El último viaje del Maud

Ochenta años después de encallar en el Ártico canadiense, el barco Maud de Amundsen podría regresar a Noruega para ser expuesto en un nuevo museo a pesar de las voces contrarias levantadas en la comunidad de Nunavut.

Jorge Jimenez

Ochenta años después de encallar en el Ártico canadiense, el barco Maud de Amundsen podría regresar a Noruega para ser expuesto en un nuevo museo a pesar de las voces contrarias levantadas en la comunidad de Nunavut.



“Por el hielo se te ha construido, y en el hielo deberás pasar la mayor parte de tu vida, y en el hielo habrás de resolver tus tareas. Con el permiso de nuestra reina, yo te bautizo: Maud”. Con estas palabras Roald Amundsen, primer hombre en navegar el Paso del Noroeste y en alcanzar el Polo Sur, hazaña que este diciembre aborda su centenario, inauguraba su flamante embarcación, un velero de tres mástiles diseñado para navegar por el océano Ártico, por los confusos hielos del Paso del Noroeste y finalmente hacia el Polo Norte, periplo que no llegaría a concluir. La nave terminaría encallando, tras las diversas inclemencias y después de siete años de exploración, en las costas de la bahía de Cambridge, donde ha pasado ocho décadas como testimonio de aquella época dorada de la exploración polar y como una porción de historia que ha encumbrado el turismo en la zona.

La intención de Noruega de repatriar el barco para ser la pieza principal de un nuevo museo cuenta con el beneplácito de Canadá pero con la oposición de los habitantes del territorio de Nunavut que pretenden conservar los restos del naufragio como reclamo para los visitantes de esta comunidad inuit creada en 1999. “Es una impresionante y resistente embarcación de roble que se ha conservado en gran medida gracias a las gélidas y limpias aguas del Ártico, manteniéndolo en un razonable estado de conservación” observaba Jan Wanggaard, encargado de evaluar las medidas técnicas necesarias para su traslado así como de recabar las opiniones de la población local y sus funcionarios, cuya negativa cuenta con el apoyo de la Internacional Council on Monuments and Sites, emplazada en Paris. “Este patrimonio cultural debe permanecer intacto” sentenciaba la presidenta del Internacional Polar Heritage Comité del ICOMOS, Susan Barr, quien también destacaba que esta expedición de Amundsen no se trata de una de sus más gloriosas empresas, como las del cruce del Paso del Noroeste (1906) o la conquista del Polo Sur (1911), llevadas a cabo a bordo del Gjoa y del Fram respectivamente, embarcaciones que se conservan en el museo de Oslo.

El Maud sería vendido en 1925 a la Hudson´s Bay Company y rebautizado como Baymaud, siendo utilizado como almacén flotante y estación de radio, antes de claudicar ante los elementos en 1930.

En 1990, cuando todavía no existía la provincia de Nunavut, la comunidad noruega de Asker, donde se construyó el barco, compró los restos por un dólar simbólico, aunque el permiso para su traslado expiró antes de que pudieran poner en marcha las labores para su traslado. El proyecto actual, llamado “Maudreturnshome” (Maud regresa a casa) está financiada por la empresa noruega Tandberg Eiendom AS cuyo plan pasa por recuperar los restos sobre una gran barcaza para remolcarlos hasta Asker, lo que podría llevar todo un año.

Wanggaard concluye que “todos los que desean que el Maud sea salvado para el futuro deberían ser realistas y estar contentos pues nadie más ha puesto dinero para salvar este barco que ha sido abandonado durante demasiado tiempo”.

Harald U. Sverdrup


La expedición del Maud (1918-1925)
Tras las imponente gesta lograda en el Polo Sur, las intenciones de Roald Amundsen en 1918 consistían en repetir el periplo de Fridtjof Nansen por el océano Ártico, tratando además de aproximarse lo más posible al Polo Norte. La expedición contaba con una importante ambición científica que sería liderada por Harald Ulrik Sverdrup.

El Fram, barco que Amundsen había utilizado para su navegación a la Antártida se encontraba en pobres condiciones después de los meses en aguas tropicales durante su regreso del ignoto sur, por lo que Amundsen recurrió al dinero ganado especulando durante la primera Guerra Mundial para construir un nuevo barco polar en los astilleros de Vollen, en Asker, al sur de Oslo.

El explorador contó con permiso para trasladar algunos equipos del Fram a su flamante velero y reunió una tripulación formada por Helmer Anisen, Oscar Wisting, Knut Sundbeck y Martin Ronne, que ya le habían acompañado al Polo Sur, y Paul Knudsen, Peter Tessem y Emmanuel Tonnesen, completando una dotación de nueve personas.

La expedición se prolongó dos años antes de que Amundsen abandonara el proyecto ante la imposibilidad de aproximarse al Polo Norte, disponiéndose para preparar su primer intento de sobrevolar los 90º N. El mando del Maud recayó en Harald Sverdrup quien continuó hasta 1925 con su programa de investigación, arrojando numerosos e importantes resultados que distinguieron el viaje como uno de los más importantes de su tiempo.