En julio de 2015, los alpinistas Andy Houseman y Jon Griffith, miembros del equipo The North Face, viajaron a Charakusa Valley en Pakistán, en su intento de ascender a Link Sar, un imponente y abrumador pico de 7.041 metros en el corazón de las Montañas del Karakorum. Era el segundo intento de este cotizado desafío para Andy y el cuarto para Jon. Una gran cantidad de complejas barreras, como el clima, su altitud o un perfil demasiado afilado, habían dejado siempre este pico muy lejos de ser alcanzado, aún a pesar de los heroicos intentos que se han hecho desde 1970. Mientras que muchas veces han tenido que abandonar el ascenso a esta cima, debido a la combinación de diversos factores, el equipo conseguía el primer ascenso a la cima oeste (6.938 metros) a través de una ruta propia, llamada Fever Pitch, consiguiendo dar un paso más en uno de los picos más esquivos del mundo.
Andy Houseman describe el ascenso de la siguiente forma: “el tercer día de escalada fue bastante duro. Fueron diecisiete horrorosas horas en las que sólo conseguimos una gran patada en el culo gracias al propio sol de Karakorum, la altitud, el pesado equipo que llevábamos e incluso, el calor. Nos estaba destruyendo y caminar sobre una superficie de hielo tan resbaladiza estaba terminando con nuestras piernas. Nunca antes me había movido tan lentamente; y todo esto mientras tratábamos de escalar cornisas muy bien protegidas por la fuerza de la gravedad que lo que parecían querer era mantenernos lo más lejos posible del ascenso”.
Sin embargo, la escalada mereció la pena, según lo que describe Jon cuando llegó al punto más alto de la montaña jamás alcanzado; “en cuanto llegue a la cresta de la cima este pude disfrutar, por primera vez, de una vista con la que llevaba soñando muchos años; la cima principal. Solía quedarme despierto por las noches pensando en esa misma foto, esa de Andy colgado en el amanecer con una línea de cimas en la distancia. Ya daba por perdido ese disparo pero de repente, por primera vez en varios días, conseguí poner una enorme sonrisa en mi cara con esa foto”. “La cumbre principal parecía haber quedado para otra persona, y aunque teníamos por delante un kilómetro de enrevesado perfil para llegar a Karakoram y las condiciones meteorológicas nos presionaron, pudimos llegar. Enormes halos de luz formados alrededor del sol por encima de nosotros era algo precioso de admirar pero también una señal de mal tiempo. El cumpleaños de Andy era en pocos días, con lo que fue algo natural que él arañase ese primer puesto de ascenso a la cima más escabrosa. Fue algo surrealista, muchísima energía almacenada durante los últimos cuatro años se condensaban en ese momento único”.
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