Un festival de cine recupera la historia de los hermanos iraníes Omidvar, pioneros del audiovisual de viajes, que pasaron una década recorriendo el mundo en motocicleta en la década de los '50
Deberíamos usar el pasado como trampolín y no como sofá dijo en su día el político británico Harold MacMillan. Seguir esa pauta es lo que ha hecho Lois Pryce, escritora, viajera y una de las fundadoras del Adventure Travel Film Festival, que ha recuperado la historia de los hermanos Omidvar para el circuito de veladas que recorrerán Estados Unidos, Australia y Gran Bretaña.
Catalogados como los primeros en rodar documentales de viajes, los iraníes Abdullah e Issa Omidvar emprendían en 1954 un periplo de 10 años recorriendo el planeta en motocicleta cruzando fronteras como las del Congo, el Círculo Polar Ártico y todas las del continente americano, desde Canadá y Alaska a Tierra del Fuego. Estos hermanos de Teherán pusieron sus cámaras y los apenas 90 dólares con los que contaban a disposición de culturas apenas retratadas, dejando un legado irrenunciable para la historia del audiovisual de aventuras. Captaron un mundo en plena evolución y cambio tras la segunda Gran Guerra.
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Aunque olvidados en el mundo occidental, tragados por el estruendo de la humanidad y el flujo imparable de la información de hoy, su impronta sigue presente en las creaciones de nuestro tiempo. Es lo que ocurre con los pioneros y las fascinación por otros mundos. Con una potencia de 2CV, empezaban a borrar el dibujo de sus ruedas de Irán hacía Paquistán, la India, el sureste asiático y Australia, cruzaron las américas y se las apañaron para superar barreras geográficas como los Andes o el bosque de Ituri en el antiguo Zaire.

Mientras el resto del mundo emprendía la carrera hacia la modernidad, con aire de suficiencia y superioridad hacia las llamadas culturas primitivas, Abdulla e Issa Omidvar cultivaron una sencilla afinidad y respeto por aquellos con los que se encontraban, logrando acceder a miradas y sonidos que pronto se perderían para siempre, explica Lois Pryce en su artículo de The Guardian, donde rememoraba la bonhomía de aquella mitad del siglo XX previa a la sexta marcha contemporánea. En sus documentales también podíamos ver un mundo en mejores condiciones de lo que se puede imaginar. Los bosques se ven infinitos, la gente de entornos remotos parecen más felices y más seguros de sus vidas; es el mundo antes de la globalización, un lugar mucho más puro y mucho menos agitado.
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Al concluir su odisea integral, Abdulla iba a establecerse en Chile para fundar una productiva compañía cinematográfica, mientras Issa regresaba a su país natal convertido en algo parecido a una celebridad, teniendo la oportunidad de abrir el Omidvar Brothers Museum donde se compilan todos aquellos artefactos que coleccionaron en sus andanzas.
Ninguno de los dos era cámara profesional, ni miembros de una élite que encontrase en los viajes una elegante forma de ganar prestigio en sus círculos altivos, solo fueron dos hombres con hambre de mundo y de conocimiento. Es realmente apropiado contemplar a estos dos intrépidos exploradores embarcarse en esta celebración de como la humanidad podía derrotar su tendencia al miedo por lo lejano y lo extranjero.
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