La Serra d’Irta es uno de los últimos espacios verdaderamente salvajes del litoral valenciano, una franja de montaña costera que alterna calas remotas, acantilados, pinar y matorral aromático con rutas que se asoman al mar o serpentean hacia el interior. Sus más de 12.000 hectáreas protegidas y sus 13 kilómetros de costa virgen —amparados desde 2002 por una reserva terrestre y marina— convierten este parque en un escenario privilegiado para el senderismo, el ciclismo, el trail o las actividades náuticas de bajo impacto. En otoño, cuando la luz se suaviza y el clima invita a la actividad, el visitante descubre un mosaico de itinerarios, patrimonio histórico y pueblos costeros que completan una experiencia donde la naturaleza marca el ritmo y cada salida se convierte en una invitación a mirar el Mediterráneo desde otra perspectiva.
Y es que estamos hablando de un tesoro agreste y salvaje...
El Parque Natural de la Serra d’Irta es un imán para quienes buscan el contacto con la naturaleza y realizar actividades al aire libre sin renunciar a paisajes espectaculares.
Y aquí, en este paraíso, es fácil encontrar la perfección sobre esta franja de montaña costera que se despliega paralela al Mediterráneo. Para conocerla hay que ir hasta el norte de la provincia de Castellón, entre Peñíscola y Alcossebre, y explorar sus límites, que, por el interior, llegan hasta las poblaciones de Santa Magdalena de Pulpis y Alcalà de Xivert.
En este parque natural y sus alrededores se encuentran desde hermosas playas y pueblos costeros bañados por un mar y un patrimonio cultural excepcionales, hasta zonas montañosas que guardan un buen número de itinerarios y parajes inolvidables. Y es que estamos hablando de un tesoro agreste y salvaje, donde disfrutar de 12.000 hectáreas de monte, acantilados, calas recónditas y vegetación típicamente mediterránea, ya que aquí conviven pinares con parajes de romeros, palmitos, zarzaparrillas o hinojos, y con rutas que discurren paralelas al mar o pegadas a los acantilados, perfectas para contemplar las bonanzas de estas costas. Un tesoro de 13 kilómetros de costa virgen, que, desde 2002, cuenta con un terreno terrestre protegido y una reserva marina, para que, quienes prefieran practicar actividades relacionadas con el mar, lo tengan todo muy a mano.
Y como la Serra d’Irta disfruta de un clima puramente mediterráneo, el otoño se convierte en una temporada ideal para practicar un buen número de deportes. Senderismo y trail running —incluso pruebas y competiciones que se adentran por caminos y cornisas—, más de una docena de rutas, tanto para los amantes del senderismo como para quienes prefieren la bicicleta, ya sea de carretera o BTT, con itinerarios bien señalizados y de grados de intensidad distintos, para adaptarse a muchos tipos de viajeros. Por su proximidad al mar: kayak y snorkel, a lo largo de la costa y en las calas más recogidas. Y cómo no podía ser de otra forma, actividades subacuáticas de bajo impacto en la zona de la reserva marina.
Quienes quieran practicar el turismo activo a través de empresas y guías especializados, cuentan aquí con empresas locales que ofrecen rutas guiadas, alquiler de kayaks, salidas de snorkel/buceo y circuitos guiados de BTT o trail. Para que todo sea más fácil.
En una zona tan especial como el Parque Natural de la Serra d’Irta no podían faltar los senderos a pie.
Quizá el más emblemático sea la denominada Ruta Circular por el Mas del Senyor, Clot de Maig, Dunas del Pebret y Torre Badum. Se trata de una ruta de casi 15 kilómetros que permiten descubrir la Serra d’Irta y admirar el litoral desde varios puntos privilegiados. Se puede comenzar desde la misma localidad de Peñíscola. La primera parada será el Mas del Señor. El recorrido continúa por una antigua senda que conduce a la zona conocida como el Clot de Maig. Desde este punto, se desciende hasta llegar a primera línea de costa y a las dunas de la Playa del Pebret. Finalmente, hay que alcanzar la emblemática torre Badum y, continuar, por pista, al punto de inicio.
Si se parte desde Alcossebre, concretamente en Cala Blanca, la propuesta es la Ruta Circular a pie que comienza en el Faro de Irta, desde donde dirigirse al barranco de Malentivet y, posteriormente, a la cala Mundina, una de las más conocidas de la zona. Este recorrido desemboca en la playa del Serradal, un enclave sorprendente que destaca por ubicarse sobre un elevado montículo erosionado por el mar. Finalmente, tras alcanzar la cala Cubanita, se toma la dirección hacia la Font de la Parra. La vuelta permite recorrer un amable camino en paralelo al cauce del barranco hasta llegar al punto de inicio.
Otro de los itinerarios a pie imprescindibles es el PR-CV 194, conocido como Sender d’Irta, con algo más de 21 kilómetros de distancia. Al tratarse de una ruta circular se puede acceder desde Santa Magdalena de Pulpis, Alcalà de Xivert, Alcossebre o Peñíscola. Este sendero supera, de manera gradual, un significativo desnivel superior a los 430 metros, con un ascenso acumulado de más de 650 metros. El tiempo estimado para completarlo es de 6 horas y 30 minutos, que se pueden alargar si se toma alguna de las variantes de este PR.
Para todos los amantes del ciclismo, en Serra d’Irta cuentan con varios itinerarios en los que pedalear y conocer algunos de los parajes más fascinantes: la Ruta del Cranc, con una dificultad baja, recorre poco más de 13 kilómetros de distancia; la Ruta del Xoriguer, que aumenta la dificultad con 17,3 kilómetros; o, para los más aventureros, la Ruta del Fardatxo, más corta que la anterior, de 13,5 kilómetros de distancia, pero con una mayor dificultad.
Un estupendo plan B con el Parque Natural de la Serra d’Irta de fondo es disfrutar de los pueblos próximos y de sus propuestas culturales, históricas y gastronómicas, perfectas para complementar la agenda deportiva. Peñíscola, con su castillo templario, conocido como el Castillo del Papa Luna, y su casco histórico, son parada obligada para quienes terminan una jornada de monte y quieren pasear entre calles empedradas. Santa Magdalena de Pulpis cuenta con otro tesoro arquitectónico: el castillo de Pulpis, una antigua alcazaba árabe donde aún se conservan trazas de sus primeros muros, que datan del siglo X y XI. En Alcalà de Xivert encontraremos la iglesia de San Juan Bautista, con su imponente campanario barroco y el castillo de Xivert, una fortaleza medieval en la cima de la montaña con vistas panorámicas. En Alcossebre disfrutaremos de la tranquilidad de sus playas, de sus miradores o de la ermita de Santa Lucía y Sant Benet, que se alza a 312 metros sobre el nivel del mar.
Y como colofón, qué mejor que descansar en uno de los alojamientos de la excelente red de la zona y de sentarnos a la mesa de restaurantes, bares y terrazas de la zona, donde son especialistas en la gastronomía local, con deliciosas recetas de pescados y mariscos de lonja, productos de la tierra y todo tipo de paellas, arroces y los suquets típicos del recetario marinero de la provincia.
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