Comer en montaña sin peso: la "ración de ataque" ideal

Cómo alimentarte durante la actividad sin parar

Tino Núñez

ración de ataque
ración de ataque

A todos nos gusta cargar con poco peso, pero no siempre sabemos cómo acertar con la comida. ¿Qué principios e ideas nos servirán para conseguir nuestra “ración de ataque” ideal?

“Ración de ataque” es un concepto que popularizaron los alpinistas franceses en los años 70 y que rápidamente se extendió en España entre los clubes de montaña. Desde entonces, algunos avances en alimentación y el cambio de hábitos de consumo ha desplazado parte de lo que comemos y conservado algunos productos muy valorados.

EN QUÉ CONSISTE

La ración de ataque es considerada actualmente por muchos aficionados a la montaña como una simple ración de marcha o de pequeños alimentos que comemos durante la actividad, sin estar parado o útiles para un picoteo más o menos regular (cada hora-hora y media). Sin embargo, en su origen era la comida compacta, ligera y muy calórica que llevaban los alpinistas en la mochila para poder alimentarse durante el día de “ataque” a cumbre, lo que significa no llevar adicionalmente la comida principal, el almuerzo o la cena; su contenido es válido tanto para el picoteo desde un bolsillo y sin quitarse la mochila, como para reponer fuerzas durante la mayor ingesta de una parada de descanso más o menos prolongada (a menudo de 15 a 30 minutos).

Básicamente solemos incluir alimentos “secos”, con un empaquetado minimalista, que apetezcan tanto con calor, como con frío y un contenido calórico notable (de 350 a 500 kilocalorías por cada 100 gramos). Lo ideal es que no superen en volumen lo que abultan dos puños cerrados, ni excedan los 300-350 gramos de peso total.

 

SALADO Y DULCE

El contraste del sabor salado y dulce según lo que elijamos permite mayor adaptabilidad al momento del día e intensifica la apetencia por su ingesta ¡así nos aseguramos de que incluso estando plenamente concentrados en una actividad exigente o larga querremos comer lo suficiente!

  • Entre los alimentos salados más valorados están los frutos secos, preferentemente no fritos: cacahuetes, avellanas, almendras y nueces. No debemos ingerir más de 25-25 gramos por toma, lo que significa que si una sola persona come del tirón una bolsa de 100 gramos por exceso de hambre posiblemente no le siente nada bien a su estómago. Aunque las pipas fritas y saladas son muy apetecibles para un gran número de personas, son muy grasientas e indigesta si superamos un “puñadito”. De todos los frutos secos, las nueces están consideradas como la opción más saludable y de hecho algunos estudios científicos relevantes indican que es uno de los poquísimos alimentos que pueda mejorar nuestra longevidad. Un sandwich con pan integral, queso y orégano puede gustar a la mayoría y no superar los 100 gramos. Las galletitas saladas acostumbran a ser extremadamente ligeras –unos 3 gramos cada una- y aunque son frágiles suelen “entrar” muy bien (atención a que no incluyan grasa de palma.
 
  • En alimentos dulces “brillan” sobre todo las barritas energéticas de cereales, muy económicas y ultracompactas, pero de las que no se debe abusar porque requieren hasta 0,25 litros de agua para su digestión correcta. El chocolate es un valor seguro y tentación permanente para golosos, pero nos sentará mal si nos comemos una tableta entera; si no lo vamos a compartir es mejor llevar como máximo un tercio de la típica tableta de 100 gramos. Los caramelos pesan muy pocos –unos 2-3 gramos/unidad-  y al igual que una humilde figurita de mazapán –que suele andar por los 18-20 gramos/unidad pueden servir como “micro postre”. La fruta está casi prohibida por su fragilidad y peso, pero una pequeña y dulce mandarina no suele superar los 100 gramos e incluye zumo que puede reconfortarnos cuando el agua escasea. También hay opciones de nueva generación en fruta desecada, como la piña en rodajas finas de 10 gramos cada una y en envases de 50 gramos por sólo 2 euros o los mix de 80 gramos que mezclan pasas con frutos secos exóticos (por ejemplo anacardos) que dan buenos resultados… ¡siempre que tengamos claro que no incluyen algún componente al que podamos ser alérgicos.
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RECUERDA QUE…

  • Los geles energéticos no deben ser un sustituto de casi toda nuestra comida. Algunas asociaciones relevantes, como el Club de senderismo de Valencia advierten en sus webs “El objetivo del consumo de geles es evitar que las reservas de glucógeno se agoten y que el organismo mantenga la suficiente cantidad de energía para continuar con nuestra actividad (algo que puedes conseguir sin mayor problema consumiendo frutos secos, fruta desecada o barritas energéticas)”. Además, hay personas no acostumbradas a este producto destinado más al alto rendimiento, a quienes no sienta bien su ingesta cuando la sensación de hambre es acuciada, debido a su rápida asimilación.

 

  • Se han documentado casos extremos de problemas con frío en los que un simple “chupito” de aceite de oliva, fácilmente transportable en microbotellas de 20 gramos, ha permitido a una persona entrar rápidamente en calor.

 

  • De manera general no consumas alimentos que no hayas probado antes en casa y evita ingerir de una sola vez más de 30 o 40 gramos de un producto que sea muy calórico, como unas aceitunas rellenas (pueden provocarte una diarrea) o una bolsa de frutos secos. Y si tienes dudas o algo te suele sentar mal, consulta como siempre a tu médico/a.

 

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