Estar atento/a a lo que no se debe hacer, pese a verlo cotidianamente en la naturaleza, es una buena manera de reducir los errores más comunes, esos que cometemos la mayoría sin darles importancia…
Ir siempre por delante
Muy posiblemente has caminado con compañeros/as que suelen dejarte atrás, perdiendo el contacto visual o incluso que se adelantan tanto que sólo les alcanzas al llegar al refugio, a la cima o de vuelta al aparcamiento. Esta actitud -que incluso ha generado muertes en España- acostumbra a darse más en personas competitivas o demasiado impacientes. Puedes concidir hasta con acompañantes que van despreocupadamente muy por delante de ti, incluso cuando tú conoces el camino y ellos no ¡más de una vez hay que ir a buscar a esa persona con tanta prisa y que ha tomado un desvío equivocado en un cruce de senderos! El respeto a los demás se demuestra de muchas formas y una de ellas es caminando juntos.
Llevar el agua justa
La mayoría acostumbramos a usar la misma botella con agua durante todo el año, pero muy posiblemente ese litro o litro y medio te resulte insuficiente si la jornada es larga y por encima de los +30ºC. A menudo medio litro más, que tampoco supone tanto peso adicional, te permitirá completar la actividad más hidratado, menos fatigado y de mejor humor. Recuerda que se puede estar el triple de tiempo sin comer que sin beber, por lo que si debes ahorrar peso sacrifica parte de la comida en vez del agua.
Prescindir del botiquín
No existe un trabajo en profundidad sobre cuántos individuos salen habitualmente sin botiquín, pero la realidad confirma que son demasiados. Un minibotiquín no pesará más de 100 gramos y abultará muy poco en la mochila. Aparte de la imprescindible y baratísima manta de supervivencia dorada (4 euros y 50 gramos) y los medicamento concretos que nos recomiende nuestro médico, conviene llevar unas pinzas pequeñas que permitan la extracción de astillas/púas de zarzas y de garrapatas.
Con niños pequeños a todos los sitios
Cada vez es más habitual conciliar la paternidad con actividades en la naturaleza. Sin embargo hay sitios especialmente peligrosos para ellos, siendo el más infravalorado la altitud cuando son bebés, sobre todo por el peligro de mal de atura. Aunque se ve a menudo en senderos y refugios (causando la admiración y el apoyo de otras personas), no es buena idea subir a niños de menos de 1 año por encima de los 1.500 metros ni exceder los 2.000 metros si sólo tienen 2 años. Tampoco resultan indicadas caminatas de más de 5 kilómetros para críos de menos de 5 años y aunque hay quien considera que con 7-8 años ya pueden andar más de 10 kilómetros, a menudo no les resultará placentero.
Un pie de vía, con los niños jugando en la vertical de quien escala, no es un sitio adecuado ni seguro… ¡y pese a ello se ven carritos y portabebés al alcance de caídas de piedras!
Gorra bajo el casco
Hace varias décadas que los alpinistas norteamericanos pusieron de moda llevar en verano una gorra bajo el casco y esta errónea decisión se va extendiendo también en nuestro país. Aunque protege la cara del sol y de piedrecillas o tierra que pueda caer, inestabiliza el casco y eso puede provocar que se ladee demasiado o incluso se nos salga en una caída. También reduce la visibilidad hacia arriba, algo importante en actividades de riesgo, como la escalada, las ferratas o la ascensión de crestas.