The Terror, sobreviviendo al tiempo

Nuevas imágenes en vídeo del Terror, el barco de Sir John Franklin naufragado en el Ártico hace casi dos siglos

The Terror, sobreviviendo al tiempo
The Terror, sobreviviendo al tiempo

Suele decirse que el tiempo es el enemigo de todos. Claro que ante tal afirmación habrá muchos que no estén de acuerdo, como los amantes del vino, los devotos de Orson Welles y, desde luego, el equipo completo de arqueólogos que está explorando el Terror, el mítico barco de la expedición de Sir John Franklin desaparecido en el Ártico hace más de 170 años.

Durante este verano, los arqueólogos han llevado a cabo varias decenas de inmersiones en la bien bautizada Bahía de Terror, en la isla del Rey William canadiense, donde el navío era devorado por los hielos, quedando varado a 24 metros de la superficie. En 1845, el HMS Terror y el HMS Erebus partían del puerto de Greenhithe, en Inglaterra, con el objetivo de hallar el mítico Paso del Noroeste. Tanto su capitán como como las 128 almas que le acompañaban desaparecían sin apenas dejar rastro, legando uno de los relatos más misteriosos de la exploración polar. Todo tipo de teorías y fantasías han orbitado alrededor de los dos navíos, incluyendo la aclamada serie de AMC "The Terror", basada en el libro de Dan Simmons, que imaginaba una criatura legendaria como verdugo de la expedición. Sin ánimo de desmerecer ambas obras, ni falta que hacía: los espíritus humanos llevados al extremo, el canibalismo, el escorbuto, los horizontes inalcanzables y la desesperanza habrían sido el motor suficiente de una despiadada historia que empieza a desvelarse.

Congelado en el tiempo

Descubierto en 2016, sólo dos años después del hallazago del Erebus y a 100 kilómetros de distancia (lo que añade muchas más incógnitas), el Terror puede ofrecer una gran cantidad de las piezas necesarias para completar este macabro puzzle de la historia. "Lo que más nos ha sorprendido es su increíble estado de conservación", se emocionaba Ryan Harris, director del equipo arqueológico canadiense que este año se ha pegado una maratón de trabajo submarino, algo impensable en 2018 a causa de los antojos de la meteorología. El equipo se ha centrado en trazar un mapa 3D de la estructura del barco, en trabajar con un pequeño robot remoto para explorar el interior sin causar daños y en ofrecer al mundo unas imágenes antológicas del naufragio. Ya se ha mapeado un 90% de la cubierta inferior del barco, incluyendo 20 camarotes que arrojan una fiel perspectiva de la vida de los marinos a bordo.

El buen estado de conservación del navío se debe tanto al tipo de fondo marino donde se posaba el barco como a las características no violentas de su hundimiento. La profundidad, la temperatura del agua, así como la falta de luz natural y de oxígeno han contribuido a preservar este maravilloso tesoro arqueólogico.

Todavía no se ha logrado acceder al dormitorio del capitán Francis Crozier, aunque precisamente por eso se cree que podría ser el habitáculo mejor conservado del barco. Las esperanzas están puestas particularmente en su escritorio, que podría contener fascinantes documentos que ayuden a comprender el destino final de la expedición. "Es realmente tentador soñar con ello", se relame Harris. "Hay un potencial real de que hallemos manuscritos y documentación". A pesar de ello, mantienen la templanza. "Será un proceso largo y debemos ser muy meticulosos y cuidadosos con nuestros descubrimientos y la forma de comunicarlos".

Congelado en el tiempo

Botellas, platos y todo tipo de artefactos en buen estado han ido animando cada inmersión en un barco que aseguran tiene aspecto de haber quedado desierto antes del hundimiento. No se han enontrado restos humanos y todavía no han retirado ninguno de los objetos de su interior, que pertenecerán de forma conjunta al gobierno federal canadiense y al inuit, moradores originales de este remoto área del Ártico conocida como Nunavut. "Hay mucha excitación sobre la posibilidad de desvelar este misterio a través de los nuevos descubrimientos junto a la tradición oral de los inuit. Sin duda, podremos ofrecer nuevas pistas sobre la historia completa de la expedición de Franklin y su destino último", continúa Harris.

Los planes futuros pasan por enviar buzos a explorar cada uno de los camarotes, prestando especial atención a los cuartos de los oficiales. Hasta el momento, pocos objetos se han podido identificar a causa de la ingente cantidad de sedimentos acumulada alrededor del naufragio. "Podemos ver las cosas grandes, las cosas obvias", reconoce Harris. También tienen intención de analizar las corrientes de la Bahía de Terror en busca de pistas que aclaren esos 100 kilómetros de distancia hasta el Erebus, la nave comandada por Franklin, ya que siempre se tuvo la sospecha de que ambos veleros habían sucumbido juntos. Parks Canada, el organismo oficial que se encarga de la investigación, también tiene un equipo en el Erebus, aunque las labores son lentas y peliguadas a causa de las durísimas condiciones del hielo y de la meteorología.

Mientras el enigma se va evaporando, al ritmo lánguido de las eras y las banquisas, podemos ir disfrutando de las asombrosas imágenes que los investigadores van compartiendo. Hete aquí el último ejemplo.

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