Éste es el espacio protegido que configura el principal ecosistema de alta montaña de Cataluña, además es el único parque nacional de la comunidad. Alberga cumbres que superan los 3.000 m de altitud, ríos, barrancos, cascadas, ciénagas, más de 200 lagos de varias formas y colores y una gran diversidad de especies animales y vegetales.
Este paisaje presenta atractivos tanto en invierno como en verano. Para esta época del año, con el calor, la montaña recupera su verdor y se multiplican las actividades por los parajes idílicos del parque. Os proponemos hacer excursiones para fotografiar el lago y los majestuosos Encantats, visitar la zona de la Mollera d’Escalarre, donde hay varios miradores de pájaros, o la zona del bosque de Bonabé, hábitat del oso pardo. Se pueden hacer excursiones a caballo, salidas en bicicleta o paseos en canoa en el embalse de Torrassa.
Para viajar en familia hay itinerarios señalizados y adaptados, podéis ir acompañados de un guía-intérprete, buscar la madriguera de las marmotas, observar las mariposas o ayudar a los pastores a alimentar las ovejas.
Una buena forma de conocer este territorio es seguir alguno de los más de 60 kilómetros de senderos que unen los pueblos del valle.
Un complemento a esta oferta más activa es el rico patrimonio cultural del románico de la Vall de Boí, formado por ocho iglesias y una ermita que forman parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Recomendamos visitar el Centre del Romànic y el pantocrátor de Sant Climent de Taüll.
Para acabar de recuperar energías, podéis disfrutar de la buena gastronomía local. Algunos productos típicos y de calidad de la zona son las negrillas (fredolics en catalán), los boletus (ceps), los arándanos (nabius), y los embutidos artesanos (girella, xolís…).
Ya sólo es cuestión de definir los detalles de nuestra cita estival con Aigüestortes.