Las crestas son aristas rocosas que por lo general ascienden a cumbres destacadas o aisladas. Su creciente popularidad multiplica el número de personas que pueden disfrutar en ellas, pero también la cantidad de incidentes y accidentes cada verano. ¿Qué necesitas saber para iniciarte?
1) Para hacer crestas hay que saber escalar
La popularización de las actividades en montaña y la progresiva mercantilización está haciendo creer que casi cualquiera puede subir por una cresta, sin apenas preparación. Hay municipios españoles que están presentando sus crestas locales en folletos turísticos como actividades sin riesgo para el gran público y ya se registran casos de accidentes mortales casi todos los años. En su gran mayoría, las crestas agrupan una combinación de trepadas y tramos de escalada fáciles, en los que a menudo conviene asegurarse correctamente con una cuerda. Si llevas escalando un mínimo de 2 o 3 años en la naturaleza (no sólo en rocódromo) te resultará más sencillo. No se recomienda formarse de manera autodidacta. Un buen curso te ayudará a mejorar tu seguridad, pero nunca resultará suficiente para ser autónomo/a, debes practicar en diferentes itinerarios y bajo la supervisión de alguien más experto para evitar accidentes. Elige bien y con referencias fiables al guía o profesor que puedas contratar, una parte de ellos tienen mucha más experiencia en escaladas convencionales que en crestas y pueden asegurarte insuficientemente, cometiendo errores en el aseguramiento (por ejemplo durante el avance conjunto llamado ensamble o con la denominada técnica de cuerda corta).
2) Elige las más sencillas y cortas para comenzar
De 100 a 300 metros de longitud son cifras prudentes para tus primeros recorridos. No hace falta que obligatoriamente se encuentren en alta montaña para disfrutar, de hecho una buena parte de las más cercanas a la mayoría de las poblaciones están en baja y media montaña. Comienza por las de dificultad más bajas, graduadas entre II y III, si incluye algún anclaje fijo (como chapas o clavos, mejor que mejor. Prefiere las que tienen descenso caminando. Atención a las de roca caliza en vez de granito, pues se aseguran peor.
3) Reúne información de calidad
Por lo general las reseñas de guías y libros en papel son bastante más fiables y precisas que las que encuentres gratuitamente en internet, pues han sido creadas por expertos y supervisadas por un equipo editorial. Atención a la fiabilidad de los datos más importantes que se reseñen en cualquier fuente: longitudes y horarios a menudo suelen ser superiores y quizá haya pequeños tramos más difíciles no siempre bien graduados o detallados. Evita crestas con roca calificada como aceptable o mediocre porque lo pasarás mal.
4) No vayas con cualquiera
La mayoría de las crestas son bastante más impresionantes que las cortas escaladas deportivas en una pequeña roca equipada o las confortables vías de un rocódromo; la sensación de vacío resulta mucho mayor y hace falta una cierta experiencia para dilucidar por dónde se esquivan resaltes y agujas. Si tu acompañante pretende ir demasiado deprisa, sin calzado de escalada pese a ser tan inexperto como tú, no ha querido formarse, desprecia los partes meteorológicos (atención a las tormentas) o se agarra/pisa continuamente en bloques poco sólidos, evítale en tus próximas salidas.
5) Sólo con material especializado
En la mayoría de los accidentes mortales, la víctima no llevaba pies de gato y ha resbalado por la menor adherencia de otro tipo de calzado. Como en la mayoría de las crestas no existen anclajes fijos y pueden aparecer tramos más afilados o incluso cortos rápeles, necesitas llevar cuerdas dinámicas -a menudo de entre 30 y 60 metros, anillos de cinta grandes (de 120 a 240 centímetros), freno tipo cesta y anclajes recuperables tipo friend (a menudo de 3 a 6 tamaños diferentes). Por supuesto no olvide un casco ligero bien ventilado y una mochila pequeña en la que llevar una tercera capa, agua, móvil, manta de supervivencia, linterna frontal y un mapa 1:25.000.