La belleza es una cosa rara: Steve House en su camino

Historias a pie de vía.

Simón Elías

La belleza es una cosa rara: Steve House en su camino
La belleza es una cosa rara: Steve House en su camino

La imagen se abre como una fotografía en blanco y negro de Bradford Washburn. Es una imagen gigantesca del Denali, en ella se ve la montaña desde el oeste: un lomo erizado de crestas, paredes y glaciares. El sol de la mañana marca las orientaciones y realza los relieves, hace que las aristas se conviertan en un sendero entre las nubes que se alargan en la dirección del amanecer. Todo lo que se ve es hielo y roca, no hay nada más. La imagen te deja ligeramente asustado como si fuese un retrato del último anciano de una raza extinta. Un retrato inquietante de un mundo olvidado, congelado. En medio de la imagen una profunda brecha separa dos muros característicos. Al norte el Muro Washburn en honor del fotógrafo que más veces retrató la belleza de la montaña, en la luz iluminada por el tímido sol del ártico está el Muro del Padre y los Hijos. Es un día frío del corto verano polar y según se va acercando la imagen, el Muro del Padre y los Hijos crece y crece hasta convertirse no en una parte de la montaña sino en una montaña en sí mismo. Crece hasta alcanzar los dos mil metros de longitud que separan la Arista Cassin a 6000 metros del último espacio plano sobre el glaciar. En medio del muro gigantesco de hielo y nieve podemos ver un punto que contrasta con la monotonía cromática, es un punto que se mueve lentamente, un punto con extremidades encajadas en la roca. Ese punto es Steve House en su camino para convertirse en uno de los mejores alpinistas del mundo. El hombre que escalará el K7 en solitario después de seis intentos, el hombre que abrirá una ruta en estilo alpino en la pared Rupal del Nanga Parbat, el hombre que después de escalar la ruta Eslovaca Directa del Denali en 60 horas sin parar encontró el máximo significado de la palabra compañerismo y así se lo transmitió a su esposa al regresar a casa: “No sabía que una conexión así se podía establecer con otra persona”. Su matrimonio estaba quebrado.

Ese punto minúsculo ganchea los piolets en la roca sabiendo que los movimientos son tan difíciles que si encuentra por encima una sección infranqueable no podrá descenderlos sin cuerda, pero ese día Steve está lleno de belleza. La escalada le ha mostrado una parte valiente y fuerte de sí mismo, una bella bravura. Otros días ha visto su debilidad, se ha encontrado arrastrándose, encogido por el miedo. La montaña le ha enseñado que es todo esto: fuerte y débil, bravo y cobarde, inmune al miedo de la muerte y entregado a su voluntad al mismo tiempo. El riesgo es lo que Steve paga por aprender estas lecciones. Hay momentos en la vida de un hombre en que tiene que demostrarse lo que es capaz de hacer. Steve lleva así 41 años. “Ha habido momentos en los que mi supervivencia parecía secundaria a mi búsqueda de experiencias.” En su primer intento en la pared Rupal del Nanga Parbat, su compañero le paró a unas pocas horas de la cumbre. Bruce Miller vio claramente que los dos iban a morir por la fiebre de cumbre de House. Esto ocurrirá unos años después pero hoy Steve es un joven de 25 años sintiendo que una sensación de fuerza le acompaña hacia la cumbre del Denali tras abrir una ruta en solitario en el Muro del Padre y los Hijos. Es el comienzo de un viaje que solo puede acabar en el conocimiento o en la muerte, Steve lo sabe. Hoy todo brilla mientras abre huella sobre la nieve nueva, por eso llamará a su ruta Beauty is a Rare Thing. Steve sabe que la belleza es una cosa rara, como los alpinistas viejos.

House, Steve. Beyond the Mountain. Vertebrate Publishing.