Hushé es una pequeña aldea de aproximadamente 800 habitantes, que se encuentra situada a 3.150 metros de altitud en lo más profundo de la Cordillera de Karakórum (Pakistán), a los pies del monte Masherbrum. En esta zona confluyen las tres mayores cordilleras montañosas del mundo: el Karakorum, el Hindu Kush y el Himalaya, convirtiendo a esta región en un paraíso para alpinistas, excursionistas y aventureros.
Hushé se presenta como un paraíso en lo natural, pero miserable en lo humano, es decir que es un lugar en el que la belleza y la dureza van de la mano. La pobreza es tan evidente que basta un simple paseo por sus calles para darse cuenta del grado de necesidad en las que sobreviven hacinadas las familias.
Desde hace casi 20 años la Fundación Sarabastall de Caspe (Zaragoza) lleva desarrollando un proyecto de cooperación en Hushé. En este tiempo el proyecto ha conseguido mejorar notablemente la sanidad, la higiene, la alimentación, la agricultura y la educación en esta aldea; más del 93% de los niños y niñas de la aldea están escolarizados, algo realmente notable en esta zona del mundo.
Dentro de este proyecto, se va a activar una iniciativa cuyo objetivo es el de educar a un grupo de chicas jóvenes en la práctica de la escalada en ochomiles, algo acometido solamente por hombres hasta el momento. Ternua, la marca que diseña y produce ropa técnica de outdoor, va a equipar a estas tres jóvenes para que las bajas temperaturas y el duro clima no las amedrenten.
Se va a comenzar con las tres nietas del porteador más famoso del Karakórum, Abdul “Little" Karim, quien quiere transmitir sus conocimientos a su descendencia femenina para que se visibilice el papel de las mujeres del Karakórum. Se llaman Amina, Alum y Sudiqa, tienen entre 15 y 18 años y, van a ser las primeras mujeres porteadoras. Quieren demostrar que la igualdad de género es posible en el valle, que las encorsetadas costumbres de Hushé están empezando a cambiar.
Durante la época de trekking y expediciones, unos 80 hombres de Hushé trabajan como porteadores, transportando 25 o 30 kilos por encima de 5000 metros y durante ocho horas cada día.
La dura vida de las mujeres en el Valle de Hushé
Las "mujeres" del valle se suelen casar entre los 12 y los 14 años, los llamados matrimonios forzados, con chavales que apenas sobrepasan los 18. Desde ese momento su destino está ligado a los cuidados: cuidan de su marido, cuidan de su hogar, cuidan de las ancianas y ancianos, cuidan del campo, cuidan del ganado y cuidan de sus hijas e hijos. Su autonomía y progreso personal son escasos, los valores tradicionales y consevadores que rigen sus vidas provocan que no tengan tiempo para ellas.
Son madres y niñas al mismo tiempo, es normal que con 16 años ya tengan descendencia. Los matrimonios forzados desalientan a las niñas y sus familias a que sigan estudiando; la desigualdad de género es uno de los mayores lastres para el desarrollo en estas zonas tan remotas.
Una de las épocas más duras es el verano, ya que los hombres se marchan a trabajar de porteadores o guías de montaña, quedándose al cuidado de la comunidad. Se echan al bebé en el cuévano y suben con el ganado a los pastos que se encuentran por encima de los cuatro mil metros, donde ordeñan las vacas, hacen yogurt y mantequilla y, vuelven a casa después de estar una semana solas, rodeadas de infinita belleza y silencio. A pesar del duro trabajo que realizan, no se las considera relevantes, pero sin ellas la aldea de Hushé habría desaparecido.
El objetivo de esta inciativa es hacer visible el importante papel de que juegan las mujeres y animarlas a participar en la escalada de grandes montañas, al igual que sus abuelos, padres y hermanos. Al mismo tiempo, otro de los pasos dentro de este proyecto es impulsar un programa educativo, ampliando el número de becas para las niñas y los niños; además, se realizará un estudio genético y cardiológico de las poblaciones baltíes así como un estudio relacionado con el efecto del calentamiento global en los glaciares del Karakórum.
Que haya aumentando tan considerablemente el índice de escolarización de la zona, es una gran noticia, el cambio debe consiguirse a través de los libros y no de los golpes. Las mujeres y niñas de Hushé deben adquirir conciencia de sus derechos y comenzar a ejercerlos, ningún hombre debe decidir por ellas.