Antxon Arza, uno de los pioneros de la aventura y el kayak de expedición de nuestro país, falleció el 15 de enero a los 58 años de forma súbita. La verdad es que me impactó la noticia, descubrí a Antxon y su kayak en el mítico programa de TVE "Al Filo de lo Imposibe", que dio a conocer el mundo de la aventura y el alpinismo a generaciones de españoles. Antxon y su equipo descendían ríos inexplorados y salvajes, y la inquietud por ver si al final lograban su objetivo y no se los tragaba un remolino, un sifón en el intento, o su kayak chocaba contra una de esas inmensas piedras que obstaculizaban el recorrido, me hacían permanecer pegada a la pantalla.
Años después, yo ya desde la revista Sport Life y más tarde desde Oxígeno, tuve la oportunidad de conocerle y entrevistarle varias veces. Antes y después de su trágico accidente en Venezuela en el año 2000, cuando se encontraba en una expedición comercial, la "Expedición Cacique" (me acuerdo perfectamente porque en ella iba de fotógrafo mi amigo Alberto Arce). Al descender una cascada de 12 metros, el kayak se movió en el aire y cayó en picado al agua, y desde esa altura "es como si chocaras contra un muro de hormigón" -relataba Antxon- "ahí me escaché varias vértebras y me quedé sin movilidad en las piernas". Ese accidente lo envió a una silla de ruedas, pero no le bajó del kayak ni le impidió seguir manteniendo una actitud positiva ante la vida.
"Tuve la suerte de tener 38 años en ese momento, tres hijos, familia, mis amigos... Pero aún así tienes que aprender una vida nueva después del accidente, aunque al haber hecho siempre actividades de riesgo eres consciente de que te puede pasar algo... Yo siempre digo que cuando coges el coche no eres consciente del riesgo que conlleva, y la mayor parte de accidentes suceden en coche. Pero en la naturaleza, al hacer montaña o esquí, sabes que el riesgo está ahí y lo minimizas. Y cuando te sucede un accidente en un sitio así, de alguna forma has aceptado que estás jugando en un lugar que hay cierto riesgo y puedes perder", así hablaba Antxon de su nueva vida en la silla de ruedas, que no le impidió seguir descendiendo ríos en kayak aunque de otra manera más relajada, y disfrutando de los paisajes, ya no tan exóticos como los de Nepal, pero no por ellos menos bellos: cerca de casa, y paleando entre amigos, jornadas que disfrutaba mucho un apasionado de la naturaleza como él. "El oir el silencio, el viento, escuchar las hojas cuando se mueven, son cosas que me hacen sentirme vivo".
"Cuando eres joven piensas en ir a nuevos sitios, descubrir nuevos lugares, cuando pasan los años te das cuenta de que no es tan importante a dónde ir sino con quién estés. Es más importante la compañía que el lugar. Gente con la que te sientas cómodo, relajado, con la que estés a gusto, gente con la que puedas compartir, que sepas que no te van a abandonar y eso es lo más importante en la vida".
Antxon empezó en la piragua por casualidad, su entrada al universo outdoor fue a través de la escalada, el descenso de barrancos... Pero un accidente cuando estaba escalando en los Himalayas le descubrió el kayak. "Caí en una fosa séptica, cogí el tifus y me quedé muy débil, pesaba 50 kilos, y para coger fuerza en los brazos pensé qué podía hacer. Así que un amigo me dejó probar su piragua, me enganchó y me compré una". Y así comenzó su unión con el kayak y con el descenso de aguas bravas, y más tarde con el kayak de expedición... Antxon y sus compañeros trasladaron el concepto de exploración de la escalada a los ríos y al kayak.
"Por aquel entonces no existía el kayak de expedición, al menos en nuestro país, así que lo que hicimos fue trasladar la mentalidad del mundo de la montaña, del descubrimiento, el buscar nuevos sitios y rincones, al mundo de la piragua. Entonces no había gente que se dedicara a bajar ríos por bajar, al ser pioneros un amigo me llamó para hacer de porteador en un programa de descenso de cañones en "Al Filo de lo Imposible" y ahí les conocí, les conté lo que hacíamos, les enseñé fotos y ya se les ocurrió hacer un programa de piragüismo". Y así empezó también su colaboración con el programa y a darse a conocer.
Un golpe mucho más duro, mucho más difícil de superar, fue el que sufrió por la muerte de su hijo Adi, de 15 años, que volvía a casa de noche en bicicleta y fue atropellado por un coche...
Me gustaría homenajear a Antxon y las lecciones de superación que nos enseñó con una última reflexión que hacía en el programa "Línea de vida":
"Es muy importante en la vida tener ilusiones, es el motor de nuestras vidas, si no tienes ilusiones no tiene sentido nada, entonces hay que buscar cosas que hacer, que te llenen, que te agraden, en las que puedas estar con gente que estés a gusto. Eso es fundamental en la vida".
Descansa en paz, Antxon.