Las montañas y los picos más altos siempre han sido irresistiblemente atractivos y fascinantes para el escalador y saltador B.A.S.E. ruso Valery Rozov, quien el miércoles logró una nueva hazaña que nadie había intentado hasta ahora. A primera hora de la mañana, este profesional del deporte de riesgo realizó un salto espectacular el primero de la historia desde la cara italiana del Mont Blanc, más en concreto desde un punto justo por debajo del Grand Pilier dAngle (Gran Pilar del Ángulo, en francés), a 4.243 metros. Durante su vuelo en caída libre de 35 segundos, para el que dispuso de su traje especial con forma de ala, el ruso llegó a una velocidad de 200 km/h antes de abrir el paracaídas que le permitió aterrizar sano y salvo en el glaciar de la Brenva, situado a 3.100 metros de altura.
Rozov, de 46 años, escogió esta legendaria montaña y decidió escalar hasta el Grand Pilier dAngle por su propio pie. Durante los dos días anteriores al salto, Rozov escaló el Mont Blanc con su compañero Alexander Ruchkin, el guía montañista francés David Authermann y el fotógrafo suizo especializado en montañismo Thomas Senf. El equipo empezó la escalada el día 4 de Julio y pasó la primera noche en el vivac de Eccles, a 3.850 metros. Al día siguiente, Rozov escaló hasta el Col De Peuterey, a 3.934 metros, y desde ahí continuó hasta el Grand Pilier dAngle para descender a través de una sección de la famosa vía conocida como Divina Providencia hasta el punto exacto planeado para el salto, aproximadamente a 3.900 metros. Las condiciones de la mañana del día 6 eran inciertas y Valery, tras haberse puesto su inseparable traje en forma de ala, saltó a la 06:45 de la mañana. El viento proveniente de un frente frío frustró los planes de aterrizar en el Courmayeur, por lo que Rozov decidió aterrizar en el glaciar de la Brenva.
Una vez que Rozov completó el aterrizaje en el glaciar de la Brenva, declaró: Ser la primera persona en saltar desde la cara italiana de esta magnífica montaña no solo ha sido una fantástica experiencia para mí, sino también un gran honor. El viento me ha forzado a hacer un salto más corto. Lo cierto es que ha sido un salto muy técnico, en el que no me podía permitir el menor error. El Mont Blanc es un macizo espectacular y tengo que confesar que se ha ganado un lugar en mi corazón. Si las condiciones lo permiten, me gustaría intentar otro salto en un par de días, esta vez desde la zona de las Grandes Jorasses.