Viajes

Lágrimas por Granada: tras las huellas de Al-Ándalus

Un viaje para explorar a golpe de suela un territorio plagado de historias y de hermosísimos contrastes: desde los áridos paisajes de las badlands, hasta las cumbres blancas de Sierra Nevada

Francisco Javier González / Fotos: Mikael Helsing

8 minutos

Lágrimas por Granada: tras las huellas de Al-Ándalus

Cuenta la leyenda que el último sultán nazarí de Al-Ándalus: Muhammad XII de Granada -conocido como Boabdil el chico- lloró al abandonar la Alhambra y Granada tras su toma por las tropas de Isabel y Fernando en 1492. Y no nos extraña: dejar esta fértil y preciosa tierra, donde las montañas de Sierra Nevada parecen nacer del mar para tocar el cielo, deja una huella profunda en todo aquel que la visita.

Una pausa en el camino nos permite disfrutar de queso en aceite y vino de la tierra rodeados de un paisaje teñido de rosa por los almendros. Qué belleza. Qué delicia. Esto es vida.

“¡Qué belleza!”, exclama el viajero ecuatoriano Jorge Pérez en la torre de la Vela de la Alhambra mientras admiramos las vistas de la ciudad desde las alturas. “Este viaje no sólo ha sido activo y divertido, también me ha servido para entender mejor la historia de España”. Y es que “Lagrimas por Granada” es un itinerario pensado para viajeros que disfruten de la combinación de deporte, aventura y el descubrimiento de la historia y la cultura local a cada paso.

El viaje invita a recorrer de forma activa un territorio plagado de contrastes: desde los áridos paisajes de las badlands, hasta los picos nevados de Sierra Nevada; desde bodegas de altura y almazaras centenarias hasta los vibrantes barrios flamencos de Granada. En definitiva, un inolvidable recorrido por una región muy diversa en la que convergen naturaleza, historia y la rica herencia cultural de Al-Ándalus. Como dice nuestro compañero viajero Jorge: “Sabía que España es un país muy diverso, pero no me esperaba encontrar tanta diversidad natural y cultural en una sola provincia”.

La Capadocia española

“Me recuerda a la Capadocia”, comenta Jorge al llegar al hotel. Estamos en el Complejo Hábitat Troglodita de Almagruz, un hotel en el que las habitaciones están excavadas en cuevas. ¿Una excentricidad? En absoluto: desde hace siglos los habitantes de la zona la han habitado -y habitan- en viviendas excavadas en la roca.

Hoy es posible sentirse un troglodita durmiendo en alojamientos que -entre otras ventajas- no necesitan ni de aire acondicionado en verano, ni de calefacción en invierno. Pero ya habrá tiempo de dormir por la noche. Pasemos a la acción.

Nuestro periplo comienza en el surrealista paisaje de las badlands, el corazón del Geoparque de Granada, un lugar catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Este vasto territorio de 4.722 kilómetros cuadrados está salpicado de formaciones geológicas únicas que recuerdan paisajes de otro mundo. Las cárcavas, cañones y barrancos que marcan el terreno han sido esculpidos por miles de años de erosión y sedimentación, creando un terreno árido que -sin embargo- oculta un pasado lleno de vida. ¿La mejor forma de recorrerlo? Creemos que la bicicleta de montaña es, sin duda, el vehículo más adecuado para explorar los sinuosos caminos que atraviesan estas hechizantes tierras. En nuestro recorrido descubriremos muchos dólmenes y restos arqueológicos, así como puntos de interés paleontológico, transportándonos a tiempos en que criaturas prehistóricas habitaban esta región. Almazaras, bodegas y estrellas

“Esta almazara ha pertenecido a mi familia desde hace cinco generaciones”, nos dice Juan Miguel Jiménez, mientras paseamos la finca Paluenca, cuya historia se remonta más de 700 años. Su familia ha mantenido viva la tradición de la producción de aceite de oliva de la misma forma que los hacían los fenicios y los romanos, con piezas y maquinaria que aun funcionan desde entonces, y siguen elaborando uno de los productos más emblemáticos de la región. “Es como viajar en el tiempo”, comenta Alejandro González, un viajero venezolano amante de la bicicleta de montaña. Sí, es como un viaje en el tiempo, pero con la ventaja de que Juanmi siempre está dispuesto a compartir conversación y anécdotas al son de la guitarra, buen aceite de oliva y-por supuesto- algún que otro trago de vino de la tierra.

Hablando de vino. No podemos dejar pasar la oportunidad de visitar las Bodegas Muñana, donde se produce uno de los vinos más singulares de España. Aquí, a más de mil metros de altura, es posible caminar o pedalear entre sus viñedos, así como visitar su singular bodega. Su altitud, que a priori supone una condición extrema para la producción vinícola, lejos de ser una desventaja, aporta al vino un carácter único.

Además, fieles al carácter troglodita de la zona, las bodegas están excavadas en cuevas, y por supuesto es posible catar sus vinos. “Robustos y profundos”, apunta Jorge al saborear un caldo de Caubernet Sauvignon 1188, en honor a los metros de altura donde las cepas crecieron.

“Nunca había visto los anillos de Saturno”, comenta Alejandro al mirar por el telescopio. Al ocaso, nos hemos acercado hasta las cercanías de Gorafe, conocido como el "desierto de las estrellas", donde nos espera una experiencia mágica en el observatorio Starlight de Los Coloraos. La clasificación Starlight sólo se otorga a lugares con escasa o nula contaminación lumínica nocturna. Aquí, la claridad del cielo no sólo permite ver con nitidez los anillos de Saturno o la Vía Láctea, el cielo nocturno también se convierte en una ventana hacia el pasado.

Castillos y cimas

Nuestro segundo día es una mezcla de historia y de cimas. Por la mañana, nos aventuramos hacia el pico del Chullo que, con 2.610 metros es la cumbre más alta de Almería. Pero antes, no podemos dejar pasar la oportunidad de visitar el Castillo de Calahorra, cuyo imponente y atractivo perfil llama la atención desde cualquier punto de la comarca. Merece mucho la pena acercarse hasta sus muros. Dotado de una belleza arquitectónica singular, este castillo fue declarado Monumento Histórico Nacional Artístico en el año 1922

Más arriba, ya sobre los dos mil metros del Puerto de la Ragua, ascendemos hasta el Chullo por una sencilla ruta que -sin embargo- nos recompensará con vistas espectaculares de todo el macizo de Sierra Nevada. Mañana estaremos recorriendo a caballo los bellos parajes que vemos en el horizonte. Estamos quizás en una de las zonas más desconocidas y subestimadas de la Península Ibérica.  La caminata hasta la cima es de dificultad moderada, perfecta para aquellos que disfrutan de los placeres simples de la montaña y de la vida.

 

El último vaquero

“Vais a experimentar lo mismo que yo cuando trabajo; aquí no hay nada que no sea auténtico”. Son palabras de Antonio Yebra, un ganadero que representa una forma de vida que desaparece en la zona. Él es, el último vaquero de Sierra Nevada. Antonio -o Toño, como lo conocen en la zona- nos recibe en su finca de Laroles, un pintoresco pueblo de las denominadas como “Alpujarras ocultas”. “Vamos a recorrer pueblos, campos, caminos, bosques y barrancos hasta llegar a mi refugio en la montaña”, nos dice mientras nos da los aparejos. La ruta no es sólo un deleite para la vista, también supone la oportunidad de sumergirse en la historia viva de un oficio que ha perdurado en la región durante siglos, y del que Toño es uno de los últimos representantes.

Progresamos a lomos de nuestros mulos por antiguos caminos entre cultivos y tierras de labranza. El terreno poco a poco se vuelve más empinado y agreste, pero no supone un problema para nuestros animales. “Son como tractores”, comenta Jorge cuando comentamos el sorprendente ritmo de subida de los mulos. Una pausa en el camino nos permite disfrutar de queso en aceite y vino de la tierra rodeados de un paisaje teñido de rosa por los almendros. Qué belleza. Qué delicia. Esto es vida.

 

“Bienvenidos a mi refugio”, nos dice Toño. Estamos a más de dos mil metros de altura, y el atardecer sobre las montañas de Sierra Nevada sirve de preludio a ese tipo de experiencias montañeras que todos deseamos: un pequeño refugio, el calor del fuego, una sabrosa cena, algo de vino y -por supuesto- conversación y amigos. Y de nuevo las estrellas, que aquí parecen más brillantes y cercanas. “Si Santa Teresa obrase otro milagro, sería aquí y ahora”, comenta Alejandro.

Los pueblos blancos

Al día siguiente nos encaminamos hacia los pueblos más famosos de las Alpujarras: Capileira, Bubión y Pampaneira: los pueblos blancos. Estas localidades -encaramadas a las faldas de Sierra Nevada- parecen suspendidas en el tiempo, con sus casas encaladas y calles empedradas. Caminar por sus estrechas callejuelas nos desvela a cada paso el legado morisco que impregna cada rincón de esta zona de Sierra Nevada, el último bastión de los musulmanes en la Península tras la Reconquista.

Uno de los momentos más esperados del viaje llega con la ascensión al Mulhacén, la cumbre más alta de la península ibérica con 3.479 metros. Un desafío montañero que siempre recompensa con vistas que quitan el aliento. A lo largo del recorrido nos acompaña la leyenda del rey Muley Hacén -padre de Boabdil el chico-, enterrado supuestamente en la montaña que lleva su nombre. Para los más intrépidos, existe la opción de hacer noche en un vivac junto a las siete lagunas del Mulhacén, un paisaje de alta montaña crudo, puro y salvaje. La experiencia de pasar la noche bajo el cielo estrellado en un refugio natural es inolvidable. Os lo aseguramos.

Historia y Flamenco

“Todas las ciudades tienen su encanto, Granada el suyo y el de todas las demás”, dijo un poeta español de nombre Antonio Machado. Y no le vamos a llevar la contraria. Pero llegar a Granada no supone el fin de nuestro viaje. Sería imperdonable no visitar la Alhambra, la joya arquitectónica de la civilización nazarí que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984. “Tanta belleza emociona”, comenta Jorge en el famoso Patio de los Leones. 

 

La magia de la Alhambra reside en la combinación de arte e historia en sus exuberantes jardines, intrincados palacios y torres defensivas. Una visita obligada que nos transporta a una época donde la belleza y la armonía eran la clave de la arquitectura, el arte, y la vida.

Pero por supuesto que Granada no es sólo la Alhambra. Todavía hay tiempo para explorar y, por supuesto tapear, en el Albaicín, el barrio más antiguo de la ciudad. En sus callejuelas, plazas y miradores aún resuenan ecos del pasado, mezclados con los sonidos del presente: el jolgorio de turistas de todo el mundo que acuden a admirar lo mismo que nosotros.

Esquí con vistas a África

Ahora sí, es nuestro último día de viaje. ¿Hemos terminado? Ni mucho menos. Sería imperdonable perdernos la oportunidad de disfrutar de la nieve, el esquí, el snowboard o las raquetas de nieve en la estación más meridional de Europa: Sierra Nevada. La estación y sus alrededores son un escenario único en el mundo, ya que es la única que probablemente pueda presumir en días despejados de vistas al continente africano desde sus puntos más elevados.

Ahora sí, toca despedirse. Y nos despedimos de una tierra que, como a Boabdil, es probable que nos dejé lágrimas en los ojos… Esperamos que sean de alegría por todo lo vivido, y por los recuerdos inolvidables.


Con quién
La agencia Primitivo Travel invita a los viajeros a sumergirse en experiencias de viaje que los conecten con la esencia de España. La agencia se inspira en el retorno a lo básico, para explorar de forma activa una España auténtica, virgen y desconocida para muchos viajeros, en la que se encuentran las raíces de culturas y tradiciones ancestrales.