Una cordada japonesa abre una nueva ruta en el Rakaposhi

Kenro Nakajima y Kazuya Hiraide firman una ascensión para las enciclopedias alpinas en el severo sietemil del Karakorum

Una cordada japonesa abre una nueva ruta en el Rakaposhi
Una cordada japonesa abre una nueva ruta en el Rakaposhi

Se llaman Kenro Nakajima y Kazuya Hiraide, y durante los últimos años se han ido convirtiendo en dos de los grandes representantes globales del alpinismo de exploración. Si el año pasado se llevaban a casa un Piolet d´Or por su extraordinaria primera ascensión de la vertiente Noroeste del Shispare, ahora vuelven a presentar candidatura a los premios más prestigiosos de la disciplina con otra actividad para las enciclopedias montañeras. El dúo japonés inauguraba una nueva ruta en la cara Sur del Rakaposhi, una mole que coquetea con los ochomil metros en el Gilgit-Baltistán del Karakorum.

La cima, una musculada pirámide de 7.788 metros, se ascendía por priera vez merced a la pericia de Mike Banks y Tom Patey. Los británicos firmaban, en un pretérito 1958, cuando la vista de todos estaba fija en la subyugación de los ochomiles, una ascensión por la arista Suroeste, fundamental para comprender el alpinismo de vanguardia que se instalaría en los Himalayas durante las décadas siguientes. Una escalada al más puro estilo british, siguendo los pasos de aquel mito malogrado que fue Mummery.

El gran patio de recreo

Para Kazuya Hiraide, el valle de Hunza, uno de los grandes escenarios de peregrinaje para quienes buscan la soledad de las grandes montañas del planeta, es un homérico campo de juegos, donde sueña con escalar todos y cada uno de los picos de la región. Y la pared Sur del Rakaposhi un lienzo donde plasmar una obra maestra, ya imaginada por muchos, pero rematada por ninguno.

Tras varias jornadas de reconocimiento y aclimatación, y varias madrugadas de insomnio en el campo base provocadas por una pésima méteo y el tronar de las avalanchas lamiendo el valle, se pusieron manos a la obra. El 27 de junio abandonaban la seguridad de las tiendas, con la promesa de una buena ventana y provisiones para siete de días de esfuerzos en las laderas del Rakaposhi. Una batalla a crampones y piolet, abriendo ruta sobre la nieve fresca, que les ponía a los pies del exigente muro de hielo que da paso a la arista Sureste, el 29 de junio. Entonces la meteo cambió y la furia del Karakorum les mantuvo varados un par de jornadas, de esas de té y ambiciones vagas.

Una cordada japonesa abre una nueva ruta en el Rakaposhi

El 2 de julio, aprovechando la que podía ser su última oportunidad de disfrutar de un día soleado, lanzaban su ataque definitivo y alcanzaban la cima, para después descender por la misma ruta.

Aunque la cordada japonesa reconoce que su línea no atraviesa un terreno explosivamente técnico, si que advierten a los posibles pretendientes de que deberán enfrentarse a casi 4.000 metros de escalada, con la única certeza de la meterología voluble.

Kenro Nakajima y Kazuya Hiraide vuelven a demostrar, con esta delicatessen alpina, que la escena japonesa sigue siendo una de las grandes pioneras fuera del ajetreado panorama de los ochomiles.