Rutas

Camino Natural de la Ruta del Cantábrico

Gravel por etapas en la costa de las fantasías

Juanjo Alonso

9 minutos

Camino Natural de la Ruta del Cantábrico

El litoral gallego del Cantábrico es la costa de las fantasías. Las rías de Ortigueria y do  Barqueiro, los arenales de la playa de Esteiro, el atardecer en la Estaca de Bares, los acantilados de Morás, los miradores de Punta Roncadoira, el paso por la preciosa ensenada del río Landro, en la ría de Viveiro, y así podría escribir una lista interminable de los maravillosos paisajes que he conocido durante el último viaje de bikepacking gravelero por el Camino Natural de la Ruta del Cantábrico. Y todavía queda nombrar la parte lucense de la costa en la Mariña central y oriental, con la monumental playa de As Catedrais, las marismas de la ría de Foz, en la desembocadura del río Masma, o el puerto pesquero de Burela, que tiene el privilegio de ser el puerto del Cantábrico que más bonito del norte captura en toda España. Cada día, y casi cada kilómetro, ha sido un descubrimiento fascinante de pequeñas calas mordisqueadas por el oleaje oceánico, playas solitarias que parecen colocadas aposta para decorar una costa fiera y salvaje, faros de película, pueblitos que viven entre la pesca y el cuidado del ganado y balcones naturales que me volvían loco para elegir dónde parar y posar para la foto. Y siempre envuelto y hechizado por la particular luminosidad que inunda de magia el paisaje del litoral de Galicia, incluso los días de lluvia y cielos grises parecían invitarme a pedalear por este medio ambiente tan sugerente y auténtico.

 

El itinerario principal del Camino Natural de la Ruta del Cantábrico, entre Ribadeo y Ladrido, en la ría de Ortigueira, tiene 150 kilómetros de paisajes costeros. Los hitos rojos del itinerario aprovechan todas las oportunidades para indicar la ruta por divertidas veredas preparadas para peatones y ciclistas con tarimas de madera y losas de piedra  cerca del filo de los acantilados costeros, evitando las carreteras más concurridas de tráfico siempre que es posible, pasando por los accesos de las playas y los miradores puestos en parajes estratégicos para observar formaciones rocosas espectaculares o líneas de costa que emboban los sentidos. Uno de los mejores está en Loiba, conocido como “el banco más bonito del mundo”, llegué al banco al atardecer, en plena marea, cuando el oleaje convive plenamente con la muralla costera y la neblina que sale del encuentro del agua contra la roca provoca una iluminación de ensueño, fue uno de los momentos mágicos del viaje.

El recorrido cicloturista marca una sinuosa línea costera entre la ría del Eo, en el límite con Asturias, y la iglesia de Santa Eulalia de Ladrido, donde está el último hito del Camino Natural entre la Estaca de Bares y el Cabo Ortegal. En estos viajes en bici siempre busco la forma de realizar algún bucle opcional para llegar de vuelta al punto de partida creando una ruta circular, ampliando la posibilidad de conocer en bicicleta más lugares y territorios. La Ruta del Cantábrico en modo bikepacking es tan encantadora que he realizado casi todo el recorrido ida y vuelta por el mismo camino, salvo el inicio de la primera etapa. No he podido evitar incluir en el viaje el trazado del Camino de Santiago del Norte, entre Ribadeo y Mondoñedo, y después el Camino Natural de San Rosendo hasta Foz para bajar de nuevo hacia la costa, metiendo en el recorrido dos rutas históricas con un notable contenido de patrimonio monumental, etnográfico y ambiental en el interior de la Mariña lucense. Y divido la ruta en tres jornadas, la segunda es una etapa larga y dura, es una interminable fiesta de toboganes costeros saltando playas, montes y rías preciosas acumulando un notable desnivel positivo. En el camino hay poblaciones intermedias que pueden servir para cortar la etapa y añadir un día más en la aventura cicloturista, cada cual puede elegir a su gusto según el estilo de viaje y el ritmo de pedaleo.

 
DATOS
  • Punto de partida y llegada: Ribadeo (Lugo).
  • Tiempo: 3 etapas.
  • Distancia: 315 kilómetros.
  • Desnivel positivo: 5.390 metros.

 

Etapa 1. Ribadeo/Burela
85 kilómetros. 1.590 metros positivos.

Un buen modo de encontrar inspiración en el inicio de un viaje cicloturista es pedalear sin prisa siguiendo las universales flechas amarillas del Camino de Santiago. En Ribadeo comienza el Camino Natural de la Ruta del Cantábrico y también es la entrada en Galicia del Camino del Norte o Camino de la Costa desde Asturias, de las dos formas se conoce al Camino de Santiago que recorre el litoral del Cantábrico desde Irún hasta Santiago de Compostela. La ruta jacobea deja el litoral del Cantábrico y afronta la primera etapa por el interior de Galicia, cambia el paisaje, el idioma y las señas culturales pero se mantienen las fieles flechas amarillas junto a la inseparable vieira compostelana por el Camiño Norte. La principal finalidad de incluir esta variante en el viaje es conectar con el Camino Natural de San Rosendo y conocer los paisajes y los pueblos que recorre esta antigua ruta de peregrinación entre Mondoñedo y Foz. El lugar de conexión entre el Camino de Santiago y el Camino Natural está en Vilanova de Lourenzá, antigua villa de la Puente de otras épocas, cuando los peregrinos buscaban asilo y protección en la hospedería del monasterio benedictino de San Salvador. El encuentro entre las dos rutas está precisamente en el puente medieval del río Baos, en la entrada de la población, y se podría continuar directamente por el Camino Natural de San Rosendo hacia la costa, pero la visita de la histórica ciudad de Mondoñedo es fundamental, antigua sede de cortes, señoríos y obispados, tiene un casco viejo declarado Conjunto Histórico-Artístico con soportales, calles empedradas y fachadas decoradas con escudos y blasones.

Las dos rutas conviven en las aldeas del camino hasta la Plaza de la Catedral de Mondoñedo, después hay que volver por el mismo recorrido y en Lourenzá emprender el descenso hacia la costa por las parroquias de Casolga y Celeiro, en los montes del valle del río Masma, el colector fluvial que desemboca en la ría de Foz. Los hitos del Camino Natural de San Rosendo pasan por la basílica de San Martiño de Mondoñedo, el antiguo lugar de Mindumneto, refugio del obispo de Braga, Sabarico, a mediados del siglo IX y sede de la diócesis hasta el año 1112, es la catedral más antigua conservada en España y la primera levantada en el sur de Europa, construida en el siglo VI. Las señales del Camino siguen por los bosques que llevan al panorámico paraje de la ermita de Obispo Santo y finalmente bajan a la plataforma costera, conectando con el Camino Natural de la Ruta del Cantábrico en las afueras de Foz para terminar la etapa ciclista recorriendo el litoral del Golfo de Masma hasta el Cabo de Burela.

La costa es bastante lineal, llana y uniforme, en este tramo del Golfo de Masma no hay grandes montes costeros pero está muy batida por el oleaje y muestra una sucesión constante de relieves escarpados y curiosas formas litorales creadas por los propios sedimentos detríticos que arrancan las olas del muro costero. La Ruta del Cantábrico sigue por una serie interminable de veredas acondicionadas en el borde de la costa culebreando sin parar por todas las dentelladas que han creado las olas en la meseta verde del litoral. El firme combina tramos de madera, senderos de tierra de buena ciclabilidad y pavimentos de losas de piedra que cambian de técnica constructiva y estilo en cada población. La ruta salva la desembocadura del río Ouro por el pequeño estuario de la ría de Fazouro y termina la jornada en Burela, puerto pesquero de renombre con todos los servicios.

 

Etapa 2. Burela/Viveiro
128 kilómetros. 2.660 metros positivos.

El espectacular carril bici del Cabo de Burela facilita la salida de la población en bicicleta por los acantilados costeros y las playitas de Reliño y Marosa, después llega la travesía cerca del parque empresarial de Cervo y de nuevo aparecen los encantos de los pueblecitos costeros en San Cibrao, un bonito puerto pesquero formado por dos barrios que se crearon cuando los sedimentos litorales unieron la punta costera con el islote donde ahora está el faro de la Punta da Atalaia. El Camino Natural dibuja un curioso recorrido perimetral por la población que culmina en las vistas de la costa desde el espectacular balcón volado del Miradoiro da Atalaia y desciende por O Pedregal. Los hitos de la ruta se alejan de la costa para rodear el complejo industrial de una inmensa fábrica de aluminio y vuelven de nuevo a las fantasías costeras en el puerto de Morás, un importante puerto ballenero durante la Edad Media. La entrada del puerto y los alrededores están decorados con cientos de dolos, que son los restos de las piezas de hormigón que se fabricaron para construir los diques del actual puerto industrial de San Cibrao.

El paisaje de la costa cambia de ambiente, llegan los primeros repechos serios. Cerca de los famosos Acantilados de Papel comienza un divertido tramo por senderos de montaña en los acantilados de Morás y los miradores de Monte Castelo, en Punta Roncadoira, acumulando un buen desnivel positivo antes de bajar de nuevo hasta la orilla del Cantábrico y pasar por Viveiro y Covas por primera vez. La etapa termina en Viveiro aunque todavía queda el fabuloso tramo final hasta la ría de Ortigueira y el regreso. En Covas hay tienda de bicicletas, está al lado de un ejemplar gigante de ciprés de Monterrey, de 32 metros de altura, plantado en 1880. El Camino Natural deja el ambiente urbano de la ría de Viveiro por el monte O Facho y el sorprendente mirador de la Cruz de San Román, entre las playas de San Román y Area Grande. La ruta es un subibaja constante por montes de eucaliptos y pinares entre playas, rías y pequeñas calas que parecen inaccesibles desde el borde de los acantilados. La travesía de la ría de Barqueiro es otra fantasía ambiental, en la orilla oriental está el puerto de O Vicedo y en la occidental las calles marineras de O Porto do Barqueiro, escalonadas en la ladera de la desembocadura del río Sor, puerta de entrada de la Estaca de Bares, el punto más septentrional de la península ibérica.

La Ruta del Cantábrico no sube hasta el Cabo de la Estaca de Bares, los hitos continúan directamente hacia la ría do Esteiro, otra joya escondida del repertorio de playas dunares en la costa gallega del Cantábrico. El Camino salva los arenales de la ría por una pasarela de madera, pasa por la torre de O Picón y llega al “banco más bonito del mundo”, colocado en un balcón natural de la costa en la entrada de la ría de Ortigueira, entre la Estaca de Bares y el Cabo Ortegal. El mirador no es solamente paisaje, combina el sonido de las olas, la contemplación del movimiento del oleaje a cincuenta metros de altura, los islotes costeros, la muralla litoral fundida en la neblina de la espuma que flota en el aire después de chocar contra las rocas, la luz, los colores, es un lugar con una magia especial, especialmente cuando el clima permite disfrutar una buena puesta de sol. El Camino Natural termina poco después, pasa por la playa de Espasante y cierra la ruta en el mirador donde está la iglesia de Santa Eulalia de Ladrido, en el entorno ambiental del espacio natural protegido de la ría de Ortigueira-Ladrido, incluido en la Red Natura como Zona de Especial Protección para las Aves. El retorno hasta Viveiro es por el mismo camino, en lugar de volver por Os Castros, se puede rodear el Monte da Croa por el este hacia O Porto do Espasante y recorrer de nuevo los seductores paisajes costeros hasta el final de la larga jornada cicloturista en Viveiro.

 

Etapa 3. Viveiro/Ribadeo
102 kilómetros. 1.135 metros positivos.

La tercera jornada comienza con la conocida subida hacia los montes de Punta Roncadoira, pero en sentido inverso del día anterior, y recorre los senderos de los acantilados de Morás hasta el antiguo puerto ballenero de Morás, siguiendo los hitos del Camino Natural por San Cibrao y Burela hasta Foz, donde comienza el tramo nuevo de la etapa después de pasar por el cruce del Camino Natural de San Rosendo procedente de Mondoñedo. La ruta realiza un gran rodeo para salvar el espacio ambiental de la ría de Foz y retomar las veredas costeras en San Bartolo. La planicie de la gran plataforma litoral es impecable, es conocida como Rasa Cantábrica y se extiende desde el Cabo de Burela hasta San Vicente de la Barquera, una meseta de preciosas praderas y bosques litorales entre las laderas de las serranías costeras y la orilla del Cantábrico, un relieve particular que favorece la formación de pequeñas playas separadas por resaltes rocosos y curiosas esculturas naturales. La bicicleta planea sobre los arrecifes como una gaviota loca haciendo infinidad de garabatos por los caminos del litoral, que no presentan ninguna complicación para las bicis de gravel. Y de fondo el bravo oleaje golpeando los acantilados o afinando los arenales de las playas. Los pueblos son pequeños y suelen estar alejados del borde del mar por donde discurre el camino. Cada playa es una invitación y cada punta rocosa una propuesta de contemplación.

Un paraje relevante en este sector costero de la Rasa Cantábrica es el Monumento Natural de la Playa de las Catedrales, As Catedrais en galego. La playa es famosa por las formaciones rocosas que emergen del agua durante la marea baja y dejan descubiertas al aire libre cuevas, bóvedas, pasadizos, torres y grandes arcos de piedra. Y después está la ensenada de Cadramón y más adelante la escondida playa dos Castros, entre otras muchas, hay tantos rincones sorprendentes que no se pueden nombrar todos, sencillamente van apareciendo en el camino. En el tramo final, a partir de Rinlo, hay menos playas, abundan los escarpes rocosos y las puntas escarpadas que se meten en el mar como colmillos de colores y formas caprichosas, parecen anunciar el final de la aventura cicloturista, como las puntas do Mourón y de Gallín que crean la ensenada de Loureiro o la Punta de la Cruz, el último farallón costero antes de entrar en la orilla del humedal protegido de la ría de Ribadeo y completar la recta final de la aventura ciclista hasta las calles de Ribadeo, el cierre del viaje y el principio de todos los caminos, como siempre ocurre cuando termina una gran experiencia viajera en bicicleta.