El gobierno de Nepal, representado por su ministro de Turismo, Kripasur Sherpa, acaba de hacer públicas sus intenciones de establecer límites para los permisos de ascensión del Everest, en un intento de paliar la masificación de la vertiente Sur de la montaña, convertida hoy en un hervidero constante de polémicas en las temporadas que lindan con el monzón. Entre las medidas propuestas, que incluyen exigir algún tipo de “currículum” montañero como haber ascendido montañas que superen los 6.000 metros, también se prevé la posibilidad de limitar el acceso a su cumbre a los discapacitados, a los menores de 16 años y a los mayores de 75. Precisamente por ello hemos querido conocer la opinión de Carlos Soria, quien a sus 76 años pugna por ser el primer hombre que logra las 14 cimas más altas de la tierra después de cumplir los 60. En 2001, ya jubilado, el alpinista abulense hollaba la cumbre del Techo del Mundo. El mismo año en que Erik Weihenmeyer se convertía en el primer invidente de la historia en coronar el Everest.
"Para empezar no creo que las intenciones de Nepal vayan a suponer un cambio. Que prohíban la ascensión a niños no me parece mal, aunque es un tema delicado y difícil. Los jóvenes pueden esperar para subir al Everest, hay otras muchas montañas que se pueden y deben subir antes y para una persona que se está formando no creo que sea muy conveniente andar por “altura”. Se están haciendo barbaridades en algunos sitios con niños pequeños que han desarrollado problemas de congelación en las ascensiones y además les puede ocasionar un trauma con las montañas.
El límite de edad… qué te voy a decir yo. Tal y como funciona la vida y la sociedad hoy es impensable que la edad pueda importar. Es la capacidad lo que importa. Poner un tope por la edad no me parece lógico. Cada vez hay más gente mayor haciendo carreras de larga distancia o deportes que parecían imposibles para ellos. Eso está creciendo siempre, habría que adaptarse a ello no al contrario.
Respecto a los discapacitados… yo subí en 2001 con Erik Weihenmeyer y poca gente había tan en forma como él. Le vi moverse, saltar grietas, cruzar glaciares… la fuerza, la energía, la decisión que tenía era envidiable. Medir las posibilidades de un discapacitado es algo muy relativo. Además de las dosis de motivación que desprenden estas historias.
Por otro lado, que obliguen a la gente a tener una preparación para ascender el Everest me parece bien, pero ¿cómo lo mides? Puedes ascender un volcán de 6.000 metros y ser un inútil en alta montaña o en condiciones difíciles. Es muy difícil de cumplir.
Si quieren rebajar es el porcentaje de gente que sube el Everest deberían, por ejemplo, limitar el número de ascensiones por jornada, pero también es algo complicado porque las ventanas de buen tiempo son pequeñas y todo el mundo quiere hacerlo. Debería haber algún tipo de control. Es tantísima gente la que quiere ir al Everest, una ascensión que da prestigio, y que mueve tantas cantidades de dinero… la situación y la masificación es algo prácticamente imparable.
La montaña es libertad. Ponerle cercos al campo no es posible, aunque hay muchas cosas que hacer y que mejorar".