tiempo. "No nos conviene llegar al base sin estirar las piernas", comentaba el montañero alavés desde su campamento improvisado al pie del paso de Deurali. Así que, aprovechando que en el lugar no había agua, ambos se han dedicado los últimos tres días a acumular un desnivel considerable para hacer portes de agua o nieve con la que cocinar.
Esta mañana, por fin, se ha presentado en el lugar un helicóptero que, en apenas quince minutos, ha cubierto una distancia que les hubiera llevado dos o tres días recorrer a pie, así que, de todas formas, han terminado llegando al campo base en la fecha señalada.
Ahora comienza la expedición propiamente dicha; días y semanas de esfuerzos que, esperan, les permitan ver el mundo desde la cima del Annapurna hacia principios de mayo.