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Reconstruyendo el primer vuelo del Everest

Han pasado 80 años desde que el Coronel Douglas Douglas-Hamilton sobrevolara el Tercer Polo. El 3 de abril su nieto rememoraba tan épico vuel

Jorge Jimenez

2 minutos

Han pasado 80 años desde que el Coronel Douglas Douglas-Hamilton sobrevolara el Tercer Polo. El 3 de abril su nieto rememoraba tan épico vuelo.

Una abarrotada platea, en el Biltmore Hotel de Los Ángeles, recibía con entusiasmo la octava edición de los Oscar, ya por entonces todo un fenómeno en el mundo cinematográfico. Entre las estatuillas que se repartieron aquel 5 de marzo de 1936, a Bette Davis, Victor McLaglen o John Ford, se colaba un galardón para “Wings Over Everest”, una cinta editada en 1934 que recogía la última gran gesta de la aviación, llevada a cabo por los británicos David McIntyre y Douglas Douglas-Hamilton. Ambos habían pilotado, en abril del 33, dos avionetas Westland Wallace para sobrevolar los inviolados bastiones del Everest.

A 225 kilómetros por hora, en biplanos de cabina abierta y durante tres horas y media de vuelo, McIntyre y Douglas-Hamilton, acompañados por un fotógrafo en cada cabina, lograban elevarse por encima de los 9.000 metros. «Mi abuelo era un hombre modesto. Cuando le preguntamos cómo fue el vuelo respondió que bien, lo que significaba que había sido brillante», recuerda Charles Douglas-Hamilton, nieto del Coronel, e impulsor del vuelo conmemorativo que el pasado 3 de abril trataba de repetir aquel hito de la aviación británica, aunque les iba a ser imposible sobrevolar la cumbre al pertenecer al espacio aéreo chino.

“Estaban forzando los límites. Los riesgos eran altos: fuertes vientos y falta de oxígeno”, explica Charles, de 33 años, que todavía se sorprende al contemplar los planos de aquellas avionetas que contaban con un solo motor y compuertas en el suelo de la aeronave, permitiendo la toma de fotografías, una de las labores científicas de aquella expedición de 1933, a partir de las cuales se realizarían los mapas de los que se servían Edmund Hillary y Tenzing Norgay durante la primera ascensión del Everest, en 1953.

Aunque sin éxito, también se pretendía encontrar evidencias de George Mallory y Andrew Irvine, desaparecidos en el 24, cuando sus huellas se perdían en la arista cimera y entraban directamente en la senda de los mitos.

Un avión Jetstream, diseñado en la fábrica escocesa que fundaban McIntyre y Douglas-Hamilton, era utilizado 80 años después para evocar el primer vuelo sobre el Everest. «Volamos a unos 7.000 metros y nos acercamos hasta unos 1.500 metros de la cumbre», explicaba en la rueda de prensa ofrecida en Katmandú, Umesh Chandra Rai, administrador de Yeti Air. “Fue majestuoso, espectacular, y estoy muy orgulloso de tener la oportunidad de recordar aquella jornada histórica en la que participó mi abuelo”, añadía Charles Douglas-Hamilton. “Fue sobrecogedor contemplar la montaña y darse cuenta de los riesgos terribles que asumieron en pos de la ciencia y la aviación”.

Hoy los vuelos turísticos al amanecer, antes de que los vientos cubran el panorama del Himalaya, son comúnmente ofrecidos por una docena de aerolíneas en Nepal, por un precio que ronda los 130 dólares.