Técnica

Aludes: pautas esenciales para moverte con seguridad en la montaña

Abordamos los aspectos técnicos de la prevención de aludes, la preparación y el rescate, un gran repaso para mejorar vuestra seguridad y la toma de decisiones informadas en la montaña

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Aludes: Pautas esenciales para moverte con seguridad en la montaña

La seguridad frente a los aludes es una combinación de formación teórica, experiencia práctica y uso adecuado del equipamiento. Antes de adentrarse en un terreno potencialmente peligroso, es fundamental conocer la situación nivometeorológica, valorar las características topográficas y llevar a cabo una planificación rigurosa. En caso de verse sorprendido por un alud, la rapidez, la coordinación y el uso de técnicas efectivas de búsqueda y rescate son vitales para la supervivencia.

La prevención sigue siendo la mejor arma contra los aludes. Apostar por la formación continua, la observación atenta del entorno y la colaboración en equipo son claves para disfrutar de la montaña con la mayor seguridad posible.

¿Qué es un alud?

Un alud es un desprendimiento de nieve que puede desplazarse ladera abajo a gran velocidad, llevando consigo nieve y, en algunos casos, materiales que arrastra en su recorrido. Existen distintos tipos de aludes en función de la estructura del manto nivoso, las condiciones climáticas y la topografía:

  1. Aludes de placa: Se producen cuando una placa de nieve bien cohesionada se desprende sobre una capa más débil. Son los más comunes y peligrosos para los esquiadores y alpinistas, ya que pueden desencadenarse por la sobrecarga de una sola persona.
  2. Aludes de nieve suelta: Se inician en un punto concreto y crecen en forma de abanico al descender. Suelen ser menos peligrosos que los de placa, pero pueden arrastrar a una persona por pendientes pronunciadas.
  3. Aludes de fusión: Se dan con temperaturas más cálidas o radiación solar intensa, cuando la nieve se humedece y pierde cohesión.

Factores que influyen en la formación de aludes

  1. Condiciones meteorológicas:

    • Nevadas recientes: Aumentan la carga de la nieve sobre capas débiles existentes.
    • Viento: Puede transportar la nieve a otras áreas y formar placas de viento, muy sensibles al paso de personas.
    • Temperatura: Fluctuaciones bruscas pueden debilitar las capas intermedias de la nieve.
  2. Topografía:

    • Inclinación de la pendiente: La mayoría de aludes se inician entre 30° y 45°.
    • Forma del terreno: Convexidades o entradas a corredores pueden acumular más nieve o tensiones en el manto nivoso.
    • Exposición solar: Orientaciones sur reciben mayor radiación y pueden sufrir más transformaciones de la nieve.
  3. Condiciones del manto nivoso:

    • Capas débiles persistentes: Hojarasca, capas de hielo o costras pueden formar una base inestable.
    • Densidad y humedad de la nieve: Una capa húmeda o muy suelta incrementa la probabilidad de deslizamientos.
 

Prevención: la clave para evitar un accidente

  • Cursos de seguridad en aludes: Realizar cursos de formación específicos (p. ej. impartidos por guías de montaña o federaciones) sobre nivología, evaluación del terreno y rescate.
  • Practicar la lectura del manto nivoso: Adquirir conocimientos de sondeo y test de estabilidad, como el test de la compresión o el test de la columna extendida.
  • Experiencia progresiva: Empezar por rutas más sencillas, ganando experiencia y criterio antes de afrontar terrenos complejos.

Información previa a la actividad

  • Boletín de peligro de aludes: Revisar diariamente los partes oficiales (por ejemplo, el de la AEMET en España), que ofrecen el nivel de riesgo (escala europea 1 a 5) y detalles específicos de la zona.
  • Meteorología: Consultar la previsión de temperaturas, viento y precipitaciones para las siguientes horas o días.
  • Planificación de la ruta: Identificar las pendientes más expuestas, posibles itinerarios de escape y refugios en caso de empeoramiento de las condiciones.

Equipo básico de seguridad

  1. ARVA (Appareil de Recherche de Victimes d’Avalanches) o DVA (Detector de Víctimas de Avalancha):

    • Permite localizar a una persona enterrada en la nieve si está emitiendo señal.
    • Se debe llevar siempre encendido y cerca del cuerpo, debajo de la primera capa de ropa.
  2. Pala:

    • Imprescindible para desenterrar rápidamente a la víctima.
    • Preferiblemente de aluminio y de estructura resistente.
  3. Sonda:

    • Barra plegable que permite localizar con precisión la profundidad y posición de una víctima.
    • Suele tener marcas de medición para indicar la distancia bajo la nieve.
  4. Mochila airbag (opcional pero recomendada):

    • Al activarla, infla un gran “globo” que ayuda a mantenerse cerca de la superficie de la avalancha y aumenta las probabilidades de no quedar enterrado.
 

Comportamiento y toma de decisiones en el terreno

  • Mantener las distancias: Al cruzar zonas peligrosas, espaciaos para no sobrecargar el manto de nieve.
  • Evaluar constantemente: El riesgo puede cambiar con el viento, la hora del día y la orientación de la ladera.
  • Escuchar los indicios del terreno: Rupturas en la nieve, crujidos o un “whoom” son señales de inestabilidad.
  • Elegir itinerarios seguros: Evitar las zonas convexas, vaguadas y pendientes con signos obvios de inestabilidad.

Actuación en caso de alud

  1. Si el alud te sorprende:

    • Intenta escapar lateralmente de la trayectoria.
    • Si quedas atrapado, desecha los bastones, esquís o raquetas para facilitar la flotabilidad.
    • Trata de “nadar” y moverte para acercarte a la superficie.
    • Justo antes de parar, coloca las manos alrededor de la cara para crear un espacio de aire.
  2. Búsqueda y rescate:

    • Autoprotección: Asegúrate de que no haya segundas avalanchas.
    • Organización: Activa el modo de búsqueda del DVA en todos los rescatistas (salvo en aquel que coordine la seguridad).
    • Búsqueda primaria (DVA): Moverse en zigzag o en búsqueda optimizada.
    • Localización fina (sonda): Una vez detectado el punto de mayor señal, usar la sonda para localizar a la víctima.
    • Excavación (pala): Desenterrar con la pala comenzando la zanja desde “abajo” (por debajo del punto estimado), para optimizar el rescate.
    • Atención sanitaria: Valorar estado de consciencia y signos vitales; si es necesario, iniciar RCP y solicitar ayuda médica urgente.

Cabe recordar que la velocidad de rescate es crítica: las probabilidades de supervivencia descienden drásticamente a partir de los 15 minutos bajo la nieve.

 

Entrenamiento y buenas prácticas

  • Práctica periódica: Llevar a cabo simulaciones de rescate en grupo para mantener la soltura con el DVA, la sonda y la pala.
  • Refrescar conocimientos: Las técnicas de rescate evolucionan y requieren práctica continuada.
  • Trabajo en equipo: Un grupo con roles claros (líder, rastreadores, vigilantes de nuevas avalanchas) agiliza la intervención.
  • Uso responsable de la tecnología: Aplicaciones de GPS y mapas de montaña pueden ayudar en la planificación, pero no sustituyen al criterio humano y a la formación en seguridad.

Recursos recomendados

Este artículo no sustituye la formación práctica ni el criterio de un profesional de la montaña. Siempre se recomienda completar cursos de seguridad en avalanchas y llevar a cabo prácticas regulares de rescat