Trail 2 Challenge: una aventura apasionante en los Pirineos

Una semana compartiendo senderos, paisajes, vientos, lluvias y cumbres gracias al desafío lanzando por TwoNav para presentar su nuevo dispositivo Trail2.

Juanjo Alonso

Trail 2 Challenge: una aventura apasionante en los Pirineos
Trail 2 Challenge: una aventura apasionante en los Pirineos

Un equipo de ciclistas de montaña salen de Cadaqués, en la Costa Brava, por la ruta Transpirenaica, otro grupo de senderistas empiezan a caminar al mismo tiempo en San Juan de Luz por los Pirineos occidentales en dirección contraria. El plan es seguir una ruta establecida en el nuevo navegador satelital Trail 2 de TwoNav y encontrarse ambos grupos en un punto desconocido de la cordillera. Y la finalidad conocer y utilizar las funciones del nuevo GPS del fabricante español en actividades de ciclismo y montañismo. El resultado ha sido una experiencia apasionante durante una semana, compartiendo senderos, paisajes, vientos, fríos, lluvias, calores, atardeceres, cumbres, gastronomías y muchos senderos en las montañas, valles y bosques de los Pirineos Atlánticos.

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El senderismo une y emociona

La experiencia que he vivido en este interesante desafío ha sido en el equipo senderista, en el grupo estaban empresarios de turismo activo, periodistas especializados, embajadores de la marca y senderistas seleccionados por los técnicos de TwoNav entre todos los inscritos para participar en la aventura. La furgoneta de la organización pasó por aeropuertos, estaciones de tren y otros puntos de encuentro recogiendo a cada uno de los integrantes del grupo. El lugar elegido para iniciar el desafío fue San Juan de Luz, en la costa francesa del Golfo de Vizcaya, y durante el viaje hicimos las presentaciones y los primeros contactos. La primera noche fue en un hotelito con vistas espléndidas del puerto y la gran playa de arena, una estampa perfecta y encantadora de la antigua villa corsaria. En la puerta del hotel recibimos un dispositivo Trail 2 cada uno con el track cargado, eran las ocho de la mañana y la etapa consistía en llegar hasta Sare, en las laderas del Pirineo vasco francés.

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El grupo era muy variopinto, cada uno con su particular estilo de sentir y disfrutar el senderismo, pero enseguida comprobamos que todos estábamos familiarizados en el manejo de un navegador satelital, era un buen principio. Y el escenario para dar los primeros pasos era inmejorable en el paseo de la célebre playa grande de San Juan de Luz, entre casas de arquitectura tradicional vasca, fachadas de colores del siglo XVII y edificios inspirados en el estilo art déco de principios del siglo XX. Al principio no quitábamos la vista de la línea del track reflejada en la pantalla del Trail 2 para salir del casco viejo, toqueteando la pantalla táctil y los botoncitos para personalizar las alarmas de proximidad y el resto de las funciones de navegación, rodeando el puerto pesquero por la orilla del río Ugarama o Nivelle, un agradable compañero ambiental durante los primeros kilómetros hasta Ascain. El track cargado en el navegador indicaba el resto de la etapa bastante llana por zonas rurales y decidimos poner a prueba el dispositivo satelital, improvisando en unos minutos una ruta alternativa por los montes cercanos. En el mapa base estaban las pistas forestales y bastantes senderos de montaña para diseñar enseguida un recorrido entretenido y panorámico, en todos los componentes del grupo vibraba un agradable impulso por caminar en las montañas.

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En las funciones del GPS marcamos puntos de paso en un collado en la base del monte Larrún, otro en los 9 cromlechs de Aïra Harri y un tercero en la panorámica cresta de Altxanga, donde también hay restos de monolitos megalíticos del Eneolítico. Un paseo montañero que sirvió para comprobar la buena conexión entre todos y la coincidencia de estímulos practicando una de nuestras aficiones favoritas. El descenso hasta Sare fue un agradable paseo por unas laderas de hierba que caían hacia las dispersas casas de las poblaciones como alfombras verdes en un tablero perfecto de colinas y bosques. El ambiente del pueblo era vasco por todos lados, menos el horario, al sur de los Pirineos solemos alargar algo más la sobremesa. El restaurante donde cenamos tenía un frontón indoor de pelota vasca y el euskera se escuchaba a menudo. Las grandes montañas suelen marcar fronteras pero nunca rompen las culturas.

Pirene y las montañas del amor

Una antigua leyenda cuenta que las cumbres de los Pirineos son la tumba de la ninfa Pirene, nombrada por Zeus cuidadora de las aguas y los bosques. El bravo Hércules se enamoró ciegamente de la bella sirena pero el padre de Pirene desterró al guerrero para impedir su amor, dejando el terreno libre a Gerión, un monstruo de tres cabezas que pretendía también a la joven sílfide pero nunca fue correspondido. En uno de sus arrebatos Gerión quemó los bosques y Pirene fue víctima de las llamas, cuando Hércules se enteró y acudió al rescate no pudo hacer nada por salvar su vida, sencillamente lloró de dolor y construyó un tumba para ella que cubrió con grandes rocas, creando la actual cordillera de los Pirineos. En el desafío Trail2Challenge no hemos encontrado ninfas ni guerreros enamorados, aunque los montes de los Pirineos Atlánticos son realmente hermosos y acogedores. En las colinas de Ainhoa pasamos por la capilla de la Virgen del Espino, un paraje de gran devoción y religiosidad, al lado están las tres cruces del Calvario y a sus pies unas hileras de estelas discoidales, es la mayor tumba de montaña que vimos por el camino, después el track entró en unos valles solitarios poblados de hayas y pastos verdes. El viento era frío y el cielo amenazaba lluvia pero solo cayeron cuatro gotas, incluso salió el sol en el espléndido Col de Veaux, el único tramo de la etapa donde pisamos la vertiente navarra de los Pirineos.

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El track coincidía completamente con el trazado del sendero GR-10 francés y tuve oportunidad de descubrir este tramo que no conocía de la gran travesía de los Pirineos, señalizada con los galones rojos y blancos del célebre sendero de gran recorrido. En el Col de Méhatché vimos restos de magalitos y rebaños de vacas y caballos sueltos en los pastizales de montaña. El sol entró plenamente en la tarde de las montañas y disfrutamos un descenso fantástico hasta Bidarray por un sendero vetiginoso. El tercer día era la etapa reina, entre Sare y Saint Jean Pied de Port, hito jacobeo de primer nivel desde el origen de las peregrinaciones mediales hacia Santiago de Compostela. En los datos del Trail 2 salieron 2.200 metros de desnivel positivo y 33 kilómetros, un buen día de senderismo pirenaico. Trail 2 Challenge: una aventura apasionante en los Pirineos

El sendero salía de Bigarray entre granjas y hayas para encaramarse a las crestas del monte Iparla, una espectacular hilera de balcones naturales entre el valle francés de Alduides y el navarro de Baztán. En cuatro kilómetros superamos los primeros 800 metros positivos y pisamos el vértice del Iparla (1.049 m). El viento impedía que las nubes oscuras que cubrían el cielo formaran tormenta y disfrutamos una travesía montañera fantástica, pasamos por las cimas del Astate (1.015 m), el Laordena (1.026 m) y otras cumbres secundarias en un constante subibaja en el filo de la sierra, tal vez aquí reposa parte del lomo del monstruo de tres cabezas que terminó con la vida de la bella Pirene. En el collado Buztanzeldiko el GR-10 y la línea del track se despedían de las cimas y bajaban hasta ST. Étienne de Baigorry por las bordas de Bortairiko. En la plaza del pueblo estaba Guada con la furgoneta de asistencia y unos bocadillos con un toque personal que estaban deliciosos. El vehículo de asistencia se encargaba de transportar el equipaje de cada uno entre las etapas y dar apoyo durante la travesía en caso de cualquier incidente o emergencia.

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El segundo tramo de la etapa reina era la ascensión del monte Munhoa (1.021 m). La salida del valle fue un duro apretón por el muro de un Kilómetro Vertical señalizado hasta la falda del monte Oilarandoi. Los galones del sendero de gran recorrido rodeaban algunas rampas pero los efectos del bocadillo era “mágicos" y subimos directos en plan machacas siguiendo el track del navegador. El camino rodeaba varios montes de pastos y helechos hasta el Col d’Urdanzia, una pradera de pastizales de montaña y rebaños por todas partes con una empinada alfombra verde hasta la cumbre. En la cima el vendaval era intenso pero disfrutamos el mejor atardecer de la travesía. A nuestros pies estaba Saint Jean Pied de Port, capital de la Baja Navarra en el territorio histórico vasco francés, sumergido en el sugerente colorido del mundo rural del País de Cize, paso secular del Camino de Santiago desde el origen de las peregrinaciones jacobeas. El descenso con la luz de los frontales fue el cierre de una jornada senderista inolvidable, el desafío Trail2Challenge ya no era solamente un reto deportivo poniendo a prueba las funciones de un dispositivo de navegación satelital, cada etapa era una experiencia fantástica de convivencia y sensaciones entre un grupo de montañeros muy bien congeniado.

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La Senda Pirenaica

Las últimas etapas de la travesía seguimos los hitos del GR-11 español, nuestra entrañable Senda Pirenaica que une el Mediterráneo y el Cantábrico con una entretenida línea montañera de galones rojos y blancos. Cada día al anochecer teníamos noticias del progreso del grupo ciclista y comprobamos que eran buenos aficionados al ciclomontañismo, sacaban etapas que superaban cien kilómetros, dos mil metros positivos, una más de tres mil, y también pasaban todo el día en acción, avanzando a un ritmo muy vivo y dinámico. En este plan el encuentro entre los dos equipos del desafío Trail2Challenge sería sin duda en alguna población de los Pirineos navarros.

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Los hayedos de Navarra tienen un encanto particular, en cada monte son diferentes, están recortados en forma de setas gigantes con troncos centenarios o forman bosques de troncos afilados y altos como mástiles de los antiguos barcos veleros. Y siempre envueltos en un ambiente de magia ancestral, una penumbra seductora para despertar de sueños imposibles o entrar en un letargo de emociones imprevisibles, una invitación constante para no dejar de caminar entre los árboles, pisando hojas marchitas de varios otoños, entre musgos que parecen estar vistiendo las rocas desde el origen de los tiempos. El hayedo del camino viejo de Orbara o la célebre Selva de Irati, una de las comunidades forestales de haya y abeto más importantes de los Pirineos, nos regalaron ambientes maravillosos. La Senda Pirenaica también pasa por pueblos de montaña que conservan el ambiente ancestral de la cultura pastoril, con bonitas muestras de arquitectura popular y bordas ganaderas repartidas por los montes de la cordillera.

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La travesía de la sierra de Abodi fue un momento muy emocionante. La subida comenzó en Hiriberri y entramos en la sierra por el reino salvaje del hayedo del monte Berrendi, después seguimos un sendero entre las viejas hayas por el filo de los cortados de Artxua y Martxate. El viento era tan fuerte que apenas nos dejaba echar un vistazo sobre los paisajes del valle de Aezkoa y llegaba con gotas de agua helada. En la falda del monte Berrendi desapareció el arbolado y entramos en un mundo extraño de colinas de niebla envueltas en nieblas y ventiscas. Los rebaños de vacas y caballos ignoraban el vendaval y nosotros sencillamente no parábamos de caminar, siempre hacia el este, en busca de nuestro destino, por el Paso Ancho hasta el Paso Tapla, una extensa campa de hierba que atraviesa la carretera de Irati. Y todavía quedaba el tramo más duro arriba, en las altas cumbres, elegidas por los pueblos primitivos para poner sus monumentos megalíticos. En el paso paramos un momento al lado del poste de los senderos locales y seguimos la ascensión fieles a las marcas del GR-11, tomando un desvío del track para pasar por el vértice de Abodi (1.494 m) y satisfacer el gusto montañero. Las vistas eran escasas por las nieblas y el viento insoportable, ni siquiera vimos el cercano monte Ori (2.017 m), el dos mil más occidental de los Pirineos. Pau era el cámara oficial del grupo contratado por Two Nav para la documentación gráfica del desafío senderista y en cuanto tomó las fotos obligadas, salimos pitando en busca de un refugio para comer algo y recuperar fuerzas.

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En la vertiente norte del legendario Paso de las Alforjas encontramos una enorme dolina ligeramente protegida del viento para comer, sin saber que en el lado sur del collado había una cabaña ganadera mucho más cómoda, cerca del impresionante menhir de Arrizabala, uno de los enormes monolitos que forman parte de la estación megalítica de Abodi. Los hitos del GR-11 estaban hincados en las praderas de hierba y marcaban un largo faldeo por las laderas de la montaña directamente hacia el valle, hasta la bonita villa de Ochagavía. La tarde fue mejorando y en la ermita de la Virgen de Muskilda disfrutamos un cálido atardecer con magníficas vistas del cordón de los dos miles navarros cerrando la línea del horizonte. El mítico pico Anie (2.504 m), la histórica Mesa de los Tres Reyes (2.448 m), el Petrachema (2.371 m) y las torres de Acherito (2.377 m) crean una visión extraordinaria de cimas calcáreas sobre los montes de colores del valle de Salazar.

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Desafío conseguido

El último día fue emocionante, el día del encuentro con el equipo de ciclistas. En la salida de Ochagavía diluviaba, todas las mañanas chispeaba algo en el inicio de cada etapa pero después mejoraba y comenzamos la subida hacia la sierra de Urtárroz con la misma esperanza. Los bosques estaban espléndidos, cada bocanada de aire era un litro de humedad, los olores taladraban la nariz hasta el cerebro, todas las sensaciones eran intensas y salvajes mientras la ropa se empapaba con el aguacero. El grupo mantenía el mismo talante positivo y amigable de todos los días, en una semana caminando por los Pirineos Atlánticos nos habíamos convertido en buenos amigos con el mismo sentido del ritmo y entusiasmo caminando por las montañas.

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En un claro del bosque apareció un destacado cruce de pistas forestales con postes y carteles de varios senderos locales. No era el punto más alto de la sierra pero marcaba la entrada en el valle del Roncal. La lluvia era mucho más suave y ya teníamos la cita preparada con los ciclistas en Isaba, a unas dos horas de camino. El resto de la etapa fue la mejor despedida que podíamos esperar, un mundo natural repleto de colores otoñales y montes verdes muy diferente del ambiente acogedor y turístico del puerto de San Juan de Luz, donde comenzamos la caminata una semana antes. En una curva de la pista ganadera el sendero seguía recto por unas colinas de hierba en los montes de Milingrate y después saltaba un collado escondido entre dos montecitos verdes, entrando en un frondoso hayedo para bajar hasta Isaba por la vereda de la Corredera del Chocolatero, un camino de cuento de hadas.

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El encuentro con el grupo de ciclistas fue delante de la imponente iglesia gótica de San Cipriano, en el centro de Isaba, y sin conocernos en persona enseguida conectamos la misma ilusión y satisfacción por el desafío conseguido, cada uno con sus aventuras, anécdotas y paisajes durante seis días sin parar, en su particular visión activa del mundo montañero, compartiendo el lazo común del navegador Trail 2 de TwoNav para mantener el objetivo claro y el rumbo correcto, el desafío Trail2Challenge. Una experiencia fantástica con un grupo de personas de gran calidad humana, social y deportiva. Ha sido un placer y un privilegio participar en esta aventura y espero volver a formar parte de este tipo de desafíos porque son tremendamente enriquecedores. Hasta siempre amigos y siempre por el mejor rumbo.