Teníamos muchas ganas de volver a la montaña tras el confinamiento forzado por el COVID19, y eso se ha notado en la salida a los espacios naturales de muchos aficionados a la montaña y otros visitantes no tan experimentados. El caso es que con esta deseada vuelta a la montaña se ha producido también un auge de los accidentes. En la reunión de principios de verano que organizó la FEDME con los responsables de refugios de las federaciones de montaña autonómicas de Asturias, Aragón, Andalucía y Cataluña, cuyo objetivo principal era analizar la situación de ocupación de estos, no se pudo pasar por alto el aumento tan significativo de accidentes en montaña, comparados con la temporada anterior en las mismas fechas. Los datos hablan por si solos: hasta 30 rescates en la Comarca del Sobrarbe (Aragón) en un día o un incremento de hasta un 200% de comunicaciones de accidentes de los federados de la FEEC (Cataluña). Aunque los análisis de accidentalidad más rigurosos no se tendrán hasta que haya pasado la temporada, el Comité de Seguridad de la FEDME ha querido reflexionar sobre lo que está pasando y preguntarse cuáles pueden ser las causas o precursores qué están provocando este aumento tan drástico de accidentes este verano.
Tras analizar la situación del terreno y el escenario ambiental comparado con otros años, los expertos del comité no detectaron anomalías en variaciones ambientales a las que se pueda relacionar este incremento de la accidentalidad, así que decidieron dirigir el análisis casuístico hacia el factor humano, revisando las causas que pudieran estar incidiendo el comportamiento y las tomas de decisiones de los montañeros o excursionistas que se están acercando a practicar deportes de montaña.
Sin duda alguna, la nueva normalidad nos está influyendo en la forma de comportarnos durante la práctica deportiva en montaña, y se presenta como una importante causa de estos nuevos índices de accidentalidad. Esto nos lleva a una reflexión de cómo nuestra nueva forma de aceptar la realidad del COVID-19 afecta en nuestras decisiones y sobre todo en la percepción del riesgo. ¿Cómo nos podemos proteger de los peligros derivados de la nueva normalidad?
1. Huir del riesgo de contagio nos hace vulnerables en la montaña como colectivo.
El departamento de comunicación de la guardia civil de montaña, a finales de junio, ya avisaba sobre que el nivel de experiencia y conocimientos de los montañeros, deportistas o turistas que se estaban acercando a la montaña era menor en relación con otros años. Las estadísticas de rescates del GREIM ya vislumbraban un accidentado con poca experiencia y menor preparación. La causa básica de esto, poca o nula experiencia en deportes al aire libre, está relacionada con el miedo al contagio. La necesidad de huir de la ciudad masificada como foco de infección, la percepción del entorno natural como lugar limpio de virus y donde las distancias sociales se pueden mantener más, provocan el acercamiento de más gente a la montaña. Otro punto también a tener en cuenta es la sensación de libertad y de necesidad de liberarse del control que en estos momentos las normas sanitarias anti-contagio nos imponen en las instalaciones deportivas urbanas o en entornos cercanos a la ciudad.
Recomendación: si no has salido nunca a la montaña, o hace mucho tiempo que no lo has hecho, eres vulnerable en un entorno cambiante, lleno de incertidumbre y que necesita de equipo y conocimientos específicos. Sigue los consejos del Código de Seguridad del Comité de Seguridad de la FEDME. Si te resuelta novedoso o tienes problemas en poder aplicarlo, acude a un guía profesional de montaña.
2. El exceso de focalización en un peligro cercano y reiterativo provoca falta de atención sobre otros peligros intrínsecos de la actividad.
Estamos viviendo una época de emergencia sanitaria, todos los medios de comunicación y departamentos de prevención de accidentes se han volcado en cómo prevenir el contagio y controlar la pandemia. El 100% de las recomendaciones que aparecen en los medios de televisión y RRSS tratan el tema prevención del contagio de forma prioritaria. Esto está afectando a nuestra forma de percibir los peligros ambientales que nos rodean. Sin ser conscientes de esto damos más prioridad a no olvidar la mascarilla, el hidrogel, mantener la distancia de dos metros o a no tocarnos la cara, que al hecho de la planificación que conlleva el análisis de otros factores de riesgo intrínsecos a la actividad montañera.
Recomendación: tenn en cuenta las recomendaciones COVID-19, pero no olvides recoger la información de la ruta y realizar la planificación adecuada a la actividad deportiva de montaña correctamente. Y nunca una medida preventiva debe significar el soslayo de un peligro mayor.

3. Reconoce que no eres el mismo.
Por mucho que nos hayamos hinchado durante tres meses de horas de cinta o bicicleta estática y clases virtuales de finess, no te equivoques, no somos, ni estamos en igualdad físico-técnica con nuestro yo de antes del confinamiento. Piensa que el confinamiento empezó en temporada invernal y terminó con el inicio de la temporada de verano. La percepción de nuestras ultimas salidas de montaña no tienen nada que ver con las que comenzamos a hacer ahora. La memoria motriz o inteligencia deportiva, nos engaña y nos da una idea de nuestras capacidades desequilibrada con la que teníamos hace tres meses o más, y además con cambio de temporada, con el consiguiente cambio de terreno y meteorología. Esto no sólo afecta a los menos experimentados, sino que, al contrario, actúa de forma más drástica con los deportistas más experimentado y fuertes físicamente.
Recomendación: sé humilde y reconoce tus nuevas limitaciones. Estamos limitados, aunque no lo creas. Debemos reencontrarnos con los deportes de montaña de forma más pausada. Elige actividades cuya exigencia para ti, estén por debajo de tus niveles anteriores. Reduce intensidades, reconoce el nuevo terreno de montaña, adapta el equipamiento y sobre todo huye de lugares donde haya masificaciones de deportistas.
4. Demasiadas ganas no son buena compañía.
Demasiado tiempo en casa deja una huella que no se olvida en unas pocas semanas, y por otro lado, el pensar que podamos volver al confinamiento nos lleva a tomarnos las salidas como si no hubiera un “mañana”. Y esto no diferencia tampoco entre deportistas de diferentes niveles de experiencia, actúa sobre todos. La ansiedad, impaciencia y euforia son emociones que no son buena compañía en nuestras actividades. El deseo por “hartarse” de deporte al aire libre nos lleva a centrarnos en sentir el placer de la “ansiada” sensación, tanto tiempo perseguida viendo películas de montaña y esperando nuestro momento, nos hace olvidar lo que nos rodea. Y no podemos perder de vista que la montaña es un lugar alejado y hostil por definición.
Recomendación: evalúa tus emociones, controla tus ganas. NO olvides dónde estás, la montaña, además de ser uno de los lugares más maravillosos del mundo, es también uno de los mas peligrosos. En tus salidas planifica lugares para relajarte.desconectar y dar rienda suelta al sentimiento de bienestar.
El Comité de Seguirdad de la FEDME nos da 4 consejos imprescindibles para no formar parte de las estadísticas de accidentados en montaña.