Mt. Reaper, territorio virgen en Alaska

Jorge Jiménez Ríos

Mt. Reaper, territorio virgen en Alaska
Mt. Reaper, territorio virgen en Alaska


Que Alaska sigue siendo tierra de aventura es algo que nadie puede poner en duda. Cada temporada, cuando dejan de apretar los hálitos del invierno, sus macizos más remotos emiten un canto de sirena para muchos alpinistas de vanguardia, que aún encuentran terrenos de aventura, cimas sin conquistar y caminos por abrir en sus icónicas geografías. Uno de ellos es el prolífico austríaco Hansjorg Auer, quien en compañía de Michael “Much” Mayr firmaba la primera ascensión del Mount Reaper, una garbosa pirámide que se levanta por encima de los 2.260 metros para contemplar flemática las llanuras del Neacola Range, una cordillera subsidiaria de la cadena de las Aleutianas.

hansjorg auer mount reaper

Sobre la montaña trazaban una ruta de dificultad sostenida (M7, A1, 85º) que se estira por cerca de 800 metros “bastante terroríficos en algunos tramos”, cortando la vertiente norte del Mt. Reaper. “Hay muy poca información, muy poca actividad en estas montañas”, explica Auer, que encuentra la atracción en estos territorios vírgenes, espacios en blanco como un lienzo sobre el que plasmar esta danza que mide al hombre con la naturaleza en sus propios términos.

Las montañas que se levantan en las Neacolas no superan los tres mil metros en ningún caso, pero ofrecen desniveles de órdago, mayores que en otros macizos más frecuentados como el de las Revelations, con paredes de un kilómetro vertical para doblegar y un alto número de actividades insólitas.

mount reaper alaska

Sus ojos se ponían sobre el Reaper tras contemplar unas fotografías del Neacola Range, como suele ocurrir en estos casos. Una imagen, una llamada y ya vas tejiendo las redes en tu mente para atrapar esta sabrosa pieza alpina. “Una montaña bien formada, una pared vertiginosa y una escalada intensa”… ¿Podía pedirse más? Tras aterrizar en Anchorage el 11 de mayo, sólo necesitaban de seis días para aproximarse a la base y poner el pie en una cima que nadie antes había pisado. Momento espléndido que sólo podían disfrutar unos minutos antes de iniciar una retirada a tiempo, bajo el acecho de una tormenta. 12 horas de actividad original y el consecuente bautizo para la línea, “Sugar Man”, en honor a las condiciones de la nieve.

Alaska sigue sentando cátedra para el alpinismo de exploración.