El K2, palabras mayores. Una de las montañas más peligrosas del planeta y, claro, una de las más hermosas. 8.611 metros envueltos en grandeza y tragedia. Una máquina de crear y triturar sueños. Y también el próximo objetivo de Lina Quesada, quien al despuntar el estío marchará a los afilados contornos del Kakakorum en busca de su sexto ochomil. La sevillana, que tiene un imparable motor interno de curiosidad, regresará a los ochomiles aunque tras cada intento suela repetirse que no volverá a hacerlo. Pero la llamada de la montaña se ha mostrado irresistible un año más.
Con la masificada temporada primaveral dando sus últimos coletazos (aún restan un par de ventanas de buen tiempo que pueden aprovechar los centenares de alpinistas repartidos por los campos base del Himalaya), ya se van cristalizando los planes pre-monzónicos en los titanes de Paquistán. Y este intento, por el colosal mérito deportivo que supone ascender la "Montaña Salvaje" y por el optimismo inamovible de Lina, ya se encuentra entre nuestros preferidos para la nueva estación. Hemos podido charlar con la alpinista andaluza, siempre una voz honesta para comprender las afiladas aristas del ochomilismo actual.
¿Cuánto respeto te da el K2?
Mucho. Sólo el hecho de intentarlo es cumplir un sueño desde que en el año 2000 tuve la suerte de verlo por primera vez. Fui en el treking acompañando a los hermanos Iñurrategui que iban de expedición al G2, con un desolador desenlace debido al accidente mortal que sufrió Félix Iñurrategui.
¿Irás por el Espolón de los Abruzzos?
Sí, considero que es la vía más segura, más directa y bonita. Además de ser mítica por su primera ascensión...
¿Qué es lo que más te preocupa y te fascina de esta montaña?
Me preocupa sobre todo la meteorología y la seguridad de los seracs, ya que el cambio climático está afectando mucho a las montañas y los glaciares que cada vez están más inestables. Me fascina su forma de pirámide perfecta, su situación desde la que se divisa el glaciar Godwin Austen y todos los grandes colosos del Karakoum (Masherbrum, Chogolisa, Broad Peak y los Gasherbrum).
¿Es el mayor desafío de los ochomiles?
Para mí sí, aunque creo que hay más ochomiles difíciles, así como rutas inexploradas que pueden llegar a ser mucho más peligrosas.
Y respecto a su enorme historia, ¿cómo te sentirías formando parte de ella?
Eso es lo que menos me preocupa, ya que mi sentimiento por la montaña y el deporte son algo tan íntimo y personal que no busco la trascendencia social. Sólo transmitir este modo de vida del esfuerzo a través del entrenamiento, y la recompensa es simplemente vivir esa experiencia por mí misma.
¿Cómo has visto la temporada de primavera en los ochomiles?
De momento no ha habido demasiados accidentes, eso me alegra. También hay que destacar el gran nivel que goza España en cuanto a alpinistas destacados y de élite, eso debería motivar más a las instituciones y a los empresarios a promocionar más y mejor a los grandes deportistas que existen actualmente en España.
¿La comercialización de los ochomiles es imparable?
Esto cada vez irá a más. Dado el auge del alpinismo en las redes sociales y los medios de comunicación, cada vez habrá mas gente atraída por las sensaciones que ofrece este deporte y el afán de conseguir cada vez más cumbres, más difíciles y más altas. Eso nos llega a todos. Al menos con estas expediciones contribuimos al desarrollo del pueblo nepalí, que tras los terremotos Nepal necesita más que nunca la ayuda económica que ofrecen los trekings y expediciones.