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Lavado de nuestro equipo: 5 recomendaciones básicas

¿Estás entre quienes creen que el equipo apenas sufre por lavarlo a menudo o por el contrario hay que evitarlo lo máximo posible?

Tino Nuñez

3 minutos

Lavado de nuestro equipo: 5 recomendaciones básicas

Fanáticos de la limpieza y de lo contrario tenéis vuestra buena parte de razón y lo explicamos a continuación.

1. Fácil de lavar: el forro polar
El forro polar es aún la prenda térmica por excelencia en montaña: ligero, más omenos económico, duradero y suficientemente aislante. Tras las camisetas de primera capa y los calcetines, es el textil que más veces lavaremos durante su ciclo de vida (que en general se sitúa entre los 3 y los 10 años). Salvo si incluyen una membrana cortaviento pueden juntarse con nuestra ropa sintética diaria en la lavadora, no vale la pena el lavado manual y podemos hacerlo tan a menudo como necesitemos.

Sí, pero… en cada lavado un forro polar desprende miles de microfibras de poliéster que terminarán contaminando el mar y dañando a sus seres vivos. Ese vertido de casi 2 gramos de microplásticos que conllevada cada lavado resulta cada día más insostenible, Por eso hay fabricantes que están apostando por materiales más naturales, como la lana merino o el bambú.

2. Chaqueta impermeable y transpirable
Tanto el lavado manual como a máquina afectan al hidrofugado exterior, por lo que si lo realizamos a menudo perderá ese tratamiento y el tejido se empapará por fuera con facilidad y perjudicará la transpirabilidad. Aunque es cierto que en lavadora y siguiendo las recomendaciones del fabricante (como no emplear suavizantes ni blanqueadores) se puede obtener un buen resultado, los termosellados sufrirán mucho más que en un lavado a mano con agua tibia/fría, nunca a más de 30ºC.

Sí, pero… si olvidas revisar los bolsillos, posiblemente cualquier papel olvidado e incluso unas llaves pueden manchar o deteriorar la prenda.

3. Calzado
No es una buena idea meter tus zapatillas favoritas en una lavadora, aunque quizá puedan salir con buen aspecto… ¡sufrirán los adhesivos que unen las diferentes piezas y la entresuela! Al igual que con las botas de piel o sintéticas con membrana es mejor dejarlas secar totalmente antes de retirar el barro seco con un cepillo de cerdas semiblandas (un cepillo de dientes te valdrá). Puedes usar un estropajo de cocina con doble densidad y aguja jabonosa, insistiendo con la parte verde para eliminar la suciedad de la suela y prefiriendo la parte blanda o de esponja suave para la parte superior del calzado.

Sí, pero… no pienses que lavarlas a mano por inmersión en un barreño tampoco las dañará. Acuérdate siempre antes de retirar la plantilla –que sí puede ir a la lavadora– y los cordones, aprovechando para retirar suciedad o vegetación incrustadas.

4. Mochilas y tiendas de campaña
No constituye una buena idea lavarlas a menudo, porque afectará a su impermeabilidad. Prefiere lavados a mano y parciales, frotando suavemente sólo en la zona sucia con una esponja empapada en agua fría y jabones neutros o productos específicos concebidos para ese uso (varias marcas del Reino Unido fabrican los que mejor resultado dan).

Sí, pero… hay casos extremos de mal olor acumulado que pueden requerir un lavado a mano en bañera y posterior reimpermeabilización con aerosol hidrofugante¡lo bueno de este último producto es que no suele costar más de 15 euros!

5. Cuerdas
El lavado en agua fría enjabonada –con un producto específico o en su defecto para prendas delicadas- y a mano no afecta a la resistencia de una cuerda para escalada o barranquismo, aunque puede hacerla ligera y temporalmente más rígida durante los primeros usos. Utilizar un cepillo específico y helicoidal resulta más eficaz que frotar simplemente unos bucles contra otros en la bañera.

Sí, pero… no creas que lavando una cuerda ésta resultará más segura, de hecho es un mito que la suciedad incluya micro partículas minerales que puedan cortar las microfibras del alma. De cualquier forma reulta recomendable lavar de inmediato una cuerda que haya tenido contacto con un charco, porque en algunos casos aislados –como en ciertas cuevas donde se practica espeleología– se ha detectado una contaminación bacteriana ¡que ha reducido la resistencia de rotura a la mitad!