Escalada

Primera travesía invernal de las Tres Cimas de Lavaredo

Dos jornadas de actividad les bastaron a Simon Gietl y Roger Schäli para rubricar la primera travesía invernal de los tres míticos colmillos de Dolomit

Jorge Jimenez

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Dos jornadas de actividad les bastaron a Simon Gietl y Roger Schäli para rubricar la primera travesía invernal de los tres míticos colmillos de Dolomitas.

Son dos zagales suizos con ganas de abrirse camino en el alpinismo de alto nivel: Simon Gietl y Roger Schäli han formado una de esas productivas cordadas capaces de llevar a cabo las ambiciones de su ingeniosa mente. Juntos han legado varias rutas bárbaras como la que establecían en la Aguja Poincenot, Fühle dich stärker aber nicht unsterblich (600 m, A3 , 6c, M5), o Eventyr, una monstruosidad de 1.300 metros y con dificultades de 7a , en Groenlandia. Una vez anclada en su cabeza, la idea de concluir la travesía de las Tres Cimas de Lavaredo era cuestión de tiempo.



“Tenía este proyecto en mente desde hacía tres años. El pasado verano llevé conmigo a un cliente para ascender cada una de las cimas por sus rutas normales de la cara sur. Fue entonces cuando me prometí a mí mismo escalarlas todas en invierno, pero por otras líneas de ascensión” cuenta Simon Gietl. “Mi idea empezaba por hacer la travesía completa empezando desde la Cima Ovest. Hablé con mi amigo Roger Schäli e inmediatamente fue seducido por la propuesta”.

La cordada seguía el plan original de hollar la Cima Ovest en primer lugar, lo que lograban por la ruta Via degli Scoiattoli y, requiriendo la ayuda del artificial, pisaban la cumbre la tarde del 15 de marzo. Sin apenas perder tiempo iniciaban el descenso por la vertiente sur para doblegar la Cima Grande, vía Dülfer en su cara oeste. La noche se formaba vertiginosa, forzándoles a establecer un vivac en una plataforma previa a la cumbre. “Gracias a ello disfrutamos de un maravilloso cielo estrellado”. Optimistas, aguardarían el despuntar del sol para completar la Cima Grande, descender por su ruta normal de la vertiente sur y embocar la cara oeste de la Cima Piccola, donde, dos horas más tarde, se abrazan al término de su proyecto.

“Puede parecer trivial, pero estamos absolutamente felices de haberlo conseguido. Poner un pie en cada una de las cumbres no era algo que estuviera garantizado, especialmente debido a las últimas nevadas”, concluye Gietl. “Valió la pena”.