Situado en los Andes argentinos, el Aconcagua es la montaña más alta de América y una de las grandes y más famosas cumbres del mundo. Sus casi 7.000 metros de altitud son un objetivo deseado por montañeros de todo el planeta. El Centinela de Piedra es la Gran Atalaya de los Andes. Os contamos su historia, sus rutas, y una completa guía práctica para todos aquellos que soñáis alcanzar su cima.
Fotografías: Aurora Photos
Introducción
El Aconcagua es, con sus 6.962 metros de altitud, la montaña más alta de los Andes y de toda América, y también la más alta del mundo fuera de Asia. Tan sólo los sietemiles y los ochomiles de éste continente superan a la mítica montaña andina. Cuando hablamos del Aconcagua lo hacemos sobre una montaña muy variada, donde todas las rutas que convergen en su aplanada cima presentan las más diversas dificultades, por lo que nada tienen en común la ruta normal con la enorme pared sur, que sin duda alguna, sigue siendo uno de los grandes problemas de los Andes. Dejando de lado durante unos instantes las rutas de ascensión, es importante destacar que el Aconcagua es una montaña con unas características especiales: un terreno terriblemente árido, el aire enrarecido que caracteriza a los Andes Centrales, y sus casi siete kilómetros de altura, lo convierten en un objetivo muy duro física y psíquicamente.
El escaso oxígeno que no corresponde con la altitud del Aconcagua sino, como mínimo, medio centenar de metros por encima, y la complicada y a menudo corta aclimatación a la que, obligatoriamente, se ve sometido el montañero/andinista, exigen una excelente preparación física, así como una apropiada aclimatación -que bien puede conseguirse en otras montañas de menor altitud cercanas o no a nuestro objetivo- y finalmente, un excelente estado anímico. Si se dan estas tres condiciones, aumentarán las oportunidades y las posibilidades de éxito, aunque la caprichosa climatología del Aconcagua siempre tendrá la última palabra; pues volvemos a repetir que el Aconcagua es un monte especial en todos los sentidos: casi siete mil metros, aclimatación complicada, ruta normal muy fácil, paredes impresionantes, glaciares, neveros, roca vertical, pedreras inacabables... Pocas montañas del mundo se parecen a esta.
Introducción
ALGO SOBRE SU HISTORIA
Las primeras incursiones de la que se tienen noticias las protagoniza el alpinista alemán Paul Güssfeldt, quien durante el verano austral de 1883 intenta escalar la cumbre del Aconcagua por la Cara Noroeste, alcanzando en su intento definitivo los 6.560 m de altitud.
Tras otros intentos infructuosos, el día 14 de enero de 1897, una expedición dirigida por el británico Edward Fitz Gerald coloca en la cumbre del Aconcagua al guía suizo Matthias Zürbriggen, sin duda el alpinista más fuerte y experimentado de aquella numerosa expedición.
Cuatro semanas más tarde, el italiano Nicolás Lanti y el inglés Stuart Vines consiguen la segunda ascensión del Aconcagua a través de la misma ruta. Ambos alpinistas formaban parte de la expedición científico-deportiva dirigida por Fitz Gerald.
A partir de entonces las ascensiones al Aconcagua se suceden en cuentagotas todas por la vertiente noroeste que pasará a ser la ruta normal de la montaña. El 8 de marzo de 1934 una expedición polaca asciende al Aconcagua por la Pared Noreste, a través de un magnífico itinerario sobre nieve y hielo que, a partir de entonces, se llamará “Glaciar de los Polacos”, en honor a sus descubridores y primeros ascensionistas. Esta es una de las rutas más hermosas del Aconcagua.
La primera mujer que alcanza la cumbre del coloso de América es la alemana Adriana Bance el día 7 de marzo de 1940. Formaba parte de una expedición germano-argentina dirigida por George Link, esposo de Adriana.
La laberíntica y complicada Cresta Suroeste es conquistada por primera vez en enero de 1953 a cargo de los andinistas argentinos F. Grajales y F.G. Ibáñez y dos suizos, los alpinistas D. y F. Marmillod. La suiza Dorís Masrmillod se convierte de esta manera en la primera mujer en alcanzar la poco frecuentada Cumbre Sur del Aconcagua (6.930 m), unida a la Cumbre Norte (6.962 m) por el Filo o Cresta del Guanaco. Esta ascensión sirve para inaugurar la escalada de dificultad y verdadero compromiso en el Cerro Aconcagua.
Algunos años más tarde, concretamente el 2 de enero de 1979, dos vascos y un catalán, Martín Zabaleta, Xabier Erro y Joan Hugas, abren una variante difícil a la Cresta SW.
También en 1953, en septiembre, un pequeño grupo de militares argentinos logran la 1ª ascensión Invernal de la montaña a través de la ruta normal de la Cara NW, un gran logro que da la vuelta al mundo.
Las ascensiones por esta vertiente se suceden una detrás de otra y se populariza enormemente. Pero llega la hora de la dificultad y del riesgo extremo. En febrero de 1954, la expedición francesa dirigida por René Ferlet escala por vez primera la Cara Sur del Aconcagua, la más difícil y alta con sus casi 2.800 m de altura. Seis alpinistas divididos en varias cordadas dirigidas en altura por Robert Paragot, alcanzan brillantemente la cumbre del gigante americano. Sin embargo, queda pendiente para dos décadas más tarde la salida directa.
A la salida directa se le conoce como Francesa o Paragot. La mayoría de los alpinistas que alcanzaron la cumbre sufrieron serias congelaciones y algunos de ellos, fueron rescatados y evacuados en la ruta normal por miembros del Ejército Argentino.
El 23 de enero de 1974, Reinhold Messner, miembro de una expedición sudtirolesa, deja su sello en la montaña abriendo en solitario la variante directa final a la Cresta del Guanaco partiendo del glaciar superior, después de haber escalado la Ruta Francesa, siendo el único miembro de su grupo que alcanza la cumbre del Aconcagua. Esta salida directísima de 550 mde desnivel presenta dificultades extremas sobre terreno mixto y hielo. ¡Messner sube y baja por la misma ruta sin utilizar la cuerda en ningún momento! Un gran logro de la primera figura mundial del alpinismo.
Durante el invierno austral de 1981, el japonés Tsuneo Hasegawa realiza la 1ª ascensión Absoluta en Solitario de la Pared Sur del Aconcagua, sin duda uno de los logros más importantes de la historia de esta montaña. Alcanza la cumbre en agosto.
Durante las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado, la Pared Sur conoce las rutas más extremas y peligrosas, destacando Ruleta Rusa y la Vía Eslovena. Ambas rutas fueron abiertas por los grandes alpinistas eslovenos Milan Romih y Slavko Sveticic. Como su nombre indica, la primera de las vías es- quizás- la más temible y peligrosa de esta vertiente. Ambos alpinistas han sido unos asiduos a éste monte y lo han frecuentado en muchas ocasiones.
Hasta estos momentos el Aconcagua cuenta con cerca de 40 Rutas y Variantes.
ALGO SOBRE SU HISTORIA
La ruta normal del Aconcagua es la más fácil y frecuentada. No presenta ninguna dificultad técnica mínimamente destacable –por lo menos durante el verano austral- y un camino muy bien definido une el campo base con la cumbre de la montaña, tras 2.700 m de desnivel y un recorrido relativamente suave. Por mi experiencia en las grandes cumbres, no creo que haya en todo el mundo una montaña igual de alta y con unas características similares a las que posee el Aconcagua, es decir, un itinerario que sin nieve (en pleno verano prácticamente no tiene), se puede hacer en... zapatillas de running. Esta facilidad técnica convierte a menudo esta ruta en una trampa mortal, donde “montañeros” o senderistas sin ninguna experiencia, mal aconsejados y lo que es peor, deficientemente preparados físicamente y sin un equipo de montaña adecuado, acometen la ascensión con “más alegrías de la cuenta”, pagando desgraciadamente un precio muy alto, llegando incluso a la muerte, o en menor caso a edemas muy graves. Sin embargo, cualquier alpinista experimentado, bien preparado y con un equipo adecuado para dicha montaña, acometerá la ascensión sin excesivas dificultades ni problemas, y con muchas garantías de éxito... aunque no todas, porque recordemos que el Aconcagua es un monte un tanto especial y éste siempre tendrá la última palabra.
Una vez realizado el obligatorio periodo de aclimatación a la altitud, que puede realizarse sobre la misma ruta normal, o bien en cerros cercanos -Catedral, Bonete, Manso o el más técnico Cerro Cuerno entre tros- el tiempo de subida y bajada será de cinco o seis días. El primer campamento se monta en Nido de Cóndores (5.300 m), un lugar muy espacioso, aunque muchos montañeros prefieren o se ven obligados a montar un primer campamento en Plaza Canadá (4.800 m), siendo para estos Nido de Cóndores un segundo campo de altura. El segundo campamento -tercero para otros- es Berlín (5.850 m), un lugar desolado y solitario donde se encuentran tres pequeños refugios: Berlín, Plantamura y Libertad. Normalmente se ataca la cumbre desde este punto. Cabe destacar que a 6.400 mde altitud se encuentra el destruido Refugio Independencia.
La dificultad más destacable de la última jornada se encuentra en la famosa Canaleta, cuya entrada está a unos 6.600 metros de altitud y termina casi en la misma cumbre. Se trata de un corredor ancho y empinado, normalmente con piedra suelta. Más que técnico es agotador física y psíquicamente. Es importante mentalizarse previamente para el sufrimiento que -casi seguro- nos estará esperando en dicha Canaleta. Una vez superada, el camino hasta la cumbre es muy fácil.
Cada uno de estos campamentos está instalado en lugares estratégicos y relativamente bien protegidos del viento, el arma principal con la que cuenta el Aconcagua. El camino está muy bien marcado, es ancho y las dificultades técnicas no existen. Sin embargo, hay que ir con mucho cuidado al cruzar algunos neveros existentes a principios del verano, especialmente en la travesía que nos llevará hasta Nido de Cóndores, pues dichos neveros se precipitan en forma de canales muy empinadas directamente hasta el campo base.
El campo base de la ruta normal se llama Plaza de Mulas (4.260 m), el lugar más concurrido de la montaña y donde se llega después de una -relativamente- cómoda marcha de aproximación que, normalmente, se efectúa en dos largas jornadas a través del Valle o Quebrada de los Horcones. Durante la temporada estival son cientos los alpinistas, montañeros, senderistas, arrieros, cocineros, guías y demás personal, que pasan por Plaza de Mulas.
Otras Rutas
Los Polacos
Después de la Ruta Normal (Cara NW), el Glaciar de los Polacos (Cara NE) es la vertiente más frecuentada del Aconcagua. Nada tienen en común ambas rutas, pues Polacos recorre un glaciar de dificultad moderada, cuyas pendientes -en la Ruta Directa- alcanzan fácilmente los 55º/60º de inclinación sobre nieve dura o hielo y unos 1.200 metros de desnivel hasta la cumbre. Esta vertiente cuenta actualmente con cuatro rutas, siendo la ruta original de 1934 la más asequible. Por lo demás, la Ruta Directa y la Variante Altoaragonesa son las más técnicas. Entre estas y la normal está la Variante de Polacos, más moderada y menos complicada (45º/50º). Polacos es un entreno excelente –un lugar donde adquirir mucha experiencia- para después subir a las grandes cumbres del Himalaya. Al Glaciar de Polacos se puede acceder a través del Valle del Río de las Vacas o desde distintos puntos de la vía normal realizando largas travesías hasta el pie del glaciar.
Cara Sur
La Sur del Aconcagua es la gran pared de este coloso, un regalo a los ojos que la contemplan... y un desafío para los grandes escaladores del mundo entero. Algunos de los mejores alpinistas que hay o ha habido han dejado su sello personal en dicha pared. Actualmente una docena y media de rutas y variantes pueblan esta escarpada y ancha vertiente que tiene unos 2.700 m de desnivel. Se trata de la pared que tiene más desnivel de los Andes, y después de la Cara Sur del Denali (Alaska), la más alta de América. Alpinistas franceses, eslovenos y sudtiroleses dirigidos por Reinhold Messner, han abierto las grandes rutas o variantes de la Sur. Entre estos cabe destacar a Milan Romih y al ya desaparecido Slavko Sveticic, autores de algunas de las grandes proezas que se han llevado a cabo en esta cara. La aproximación a la Pared Sur se realiza a través de la Quebrada o Valle de los Horcones hasta Confluencia, y a continuación a través de la Quebrada de los Horcones Inferior hasta Plaza Francia.
Otras Rutas de interés
El Aconcagua es una montaña que da para mucho. Hay rutas de todo tipo de dificultad, y algunas de estas, son asequibles a alpinistas que, sin ser extremos, suelen meterse en itinerarios complicados. Entre este tipo de itinerarios dada su belleza y espectacularidad, destacaría la Arista o Filo Suroeste, abierta por la cordadas suizo-argentina de 1953, que tiene la particularidad de alcanzar la Cumbre Sur (6.930 m) después de una escalada laberíntica y expuesta, y posteriormente efectuar la travesía de la Cresta o Filo del Guanaco (¡impresionante de verdad!) hasta la Cumbre Norte o Principal (6.962 m). Este itinerario tiene cerca de 3.000 mde desnivel.
El segundo itinerario que recomiendo es la Ruta de los Argentinos del Glaciar del Este, itinerario de 2.000 m de desnivel recorrido por primera vez en enero de 1978. Se trata de una vía eminentemente glaciar que discurre por un señor paredón de dos kilómetros de altura. El Glaciar del Este está dividido en tres secciones bien diferenciadas, y las dificultades se concentran a partir del glaciar medio, donde la pendiente de hielo alcanza los 60º/65º de inclinación, así como tramos sobre mixto difícil. La ruta sale al Filo Sureste y continúa por esta difícil arista (tramos de hasta V ) hasta que se alcanza la Cumbre Norte del Aconcagua. Se trata de una ruta muy alpina y hermosa.
Ambas rutas son escasamente frecuentadas.
Otras Rutas
GUÍA PRÁCTICA
CUÁNDO IR: de mediados de diciembre a finales de febrero es la mejor época para escalar el Aconcagua. Corresponde a los meses del verano austral sudamericano. Los periodos de buen tiempo suelen ser largos.
CLIMA: en gran parte de América del Sur el clima está regido y condicionado principalmente por el anticiclón del océano Pacífico, así como por las características orográficas de los Andes. Las perturbaciones procedentes del Oeste, es decir, del Pacífico, suelen desatar tormentas muy peligrosas, que, en invierno y primavera, dejan grandes cantidades de nieve, siendo los temporales realmente impresionantes. El viento es temible en estas latitudes y el “hongo” del Aconcagua es famoso en el mundo entero. Esta nube se forma en la parte superior de la montaña y es sinónimo de inestabilidad, signo de mal tiempo. Otro fenómeno que cabe destacar es el viento blanco, que suele soplar durante las nevadas o después de estas, trasladando la nieve polvo de un lugar a otro sin descanso. En verano y principio de otoño las tormentas eléctricas suelen ser muy peligrosas, por lo que es importante escapar de las crestas y filos, así como de las planicies septentrionales de la montaña. Aún en verano, las temperaturas suelen ser muy bajas, y por encima de los 5.500 metros es probable encontrar -25º C ó -30º C. Recordemos que nos encontramos en un “casi” siete mil. En invierno la cosa suele ser mucho más extrema y las temperaturas pueden alcanzar los -45º C en la parte alta de la montaña, aunque en un día crudo y riguroso, es probable encontrar estas temperaturas a una menor altitud.
ACLIMATACIÓN: el Aconcagua es una montaña exigente, y el proceso de aclimatación a de ser lo más parecido posible al de las grandes atalayas del Himalaya. Hemos explicado anteriormente que los Andes Centrales son un lugar muy árido donde se manifiesta la escasez de oxígeno y el aire enrarecido. En la mayor parte de los Andes no tendremos este serio problema, pero aquí sí. Por lo tanto, es importante dedicar dos semanas para poner nuestro cuerpo en óptimas condiciones y ser capaces de afrontar la ascensión al Centinela de Piedra con las máximas garantías posibles. La aclimatación más idónea es la llamada “de sierra”. Un ejemplo: tras llegar al Campo Base de Plaza de Mulas es importante descansar dos días, pero un descanso activo, paseando por el campamento. Al tercer día podríamos subir hasta Plaza Canadá (4.800 m), sin apenas peso en la mochila, volviendo a descender a Plaza de Mulas para poder dormir. El ritmo tiene que ser lento. El cuarto día lo dedicaremos a descansar en el base, un descanso a poder ser activo. El quinto día es el nuestro. Después de desayunar cargamos un poco las mochilas y ascendemos hasta el Campo I de Nido de Cóndores (5.300 m), lugar donde podríamos intentar pasar una noche, dejar las tiendas montadas, y al día siguiente volver al campo base. De este modo iremos logrando una excelente aclimatación. Dos días de descanso activo nos repondrán totalmente y seremos capaces de volver a subir al Campo I sin ningún problema para pernoctar allí. Al día siguiente, si nos encontramos bien podemos subir a Berlín y acampar allí. Estaremos a las puertas de la cumbre y sabremos si estamos en condiciones de atacarla o todavía no! Si no estamos aún bien aclimatados, podemos posponer la ascensión a Berlín (Campo II) y permanecer otro día en el Campo I.
Otra cosa interesante es la de aclimatar en parte en la Ruta Normal y en parte en las cumbres de los alrededores, por ejemplo los Cerros Bonete (4.900 m) y Catedral (5.330 m), o el Manso (5.557 m) situado en las proximidades de la vía normal. Seguramente no será tan monótono y además escalaremos otras cumbres. Repito que la aclimatación no es ningún capricho, sino un paso obligado para dedicarse al alpinismo de altura.
EQUIPO: nos centraremos en el equipo y el material para la Ruta Normal. Al no ser una ruta técnica, a veces no son necesarios ni el piolet ni los crampones, tan sólo los bastones. Sin
embargo, para no llevarnos ninguna sorpresa, mejor cargar con ellos, por lo menos hasta el último campo. Recomiendo un cordino por grupo... por lo que pudiera pasar. Utilizaremos la misma ropa que llevamos en Pirineos en invierno más un plumífero. También hay que llevar un chaleco y unos patucos para los pies. Todo de pluma.
Son imprescindibles los pantalones y la chaqueta impermeable y transpirable, la chaqueta cortaviento, el gorro y los guantes cortaviento, unas manoplas, unos guantes interiores y a poder ser otros de repuesto, las gafas de glaciar, las gafas de ventisca, la máscara de neopreno, mallas y camisetas térmicas interiores, calcetines calientes y varios pares de recambio, una mochila de gran capacidad y otra más pequeña si se tiene, paranieves y unas botas cómodas y resistentes a las bajas temperaturas, y a poder ser con un botín interior. Hoy en día se fabrican modelos de piel o bien kevlar y Gore-Tex mucho mejores que las clásicas de plástico.
PERMISOS: Fuera del Himalaya y otras montañas de Asia, el Aconcagua es una de las pocas cumbres que para poder escalarla es necesario un permiso. Estos se tramitan de forma personal en la Ciudad de Mendoza. Este trámite no requiere mucho tiempo, y nos bastará con una mañana. El permiso nos será exigido por el guardaparques en la entrada de la Quebrada de Horcones, para los que vayan a Plaza de Mulas o a Plaza Francia, o en Pampa Leñas para todos aquellos que ingresen hacia Plaza Argentina o Plaza Guanaco. El guardaparques se quedará con una copia del permiso. Igualmente, es obligatorio un permiso de trekking para los caminantes que sólo llegan hasta los campos bases de las distintas rutas. Se considera temporada oficial entre el 15 de noviembre y el 15 de marzo.
GUÍA: Para subir al Aconcagua no es obligatorio contratar el servicio de un guía, sin embargo, es recomendable para todos aquellos que no posean la experiencia adecuada. Osrecomendamos al Guía especialista en el Aconcagua Xavi Llongueras.
BIBLIOGRAFÍA: “Aconcagua Ascensiones y Trekkings”. Herber Orona (Desnivel), 2002.“Quaderns d’Alpinisme Núm 4: Aconcagua”. Servei General d’Informació de Muntanya, 1993. (en catalán).
CARTOGRAFÍA: Aconcagua, 1:50.000, Servei General d’Informació de Muntanya, 2002.
GUÍA PRÁCTICA
Actividad española
El Aconcagua siempre ha sido una montaña muy frecuentada por los alpinistas españoles. Entre la actividad principal cabe destacar la siguiente: Durante el invierno austral de 1980, una expedición catalana recorre el Glaciar de los Polacos hasta la Cumbre Norte (6.962 m). Dos de sus miembros alcanzan el punto culminante realizando la primera ascensión invernal de esta ruta. Buena parte del recorrido lo hacen en esquís. En 1982, después de haber escalado la ruta normal, los navarros Mari Abrego y José Ignacio Ariz, recorren la Ruta Francesa de la Cara Sur saliendo por la Directísima Sudtirolesa. Se trata de la 1ª ascensión española a dicha vertiente.
Un año más tarde, de nuevo durante el invierno austral, una expedición vasca formada por siete miembros, alcanza la cumbre del Aconcagua a través de su ruta normal. El 20 de agosto llegan a la cima. Entre estos expedicionarios cabe destacar a Juanito Oiarzábal. Probablemente se trate de la 5ª ascensión invernal absoluta a esta montaña. Entre 1985 y 1986, el guía aragonés Fernando Garrido “pasa” 63 largos días en la cumbre del Aconcagua, consiguiendo de esta manera el récord de permanencia en altitud que tenía el francés Nicolas Jaeger.
Durante el invierno austral de 1986, una expedición andaluza formada por M. Morales, M. González y M.A. Mateos logra la cumbre del Aconcagua a través de la ruta normal. 2ª ascensión española en Invierno a esta ruta. Sin duda alguna, la ascensión más remarcable es la llevada a cabo por Fernando Ruiz, un joven alpinista que logra nada menos que la 2ª ascensión absoluta en invierno de la Pared Sur del Aconcagua a través de la Ruta Francesa y variante Directísima Sudtirolesa. Sin embargo, Fernando paga esta increíble ascensión con unas gravísimas congelaciones que le dejaron secuelas de por vida.
En 1991, el guía catalán Carles Gel consigue la ascensión invernal en solitario del Aconcagua, subiendo por la ruta normal de la Cara NW y descendiendo posteriormente a través de la Cara Oeste en tan sólo 48 horas. Se trata de una de las primeras travesías en invierno de la montaña. Este mismo alpinista había intentado la misma ascensión durante el invierno austral de 1990, también en solitario, abortando el intento por congelaciones en los pies.
Posteriormente, la Cara Sur ha sido frecuentada por varias cordadas españolas, recorriendo la práctica totalidad la Ruta Francesa y la salida Messner o Sudtirolesa. Otra ruta muy frecuentada por alpinistas estatales es el Glaciar de los Polacos, donde alpinistas aragoneses recorrieron por vez primera una bellísima ruta de moderada dificultad allá por el año 1995. Se trata de la Variante Altoaragonesa, escasamente frecuentada.
Actividad española
Invierno en el Aconcagua
El Invierno Austral es muy duro y largo en estas latitudes. El Aconcagua, con sus casi siete mil metros, no es ninguna broma en invierno, y se convierte en un objetivo de primera categoría, un verdadero desafío para los mejores alpinistas... o para los incondicionales del frío extremo. En mis visitas a esta montaña -cuatro las he realizado en invierno o primavera- a principios de la década de los noventa del siglo pasado, pude constatar las dificultades que representa plantearse escalar el Aconcagua en invierno, pues uno debe ser capaz de cargar con todo el equipo hasta el campo base, ya que durante esa dura época ningún animal es capaz de transitar por los valles que dan acceso a la montaña debido a la gran cantidad de nieve que se acumula por encima de los tres mil metros de altitud. Los esquís son imprescindibles. Cómo no, también es posible contratar los servicios de algún helicóptero. Aún así, el Aconcagua se ha llegado a escalar 30 ó 35 veces -no más- durante el invierno austral, y por lo menos, media docena de estas ascensiones invernales las han firmado alpinistas españoles. Los alpinistas en solitario tampoco han faltado a la cita con la montaña, y quizás cinco o seis escaladas han sido realizadas de esta manera durante la época más dura y arriesgada del año, siempre por la normal o la Sur.
Invierno en el Aconcagua