Suelen pasar desapercibidas en los puntos de venta, pero protegerán tu saco, vestimenta, gafas, tiendas de campaña, medicinas y accesorios electrónicos cuando el tiempo empeore o sufran golpes. ¿De qué estamos hablando?
Principales productos
Dentro de la gran variedad de bolsas y fundas que se utilizan en montaña, nos resultarán especialmente útiles los siguientes productos:
1) Bolsas estancas no sumergibles
2) Bolsas estancas sumergibles
3) Fundas de compresión.
4) Fundas para mapas.
5) Fundas para botiquín.
6) Funda de gafas
Sobre las bolsas estancas
El adjetivo “estanco” mueve en no pocas ocasiones a la confusión, porque el nivel de protección real de un producto calificado como estanco frente al agua puede resultar muy diferente.
Las bolsas estancas no sumergibles son mayoría en el mercado, tienen una impermeabilidad elevada (columna de agua de 5.000 a 10.000 milímetros), suelen rondar los 100 gramos en capacidades de 10 a 20 litros y resultan económicas: de 20 a 30 euros. No son sumergibles en agua, pero si protegen tu equipo, ropa, tienda de campaña o saco de dormir de la lluvia, polvo y enganchones. Es imprescindible que las costuras estén termoselladas y que el cierre enrollable permita al menos 3 vueltas. Suelen fabricarse en un termoplástico poliuretano (TPU), aunque algunas pueden llevar un exterior de poliéster y un doble laminado de poliuretano. En su volumen más reducido pueden estar presentes como fundas flexibles para botiquín de montaña.
Las bolsas estancas sumergibles son algo más pesadas y menos flexibles, y se fabrican con PVC, siendo las preferidas de barranquistas y para actividades en el mar. A diferencia de las anteriores, con un nivel de impermeabilidad “IPX 4”, alcanzan en los test la categoría IPX 8. Suelen fabricarse en 5, 10, 15 y 20 litros, y en actividades exigentes se introducen dentro de pequeños bidones de plástico rígido estancos .
Fundas de compresión
Cuando en los 90 se añadieron cintas a las fundas de los sacos para poder comprimirlos y que abultasen menos en la mochila, se consiguió reducir el volumen de transporte a menos de la mitad si se trataba de un saco de pluma y un 30% cuando era de fibra.
Actualmente ese tipo de fundas son más ligeras y las que más rápido secan, confeccionándose a menudo con un nailon ripstop siliconado. Los modelos de menor capacidad se muestran útiles para sacos ultraligeros o comprimir ropa térmica: por ejemplo una chaqueta de pluma, un chaleco de fibra o vestimenta interior de recambio.
Es importante saber que este tipo de fundas por lo general no son impermeables, sólo se muestran algo resistentes a la humedad, pues su columna de agua acostumbra a rondar los 500-100 milímetros . Las costuras no suelen estar termoselladas, por lo que lógicamente también son una vía de penetración de agua si nuestra mochila se empapa bajo una lluvia fuerte.
Fundas protectoras
Su función es proteger de la humedad, desgarros, torsiones y golpes ciertos objetos durante su transporte o uso: un mapa de papel que deseamos consultar a menudo, las gafas de sol que llevamos en la seta de la mochila (aconsejables sólo las fundas rígidas y no las flexibles) o específicas para aparatos electrónicos delicados (tipo teléfono móvil o GPS), siendo en este último caso recomendable cubrirlas con una segunda funda un poco más grande para conseguir una segunda barrera de protección. La incorporación de nuevos materiales, como por ejemplo la fibra de carbono en fundas de gafas, añade ventajas en cuanto a ligereza y resistencia, pero lógicamente encarece el producto.