SÓLO. Sólo frente al más colosal monumento de la arquitectura natural. Rob Hall se encontraba varado por encima de los ocho mil metros. Sólo. En uno de los vivacs más trágicos de la historia de una montaña que es historia en sí misma. Dos noches, a pelo, sin oxígeno, sin compañía, sin posibilidad de rescate. Con las palabras de su mujer embarazada chocando contra las paredes de su cráneo. Una y otra vez. Hasta el final suspiro que cerraba los penosos acontecimientos sucedidos en mayo de 1996 en el Techo del Mundo. Allí iba a permanecer su cuerpo, como un vestigio que refleja todo lo malo y lo bueno de las grandes cumbres y de los hombres que las codician.
El 10 de mayo de 1996, casi cuarenta personas trataban de alcanzar la cumbre, entre ellos los guías de las agencias Adventure Consultans, Rob Hall, y Scott Fisher, director de Mountain Madness, con sus clientes. Un ritmo lento, la falta de cuerdas fijas instaladas en puntos clave de la ascensión, atascos en el escalón Hillary, llegar a la cima pasadas las tres de la tarde, malentendidos con los equipos de oxígeno suplementario… un cúmulo de fallos que uno a uno podrían haber sido resueltos, pero que se convirtieron en una bola de nieve letal cuando una fuerte tormenta ascendía desde el valle para devorarles durante el descenso. Ocho alpinistas fallecían por encima del último campo de altura, incluyendo los dos jefes de las expediciones comerciales, cuyas prácticas fueron duramente criticadas, aunque hoy día el número de escaladores guiados se haya decuplicado en las faldas del Everest.
Aquella temporada desaparecían 15 personas en la montaña, el tributo más cruel que se ha cobrado aquel gigante. Uno de los supervivientes era Jon Krakauer, invitado por la agencia Adventure Consultants para realizar un reportaje en la revista Outside. Krakauer ya se había ganado fama internacional al publicar “Hacia rutas salvajes”, uno de los trabajos periodísticos más memorables de este viejo oficio nuestro. Tras escapar de las fauces del Everest, el americano escribía “Mal de altura”, una de las obras cumbres de la literatura de montaña.
Aquellos días aciagos de 1996 también los vivía Araceli Segarra, que se convertía en aquella temporada en la primera española en alcanzar los 8.848 metros, inmersa en una expedición de IMAX con la que robada su película-documental. Su expedición fue tristemente parte protagonista, al prestarse para las distintas labores de rescate desde el Campo 4. El tejano Beck Weathers les debe la vida. Hemos querido hablar con Araceli sobre aquellas jornadas y lo que significaron para la montaña y para el alpinismo de todos.
¿Cómo se vivieron aquellos días de la tragedia de 1996 en el Everest?
Los recuerdo que me queda son los de desconcierto, tristeza, frustración e impotencia. Fue bastante desconcertante oír por el walkie como de repente todo iba mal en el campo IV y por encima de él. Era de noche y no había regresado casi ninguno de los que habían salido a cumbre ese día, además hacía ya un rato que la parte superior estaba cubierta por una tormenta. Tuvimos un regusto en la boca de: “esto ya me lo veía venir”. Recuerdo como esa tarde estaba sentada en una de las rocas en campo II junto a Ed, él miraba por los prismáticos viendo a la gente pasar cerca del escalón Hillary y me comentó que iban muy tarde. También tuvimos la sensación de impotencia, porque a pesar de querer actuar rápidamente para prestar auxilio, la altura y las condiciones meteorológicas te lo impiden. Allí arriba no puedes enviar a un equipo de rescate con helicóptero, no es Chamonix. Nuestra expedición era la que estaba situada más cerca del último campamento (campo IV) para prestar ayuda inmediata, pero a pesar de ello, estábamos en el campo II, demasiado lejos como para actuar con inmediatez, no por la distancia real, sino por lo que cada metro supone a esa altura. No obstante, abandonamos la filmación y empezamos a subir para prestar ayuda y bajar literalmente a personas que apenas se tenían en pie como Beck Weathers. Con la poca comunicación que teníamos a través de los walkie dimos permiso para que se entrara en nuestra tienda depósito del capo IV y los que habían conseguido regresar esa noche, usaran el oxígeno, las baterías, el gas etc… que teníamos preparada para nuestro ascenso. La frustración vino cuando el equipo Sudafricano que no se había movido del campo base dio órdenes explicitas de que no tocaran nada de lo suyo. Todo en conjunto fue muy triste, pero lo peor fue sentir como el silencio de un walkitalkie te anuncia la muerte de alguien querido. No poder llegar hasta donde estaba Rob, sabiendo que aún le quedaba algo de aliento, es uno de los momentos más tristes que he vivido en la montaña.
Pero también recuerdo descubrir que hay personas que son capaces de dejarlo todo por ayudar, como Col. Madan, que se aventuró para intentar llegar con el helicóptero a medio camino entre el campo II y el I, algo que hasta la fecha no se había conseguido, y consiguió hacer no uno, sino dos viajes, el primero para el coreano Makalu Gao, y el segundo para Beck Weathers.
¿Cuáles crees que fueron los principales errores?
Responder concisamente a algo así no es sencillo, conlleva el entrar en juicios, y todos aquellos que han estado en altura saben, que allá arriba el prisma con el que se ve y se siente es muy distinto al de aquí.
Yo puedo dar una opinión basa en mis valores y mis principios, pero ello no implica que el que tenga otros se equivoque.
A pesar de ello, creo que cundo acometes un proyecto, tienes que marcar unos parámetros y unas prioridades antes de salir, como son los de la seguridad o tener claro las razones que te llevan a emprender esa aventura.
Recuerdo que el 8 de Mayo, estábamos solos en el campo III pasando una noche de perros, saliendo constantemente a palear la nieve que se nos acumulaba en el techo de la tienda por culpa del mal tiempo. Esa mañana teníamos planeado ascender al campo IV, para hacer ya el ataque a cumbre al día siguiente; pero viendo el percal decidimos que aquello aun no estaba en condiciones y les comunicamos al equipo de Rob y Scott que nosotros nos bajábamos. Aun había tiempo así que esperaríamos a tener mejores condiciones más adelante. Ellos decidieron subir des del campo II (pues iban un día detrás nuestros) y nos cruzamos en el camino, fue la última vez que vimos a algunos de ellos. Yo recuerdo bromear como siempre con Rob sobre las Jorasses de los Alpes.
Las tragedias a menudo son un sumatorio de muchos factores, de mala suerte y malas decisiones. Todos hemos tomado una mala decisión, y no ha pasado a mayores porque no hemos tenido mala suerte, pero si de la curva sale otro coche cuando no deberíamos estar adelantando, ya tendríamos la tragedia. Pues aquí fue un poco de lo mismo.
La mayoría de los componentes de estas tres expediciones comerciales hicieron cumbre a unas horas que no eran las más aconsejadas, pues era demasiado tarde. Algunas persona iban muy lentas, otras cansadas y deberían haberse dado la vuelta a primer síntoma de ello. Probablemente hubo un error de juicio en cuanto a los conocimientos que algunos escaladores tenían del medio. Y a todo ellos se sumó que entrara una gran tormenta, frio, viento, falta de visibilidad, y la noche.
¿Si hubo egos o ambiciones que nublaron el entendimiento?.....todos los tenemos en mayor o menor medida.
Algunas personas dicen que había demasiada gente.....todo es relativo, ¿demasiada gente comparado con qué? Comparado con la actualidad desde luego que no.
¿Cuál es tu opinión sobre aquel boom de las expediciones comerciales y, más concretamente, la situación actual con miles de personas en el Campo Base?
El año que yo estuve 1996, por la vertiente sur éramos un total 10 expediciones, dos de ellas compuestas por tan solo tres miembros y una de uno. Del collado sur (campo IV) hasta el escalón Hillary subimos sin cuerda fija, y después tan solo había algún pequeño tramo. Así que la montaña no estaba cosida. El día que hice cumbre éramos 10. No fue un año muy concurrido comparado con el 2013 en el que en todo el año y por ambas pendientes, el número de personas en la cumbre llego a la cifra de 658.
Tenemos la suerte de vivir en una era mucho mejor que la de nuestros padres, con un nivel económico superior y más avances técnicos. Ahora la gente viaja, hacen realidad sus inquietudes y buscamos la felicidad o algo que se le parezca. Eso es bueno, ya no nos amedrentamos delante de un proyecto pensando que no podremos hacerlo, ya no somos personas oscuras porque vamos de casa a al trabajo y viceversa, ahora nos escapamos, hacemos deporte, vivimos aventuras, que ya no son para una minoría elitista, son para todo el mundo. ¿Y porque no puede ir a subir el Everest alguien que siempre lo ha soñado, y se ha preparado para ello? ¿Por qué tiene que estar reservado a una elite? Si eres respetuoso con el medio ambiente y consecuente con tus acciones, todos tenemos derecho a conseguir lo que soñamos.
Es cierto que muchos lugares que se han masificado, han perdido el encanto de la soledad, la aventura y tal vez el misticismo; pero este se puede conseguir en otros muchos lugares del planeta. Quien quiere escalar vías nuevas, sabe dónde encontrarlas, claro, que será más duro y con menos probabilidades de éxito, y no se hará famoso como si escalara el Everest, pero entonces la cuestión está en ser honestos con lo que estamos buscando….el contacto, la comunión con la naturaleza en su estado más puro o salir en la portada de un periódico?
Hay un sector al que le interesa promover que esto no está bien, son una elite que ve peligrar su parcela de protagonismo y de enriquecimiento, porque el hecho que todo el mundo haga lo que ellos hacen y que vende como extraordinario, pone al descubierto que no lo es tanto, que con esfuerzo se puede conseguir. El Everest tiene unas 18 rutas de ascenso, si le quitas las dos a las que va la mayoría de la gente, quedan 16 rutas para subir solo.
¿Porque nadie se lleva las manos a la cabeza por los miles de ascensos que tiene cada año el Cervino y su masificación? Un lugar donde si te caes te mueres lo mismo. Pues porque nadie pretende hacerse famoso subiendo a esta montaña.
¿En tu opinión se ha pervertido la imagen del Everest o es bueno que cada año atraiga a más gente a sus laderas?
Parte de la responsabilidad de la imagen que el público tiene del Everest y en general sobre la montaña, es de los medios de comunicación, que son quienes la difunden. Depende de cómo ilumines un objeto, te parecerá una cosa u otra. Incidir en la negatividad de un concepto, hace que la gente lo vea como negativo y viceversa. Como decía antes, yo lo veo como que hay más gente cumpliendo un sueño, porque algunos solo van hasta el campo base.
Un permiso para ascender a la cumbre cuesta 70.000 $ para un grupo de 7, si en la montaña hay 300 escaladores, son 3.000.000 $ que se lleva el gobierno. A eso hay que añadirle los miles de sherpas que con este trabajo viven todo el año y envían a sus hijos a estudiar fuera. Con suerte ahorran dinero y en unos años se montan un Lodge y dejan de portear. Nepal es un país que vive del turismo. En Francia, el país mundial del senderismo y del Turismo, hay parques naturales por los que pasan miles de personas, y nunca ha sido un problema y en Estados Unidos los mismo.
Aquel año estabas rodando un documental con IMAX, precisamente. Ahora que se estrena la película Everest ¿cómo ves el cine de montaña actual, tanto el documental como el más comercial?¿Es Hollywood capaz de representar fielmente como es ascender un ochomil?
Las películas de Hollywood que he visto hasta la fecha sobre un ochomil vendrían a ser al alpinismo lo que aterriza como puedas a la aviación. Sobre esta película en concreto no puedo hablar, pues no la he visto……pero el tráiler ya apunta maneras.
Beck Weathers, que ha estado involucrado en este nuevo “EVEREST" recientemente comentó que nuestro documental en IMAX de 1998 (filmando en 1996) es lo más verídico que ha visto. Pero posiblemente al no tener efectos especiales no es tan espectacular. Las buenas películas de montaña seguramente no están hechas para triunfar entre un gran público. Para mí la mejor película de montaña es “Tocando el vacío", donde su autor y protagonista en la historia real, Joe Simpson, controló cada una de las escenas, negándose a permitir que un director o unos efectos especiales les destrozaran la historia.