“Hagas lo que hagas, ámalo (...)”. Estas sabias palabras fueron pronunciadas por Alfredo, uno de los protagonistas de la película Cinema Paradiso. Uno de los filmes preferidos de Roberto Ruiz, y no es para menos, pues ha hecho de esta afirmación casi su guía. Ya sea en el barro del cross, sufriendo las altas temperaturas de las carreras de trail o dejándose la piel en las competiciones con raquetas de nieve, Roberto lucha con pasión, amando cada metro que recorre. Y eso se nota. Se nota en su espíritu aventurero, el mismo que le hizo dar el salto de la pista de atletismo a las nevadas montañas. Se nota también en su fuerza innata, la que le ha hecho proclamarse tercero del mundo de raquetas de nieve este año. O la misma que le llevó a colgarse por primera vez un oro en el campeonato de España de la misma modalidad con las raquetas rotas. Y es que a este cántabro de 31 años pocas cosas le paran. Devoto de las alcachofas al queso de Tresviso y del color verde "como la Vega de Pas", confía en seguir haciendo de las suyas en la nieve. Su próximo gran objetivo será el campeonato del mundo de raquetas, que se celebrará en Nueva York en febrero de 2017. Va a por todas.
¿Cómo y cuándo fue tu primer contacto con el mundo del atletismo?
Fue en primer año de Junior, cuando corrí la primera carrera de la temporada en el Cross de Ajo. En ésa época yo jugaba al tenis y en el gimnasio tenían cintas de correr. Había una blanca que estaba inclinada y ponía “solo profesionales”. Me gustaba ponerla a tope y cuanto más tiempo mejor. Me acuerdo que tenía una velocidad máxima de 20 kilómetros por hora, y el máximo tiempo que te permitía era de 20 minutos. Calentaba en el ergómetro o en las bicicletas estáticas y cuando se ponía libre saltaba sobre ella… y a quemarla. Un día llegué a romperla…estuve una semana usando las que no estaban inclinadas. Me ponía fácilmente a 20 kms/h en esos 20 minutos que podías estar, lo que equivale a hacer a 3:20 el kilómetro. A la vez empecé a correr en la S-20, una autovía que estaban construyendo en Santander. Me hacía 4, 6 e incluso 8 largos, de 2,6 kms cada uno, por lo que fácilmente me hacía medias maratones ya con 18 años. Mi objetivo no era otro que bajar mis mejores tiempos día tras día, no sabía por aquel entonces nada sobre descansos…
Corrí la carrera de Ajo porque es donde pasé gran parte de mi infancia dado que de allí desciendo por parte de madre. Y el Cross de Ajo es una carrera muy importante en Cantabria. Animado por mi prima, que hacía atletismo, me apunté ese año. Como no tenía ninguna referencia, en mi mente estaba ir detrás del primero hasta que aguantase. Eso hice, pero en el sprint me ganaron 3 chicos, recuerdo que fueron David Herrero (que competía como Juvenil), Marcos Fernandez y Abraham Lombraña, con los que más tarde seguiría compitiendo o compartiendo equipo. La cuarta posición en la carrera y el tercer puesto junior hizo que Antonio López Cortés, presidente del Olimpia San Román, se fijase en mí y me ofreciese la posibilidad de entrenar en la Albericia y formar parte del Club. Y eso hice. Al día siguiente estaba entrenando a las órdenes de Ramón Torralbo (entrenador de Ruth Beitia, entre otros) y con compañeros de entrenamiento que posteriormente acabaron siendo muy amigos míos, como los hermanos Velasco o Roberto Ruiz.
¿Y con las raquetas de nieve? ¿Qué te llevó a practicar este deporte?
Me encanta la montaña, estar en contacto con la naturaleza y no escuchar otro ruido que no sea el de tu propia respiración. Es algo mágico. Para mí los mejores momentos son en el monte y en solitario, si acaso con mis perros, pero a mi ritmo, mis emociones y el entorno. Y me encanta el frio, más que el calor. Con el frío me siento despertar, mientras que el calor me “aplatana”, no me gusta el verano y suelo descansar en época estival. ¿Y qué hay en la montaña cuando hace frio? Nieve. Y para moverte por la nieve he usado raquetas, puesto que soy muy patoso deslizándome en esquís y me dan miedo. Las raquetas me dan la seguridad que no me dan los esquíes, y me desplazo relativamente rápido en comparación. En Junio 2013, cuando el GREIM subió en esquíes al Aneto a montar cuerdas fijas en el paso de Mahoma, yo iba plácidamente con mis recién estrenadas raquetas detrás de ellos, y me gustó la sensación pese a que las raquetas que llevaba eran enormes y no estaban diseñadas para correr. Me compré unas en Estados Unidos específicas para correr, unas Atlas Race, que no pude usar hasta llegado el invierno en Cantabria a finales de Diciembre, y me enteré que se hacía un Campeonato de España de carreras con Raquetas el 23 de Febrero… así que probé. Y así he acabado enganchado a éste deporte que me da todo lo que quiero. Correr, montaña y frío.
¿Qué emociones vives en la nieve que no experimentas en la pista o en el cross?
La pista me aburre, el tartán no es mi fuerte, aunque guarde gratos recuerdos de alguna competición. El cross me gusta más, pero sigue siendo un circuito cerrado al que dar varias vueltas. Me gustó el Cross de Ajo este año porque se corría con unas vistas de ensueño… pero eché de menos estar ese día en las alturas de las montañas. Y es que nada es comparable con correr allí arriba. La Picos SnowRunning que se celebra en la Estación superior del Cable de Fuente Dé discurre por los mejores parajes que puedas imaginar, alrededor de los Lagos de Lloroza y bajo las imponentes montañas de Peña Vieja, Horcados Rojos y Altaiz. Poder correr allí es inigualable. Me haría una cabaña allí arriba si pudiese. ¡¡Me lo estoy imaginando ahora mismo y se me escapa una sonrisa!! Y lo mismo me pasa con las carreras de Trail, pero paso mucho calor porque la mayoría se realizan en verano y con distancias por encima de 20 kilómetros que acaban por hacérseme muy largas.
Practicas las dos disciplinas de manera paralela, ¿cómo compaginas la preparación de ambas?
Me preparo casi en exclusiva para el Cross. Pero los fines de semana cambio entrenamientos que en principio haría cerca de mi casa o sin nieve por salidas al monte que puedan acabar con unas raquetas de nieve o crampones en mis pies. Y ahí ya no me fijo en ritmos ni tiempos, sino en qué cumbre hacemos o qué ruta escogemos. La base de entrenamiento te la da el Cross, y la soltura en la montaña con raquetas o crampones te la da la práctica. En tres años las pendientes de 70 grados o las aristas afiladas que antes me asustaban ahora las encaro con mayor soltura, con botas, crampones o raquetas, y eso se transmite luego a que en la competición baje pendientes muy pronunciadas con soltura o que encare tramos más peliagudos sin problema.
Ambos son deportes individuales pero sin duda la nieve es más solitaria, ¿cómo llevas eso?
Soy muy individual, hablo poco y posiblemente si alguien viene conmigo al monte se aburra conmigo. Es lo que hay, de verdad. Para mí el silencio tiene magia. Y muchas veces aunque vayamos en grupo voy solo en mi mundo. Eso no quita para que una vez finalizada la pateada disfrute con mis amigos tomando unas cervezas y charlando de lo que sea, y afortunadamente los tengo que no callan. Tenemos a uno al que llamamos “la radio”. Figúrate. Y tengo suerte de tener una novia que tampoco calla, porque si no… vivo “ensimismao”. Es patológico. La nieve es más solitaria que cualquier otra cosa, pero como ves, no me importa y disfruto de esa soledad.
En febrero te proclamaste bronce en el campeonato del mundo de raquetas de nieve ¿cómo viviste ese momento? ¿Te lo esperabas?
Para nada me lo esperaba. Venía con la experiencia del año anterior en el que con el Campeonato de España en la mano quise acudir al Campeonato del Mundo y pelear por los puestos delanteros. Había puesto toda la ilusión de la temporada en preparar ese objetivo, e incluso acudí dos semanas antes para prepararme en Canadá más específicamente. Había estudiado los tiempos de los mejores y el estado de la nieve en cada una de sus carreras… y había algo que no me cuadraba. Con nieve dura eran capaces de correr en 3:20 y 3:30 durante 10 kms, cuando yo encima de un lago congelado (superficie dura) nada más llegar a Canadá no conseguía bajar de 4 minutos…había algo que se me escapaba. Y en nieve blanda, la misma en la que se desarrolló la carrera en Quebec, fueron capaces de ir a 4:20 el kilómetro, cuando yo me fui a los 5 minutos…fue una carrera desesperante porque nada podía hacer, más que ver cómo me pasaban por encima. Además acabé con principio de hipotermia porque no iba adecuadamente equipado para una carrera que se desarrolló a -27ºC. Nada más acabar la carrera estuvimos conversando con unos participantes, que nos comentaron que las raquetas que yo llevaba eran antediluvianas, y que ellos corrían con el modelo de Baldas “Andey Race” o con las TSL 205. Nada más volver de Canadá me compré el modelo de Baldas, pero como aquí no había nieve no pude estrenarlas hasta llegar a Italia. Me puse las raquetas el día de la carrera por primera vez. Y volé. Volé tanto que conseguí la medalla de bronce. Iba corriendo con ellas como si no las llevase, y apenas me hundía. Eran una maravilla. Y a 3:25 el kilómetro sobre nieve no particularmente dura.
Fíjate si no me lo esperaba que fui a Italia con la idea de hacer turismo más que de competir. El día antes de la carrera nos hicimos 450 kms para ir a visitar el Valle de Funes, en los Dolomitas, y aunque el ritual de comida y descanso que siempre sigo antes de una carrera lo había seguido, algo dentro de mí me dejaba estar relajado. Por lo general siempre visito el excusado 2 o tres veces antes de una carrera, pero ésta vez solo fui una (risas).
¿Después de Quebec no tuviste tiempo de usar las raquetas de Baldas recién compradas en el Campeonato de España de 2015?
Si, tuve posibilidad de estrenarlas, pero prefería lo malo conocido que lo bueno por conocer. No había tenido posibilidad de probarlas puesto que en Febrero y principios de Marzo estuve ocupado en el Cross. Campeonatos regionales y de España. Y no pude subir al monte a probarlas. Además las Baldas son unas raquetas en las que tienes que hacer bricolaje: a las zapatillas viejas que tienes hay que hacerles dos agujeros pasantes en la suela y atornillar las raquetas por medio de una placa. No me dio buena espina. Así todo las Atlas Race me habían servido para ganar el Campeonato de España de Raquetas en Cerler en 2014 y me fiaba de ellas pese al fiasco en Quebec… pero lo bueno conocido no dio resultado y mis rivales sí usaron las TSL 205 que me habían recomendado. Hice mal en no probar las Baldas en ese momento.
Como dices, en 2014 te proclamaste por primera vez campeón de España de raquetas de nieve con las Atlas Race, pero con percance incluido. Cuéntanos qué pasó y cómo, a pesar de todo, conseguiste alzarte con el oro.
Las Atlas Race tenían una superficie cramponable aligerada por un agujero en la parte trasera. Eso las hacía más frágiles, y en Cerler se rompieron. Así que estuve por 4 veces parándome a apretar las cinchas al pie. Pasé de la primera posición a la sexta y muchas veces lo di por perdido. Tanto me las apreté la última vez de pura desesperación que el pie derecho se me quedó sin circulación. Pero conseguí que aguantasen y fui cogiendo rivales… del sexto pasé al quinto, del quinto al cuarto y rápidamente me vi bronce. Cuando cogí a Ignaci Cardona, que viajaba segundo en aquel momento, vi a Alfonso Paredes a lo lejos y pensé que la distancia era insalvable, pero me lancé tras él. En la última subida conseguí atraparlo y en la última bajada a meta me escapé los 22 segundos que me dieron la victoria. Escribí a Atlas explicándoles la rotura y, como soy Ingeniero de cálculo de estructuras, adjunté un informe de cálculo explicándoles por qué el Titanio del crampón fragilizaba al usarse sobre nieve con impactos tan pequeños pero repetitivos. Me hicieron caso y me mandaron un modelo nuevo con el crampón más reforzado. Es por ello que me seguí fiando de esas raquetas en Quebec. Pero la desventaja es que eran lentas en comparación con otras.
De todas las carreras que has hecho (atletismo, trail, raquetas…), ¿cuál ha sido la más dura para ti? ¿Por qué?
Todas aquellas en las he corrido con molestias por lesión. Todas las demás las disfruto al máximo sea cual sea el resultado. De entre las primeras, posiblemente la de Quebec sea la que peor recuerdo guardo. Nada más salir me pisaron la raqueta por detrás y caí al suelo, me pisaron, me hicieron un corte en el gemelo y sufrí hipotermia. Aparte de ver cómo los demás participantes pasan a tu lado sin apenas esfuerzo y a ti te cuesta mogollón. También recuerdo (en atletismo) un Campeonato de España por Clubes en Jerez, compitiendo en categoría promesa. Era el cuarto integrante del Puma Chapín Jerez y puntuábamos los 4, y me había pasado todo Enero bebiendo agua y reposando porque las transaminasas las tenía muy altas por sobreesfuerzo (competí con fiebre en un 3.000 de pista cubierta). Llegaba fuera de forma y aun así conseguimos la medalla de oro por clubes, pero tan agónica se me hizo esa carrera que ni siquiera recuerdo haber subido al podio.
También se me hacen duras carreras de trail por encima de los 20 kms. Por mi forma de correr me llegan los calambres a partir de esa distancia y no puedo sino andar. Por eso en carreras por montaña apenas sólo hago Kilómetros Verticales.
¿Por dónde pasan tus próximos objetivos?
Campeonato del Mundo de Raquetas en Nueva York en Febrero de 2017, esta vez con mis adoradas raquetas Baldas y con experiencia acumulada. ¡¡ Vamos a por todas!! También quiero batir de nuevo el récord de la subida a Tresviso y prodigarme en los Kilómetros Verticales, pero eso ya será más adelante.