Tino Villanueva y Alan Rousseau firman la primera ascensión al Rungofarka

Seismil virgen del Himalaya indio.

Redacción Oxígeno

Tino Villanueva y Alan Rousseau firman la primera ascensión al Rungofarka
Tino Villanueva y Alan Rousseau firman la primera ascensión al Rungofarka

Merece un análisis la efervescencia del alpinismo de exploración en esta temporada del Himalaya. Llegan noticias semanales sobre montañas vírgenes que se rinden al empuje humano; sobre nuevas rutas en vertientes desconocidas. Actividades pioneras y de vanguardia, alejadas de la masificación de las montañas de ocho mil metros y sus copados campos base. Quizá sea por los nuevos métodos de entrenamiento y los materiales cada vez más avanzados, que posibilitan un salto cualitativo del montañismo. Quizá sean los nuevos medios de comunicación y las redes sociales que siembran una conciencia de curiosidad y emprendimiento a través de las grandes figuras y las grandes expediciones, hoy al alcance de muchísimos más lectores e interesados. O tal vez sea simplemente el paso lógico que se lleva anunciando durante años. Alejarse de las metas establecidas para encontrar nuevos campos de juego en la espina dorsal del mundo. Sea como sea, la corriente es bienvenida y su excelente salud promete aventuras para muchos años.

Los últimos en aportar su granito de arena han sido los americanos Tino Villanueva y Alan Rousseau, que descifraban las incógnitas del Rungofarka, una montaña del macizo de Zanskar, en el Himalaya indio, cuyos 6.495 metros no habían sido escalados con anterioridad.

La cordada necesitó de cinco días en estilo alpino, entre finales de septiembre y principios de octubre, y de un intento previo, frustrado por el agotamiento cuando habían alcanzado los 6.000 metros por una línea directa en su vertiente Norte. Las dificultades encontradas les hicieron cambiar de objetivo, optando por la arista Norte, donde escalaban sobre hielo y roca, vivaqueaban en cuevas de nieve cavadas por ellos (algunas noches no había espacio suficiente para colocar una tienda) y negociaban varias decenas de largos sobre terreno expuesto y aéreo.

Un hermoso amanecer les daba la bienvenida en la cumbre el día 4 de octubre tras superar mayores dificultades de las previstas, antes de un complicado descenso por la desconocida cara Oeste de la montaña. En total 1.200 metros de nueva ruta, con momentos “totalmente locos”, y mucha pasión por desenmascarar algunas de los rostros menos conocidos de las cimas de los Himalayas.