Ahora que el frío arrecia y caen las primeras nieves en nuestras cumbres, es momento de empezar a pensar en nuestras ambiciones invernales. Pero, como siempre, lo primero es la seguridad. Aquí unos valiosos consejos de prevención.
- La llegada del invierno suele coincidir felizmente con el inicio de las copiosas y frecuentes nevadas. Sin embargo, no es el momento de salir, por dos motivos:
1º. Los accesos en vehículo pueden aún no estar preparados por las máquinas quita-nieves, y lo que es peor: mientras estemos arriba, y siga nevando sin parar, el romanticismo de las veladas en el refugio puede dar paso al día siguiente a un “esto no me puede pasar a mí”, cuando tengamos que volvernos dejando nuestro coche hibernando bajo un buen paquete blanco. No podéis imaginar el estado en el que queda un vehículo tras ser desenterrado en primavera (casi siempre siniestro total).
2º. El terreno de juego que necesitamos requiere primero una base de nieve suficientemente gruesa, compacta y consolidada. Tras las primeras nieves, hay que esperar el retorno de las altas presiones para que actúen los agentes estabilizadores.
- En relación con los refugios, no os presentéis sin haber antes reservado plaza. Si está completo, podéis hacerlo sin reserva con la esperanza de que al final de la tarde haya habido alguna anulación, pero por favor, cargad con un buen saco y material para dormir en el exterior por si no hay suerte. No juguéis al chantaje moral con el guarda del refugio, que está obligado a seguir a rajatabla ciertas normas. Otra forma de facilitarle la labor y contribuir a mejorar su carácter, es bien sencilla: si tenéis reserva y al final no váis a ir, ¡llamad de nuevo para anularla!
Siguiendo con el "savoir faire" en los refugios, hay que acordarse de no meterse hasta la cocina encordados y con los crampones puestos, pero sobre todo, con la mochila en la mano, y los "pinchos" controlados.
- Llevarse el teléfono móvil siempre estará bien, a condición de utilizarlo sólo cuando sea realmente indispensable hacerlo, como ocurre con los extintores contra-incendios. Las frivolidades pueden agotar una batería antes de tiempo, o provocar la ira de los dioses: llamar desde una cumbre para dedicársela a la novia o hacerse el importante ante los papás, puede aportar una información errónea a los llamados, al poder estos pensar que ya estáis fuera de peligro.
- Elección del grupo. El compromiso o dificultad del objetivo a acometer debe condicionar la presencia de los participantes. Cuando hacemos alpinismo dentro de un amplio grupo, es normal que los niveles y experiencias también sean muy dispares. Los más veteranos tienen la responsabilidad de darse cuenta de ello, y aconsejar a alguien cuando creen que no debe participar en una determinada actividad. Está bien decir que hay que subir despacito para no agotarse, pero una cosa es adecuar un ritmo y otra bien distinta ir tan lento que no llegues nunca.
En alpinismo hay que saber moverse rápido, tanto técnica como físicamente: significa seguridad. La fuerza de un grupo equivale a la del más débil de sus miembros.