El fracaso. Dice Antonio que es su único miedo. A no conseguir los objetivos. Y le debe tener pánico, porque en el último lustro no ha parado de encadenar éxitos en todos los que se ha planteado: la Lapland Extreme Challenge, la vuelta a la Península Ibérica y el Círculo Polar Ártico en Paddle Surf, la Iditarod de Alaska, el cruce del Atlántico a remo y en solitario… Y suma y sigue: le entrevistamos para el número 120 de Oxígeno días después de haber atravesado el Pacífico desde San Francisco a Hawai. 76 días, 5 horas y 22 minutos. Sobre una embarcación de Paddle Surf. 4.750 kilómetros. Sin asistencia. En solitario.
He tenido que superar difíciles corrientes, fuentes vientos, varios huracanes, grandes olas, noches de insomnio, calor y humedad
Antonio de la Rosa, quien a cumplió los cincuenta años durante esta última travesía oceánica, nació en Iscar, Valladolid, pero reside en la Sierra Norte de Madrid desde hace muchos años. Ha conseguido sumar a su currículo una gesta histórica, tras permanecer más de setenta y seis días remando de pie sobre su embarcación de Paddle surf, fabricada especialmente en España para esta odisea, completando la difícil travesía oceánica que separa la Costa Oeste de Estados Unidos del archipiélago Hawaiano. Durante este tiempo, Antonio ha permanecido completamente solo, con la única comunicación exterior de un dispositivo satelital especial que le ha permitido trasmitir por redes sociales el día a día de esta increíble aventura y hablar con sus familiares y amigos. "Me siento cansado pero muy satisfecho, he tenido que superar unas difíciles corrientes cuando salí de San Francisco, fuentes vientos que me empujaban hacia el sur, varios huracanes que me han pasado cerca, grandes olas que sacudían mi pequeña embarcación como si fuera una lavadora, noches de insomnio, calor y humedad, pero estoy aquí, lo he conseguido, casi no me lo creo" ha comentado a su llegada.
Pillamos a Antonio en Waikiki, Hawai, una semana después de haber arribado a la isla, sorprendido por la enorme repercusión mediática que ha tenido su logro. No en vano, su gesta ha finalizado en la cuna del Paddle Surf, una isla en la que además los practicantes se cuentan por miles. Aparentemente bastante más delgado que cuando empezó, ha perdido doce kilos, pero con la energía y la eterna sonrisa que le caracteriza intacta, Antonio ha comentado a los medios que ha comido bien, productos deshidratados y liofilizados en su mayoría, bebiendo agua de una desalinizadora que funciona con las placas solares que lleva la pequeña embarcación de siete metros de largo e incluso se ha permitido el lujo de comer algún dorado que ha podido pescar.
Tengo miedo al fracaso. A no conseguir los objetivos que me marco
Charlamos por teléfono de forma muy distendida: Antonio se muestra tranquilo, humilde y divertido. Nos encanta esa forma tan castellana de restar épica a sus expediciones, reduciéndolas a una simple expresión de voluntad y determinación, como si fuesen algo al alcance de cualquiera que se lo proponga. Pero todos sabemos que no. Que no es fácil. La mayoría, de hecho, no nos los plantearíamos ni en esta vida, ni en la otra.
Lo cierto es que ya tienes experiencia en retos en los que no sabes muy bien cómo vas a responder y los has conseguido o incluso ganado…
En este caso es una competición con gente de mucho nivel. Si sólo fuese hacerlo… pero al final es con límites de tiempo muy apurados, y eso es lo que si nos despistamos seguro que nos saca fuera.
¿Te sientes más cómodo compitiendo contra ti mismo que compitiendo contra otros?
Ahora mismo sí. Hace unos años no. Que conste que siempre me ha gustado competir contra otros, pero en este momento de la vida, con las expediciones que estoy llevando a cabo, me siento más tranquilo marcándome yo mi ritmo… Estoy en un momento en el que no me apetece que me vayan tensando; ni tensar a nadie tampoco.
Y ahora desde la tranquilidad de tu habitación de hotel ¿cuáles son tus sensaciones del reto que acabas de conseguir?
Si te digo la verdad, llevo aquí una semana y me parece que lo he hecho hace un siglo. Han pasado tantas cosas esta semana… ha sido una locura de gente, entrevistas… Y eso que no ha sido un reto que haya sido más complicado técnicamente que otros, porque al final ha sido la segunda travesía oceánica que hago y me he sentido más cómodo y sobre todo más seguro. He ido con una embarcación en la que yo he estado encima de su diseño y fabricación, y ya sabía cómo manejarla y funcionado a la perfección. En la travesía atlántica tardé casi veinte días en aprender a manejarla. Lo único que en esta ocasión pues han sido muchos días, y he tenido complicaciones climatológicas que me han impedido ir más rápido. Pensaba que a lo mejor lo podía hacer en sesenta días y al final han sido setenta y seis. Pero por lo demás ha sido un reto “fácil" en cuestiones de desarrollo, pero con diferencia el más complejo en cuestiones de logística, sobre todo previa. Estar pendiente del diseño y la fabricación me ha llevado casi dos años.
Entonces ¿no hay nada que hubieses cambiado o mejorado de ese diseño de la embarcación?
No. Realmente no. Quizás hubiera reducido los tamaños tanto del timón como de la orza. Creo que el fabricante, seguramente buscando seguridad, sobredimensionó ambos elementos. Porque al final es una embarcación de siete metros, que con un pequeño timón y una orza pequeña hubiera valido. Y al final he llevado un timón que no lleva ni un barco de sesenta pies. Es lo único que hubiera cambiado: hubiera adelantado un poco la orza, y la hubiera reducido de tamaño. Porque a veces sentía que frenaba mucho y no me permitía un manejo ágil. Es complicado de explicar: con el mínimo gesto sobre el timón ya la embarcación giraba mucho, me costaba mucho a veces afinar con la dirección. Pero ya son chuminadas. Cosas concretas que me hubieran permitido quizás ahorrar un día de los setenta y seis
Pero supongo que en retos de estas características esos pequeños detalles técnicos pueden marcar una gran diferencia…
Así es. Pero en este caso lo que es seguro es que iba en una embarcación sobredimensionada en términos de seguridad. Fíjate que creo que si los cinco huracanes que me pasaron cerca, me hubieran pasado por encima, no habrían impedido que terminara el reto. Más pronto o más tarde. Porque llevaba una orza lastrada de treinta kilos, y me han llegado golpear olas teniendo la orza quitada y no he volcado. La embarcación es una pasada. Un barco muy guapo.
¿Cómo comenzó tu pasión por la aventura?
Pues creo que desde pequeño, cuando mi madre me sacaba a pasear por el bosque, por los pinares de Íscar; siempre me sacaba con el carrito y yo andaba ya trasteando por el pinar, cogiendo peces en los ríos, con tres o cuatro años. Siempre he sido bastante trasto en el campo. Pero creo que con la aventura sobre todo desde la época de los raids. Yo practicaba cuadratlón, que es el deporte en el que he competido a más nivel, llegué a ganar varios campeonatos de España, y con buenos resultados a nivel mundial. Y de ahí pasé a los raids de aventura -en la época gloriosa por suerte- por el año noventa y seis. Es el deporte que me ha formado como aventurero y como expedicionario. Y aunque sea un deporte en equipo, es el que me ha dado las bases y la fortaleza mental para soportar estos desafíos en solitario que estoy haciendo ahora.
Has superado grandes desafíos tanto por tierra como por mar. ¿Dónde te sientes más cómodo?
La verdad que me siento igual de cómodo en los dos sitios, pero me gustan más los desafíos invernales. La superación invernal es más compleja en algunos sentidos, aunque cuando lo hablo con gente de la montaña me dicen que a ellos ponles los pies en tierra y quítales del océano… A lo mejor es porque no he tenido un mal día y que diga aquí me ahogo en el océano, pero siento que los desafíos invernales en solitario son más complejos. En verano siempre puedes montar una tienda de campaña, pero cuando estas a treinta bajo cero, cruzando un lago helado, o progresando entre grietas… ahí hay un montón de factores que creo que hacen más complejo un rescate por ejemplo. Sin embargo en el océano siempre se llevan muchos más medios de seguridad de los que se puedan llevar en tierra. A ver, que si te caes del barco y no llevas una línea de vida bien enganchada y estás muerto, porque ahí no te va a encontrar nadie. La verdad que en cuanto a seguridad pueden llegar a ser igual de complejos, pero yo me siento más a gusto en invierno. Por mi constitución quizás, yo con el calor me agobio muchísimo, y el frío lo llevo mejor.
En el océano siempre se llevan muchos más medios de seguridad de los que se puedan llevar en tierra
¿Cómo siendo de Valladolid surge esa pasión por el mar?
Para ser un paisano de interior es curioso sí. Pero desde pequeño he veraneado con mis padres en la costa, en Luarca, en las Islas Cíes en la época de los hippies me he pasado dos veranos enteros de campismo, haciendo pesca submarina… con lo cual desde pequeño he tenido contacto con el mar, y siempre me ha gustado mucho. Y luego hay que pensar que buena parte de los grandes conquistadores oceánicos eran de interior, castellanos… no sé por qué.
¿Cómo te entrenas física, técnica y mentalmente para un reto así?
En este caso en concreto el entrenamiento ha sido más logístico, un factor que he tenido que preparar muy bien. He estado dos años revisando vientos y corrientes, analizando la época idónea, analizando las travesías de las pocas personas que han navegado entre San Francisco y Hawái… el año pasado hubo varios grupos de dos personas que lo hicieron a remo en embarcaciones dobles y estuve muy pendiente de ellos. Yo estaba preocupado porque había visto que los últimos años a finales de agosto y principios de septiembre era cuando entraban los huracanes, y me marqué principios de junio para partir. Pero luego este año desde mediados de junio hasta mediados de agosto han pasado cinco huracanes. Es curioso que al final intentas acertar con la meteorología y al final no aciertas porque el clima está muy trastocado. No sé por qué pero está el clima raro. En comparación con el año pasado ha estado todo mucho más revuelto en el Pacífico. Con lo cual esa parte, al ir en solitario, sin asistencia, me ha hecho ir más preocupado en llevar bien los sistemas eléctricos, de que la embarcación funcionara bien casi más que de entrenar. Aunque no he dejado de entrenar en todo el invierno, pero no ha sido de una forma intensa y específica. He intentado mantenerme en forma, haciendo ejercicio tres o cuatro días a la semana. Y luego ha sido complejo porque tengo una empresa de turismo activo, que he tenido que dejarlo todo organizado porque iba a estar ausente cuatro meses; y luego con el barco he ido apuradísimo, porque los moldes los hicimos en diciembre, y hasta enero no empezamos a construir el barco, y en abril hacía falta que estuviese ya en el agua, por lo que han sido unos meses bastante locos viajando todas las semanas a Cartagena, con el constructor también muy involucrado en este proyecto. Porque era un prototipo, partíamos de cero, algo nuevo para todos. Ellos fabrican barcos de vela, pero esto había que diseñarlo sin manual de instrucciones: donde ponemos el timón, distancia, altura, profundidad, línea viva, línea muerta… ha sido un proceso de fabricación muy complejo, en el que más horas hemos echado, casi más que en entrenar.
Tienes que tener siempre una motivación, y siempre con determinación de seguir adelante, porque como te vengas abajo… la cagas
¿Es un reto en el que cuentan más las condiciones físicas o la fortaleza mental?
Es un 50%. Si no estás preparado físicamente puede ser que se te haga muy cuesta arriba, o que te vengas abajo. Creo que tienes que estar fuerte físicamente. En mi caso es innato: yo no soy un súper atleta, pero igual puedo cargar sacos de arena, que remar o patear doscientos kilómetros. Y es una fortaleza que también te sirve para no quedarte muy hecho polvo al terminar. Yo he estado setenta y seis días, he empezado con sobrepeso y he llegado con mi peso perfecto. Sé de gente que ha hecho cosas similares y están recuperándose tres meses. Y a día de hoy, que llevo una semana de recuperación, estoy muy bien. Y eso es importante también. Y la parte mental no te puede abandonar. Tienes que tener siempre una motivación, y siempre con determinación de seguir adelante, porque como te vengas abajo… la cagas.
Supongo que es más difícil de lo que parece... ¿Tú en los momentos más complicados tienes algún mantra que te ayude a superarlos?
La verdad es que no. Yo lo que tengo claro es que estoy ahí porque me gusta. Nunca pienso en que este momento no lo voy a poder superar. En eso no sé si seré especial, porque no me planteo esas dudas. Sí que a veces tienes momentos en los que echas cuentas de los días que te quedan, pero tengo un punto que pienso en lo que estoy haciendo, que pienso en el día siguiente, analizo lo que me queda, analizo lo que llevo hecho, y no tengo ningún mantra, no me hace falta.
¿No has pensado en rendirte en ningún momento entonces?
No. He pensado que a lo mejor no llegaba en noventa días y no podría ir al Eco Challenge. En que tendría que pescar porque iba a tardar cien días. Por ejemplo las dos primeras semanas que fueron muy duras porque no conseguía separarme de la costa, miraba las condiciones y pensaba: bueno, aunque baje hasta la línea del Ecuador, allí los vientos y las corrientes giran; voy a hacer mil kilómetros más pero lo lograré. Y en vez de venirme abajo pues pensaba que tendría que hacer mil más y ya está. Yo he dicho que iba a Hawái, y a Hawái voy. Al final por suerte con un cambio de vientos pude salir de las corrientes, coger una línea recta y me llevó menos días. Porque hubo un momento que me veía ya en los cien días y pescando… Pero nunca llegué a pensar en darme la vuelta, o bajarme en México a tomar mojitos.
¿Cuál ha sido el momento más complicado al que te has enfrentado?
Quizás las dos primeras semanas. Necesitaba separarme de la costa y no lo lograba. Los vientos me devolvían, de hecho se puede ver en el track que hay cuatro días de bucles: un día ponerte a remar ocho horas sitio remando contra corriente y contra viento, hacer diez kilómetros en ocho horas y pararte a comer y echarte un rato, y seis horas después estar en el punto de inicio. Eso psicológicamente se hace duro. Y me pasó cuatro días. Y luego la última parte ya cerca de Hawái, porque siempre lo complicado es cuando estás más cerca de las costas, porque al final vas con una embarcación, que aunque sea una tabla de paddle surf es una tabla muy grande, con mucho volumen, que es costosa de manejar en condiciones adversas, y que cualquier cambio de viento o de corriente… puede llegar un momento en que no controles la embarcación. Cuando estás en medio de la nada, pues si te vas a la deriva veinte kilómetros no pasa nada, pero cuando estás a un kilómetro de la costa y ves los acantilados y las rocas… pues eso sí que te preocupa.
¿A qué le tienes miedo?
Tal vez al fracaso. El no conseguir los objetivos que me marco. Mis miedos van más por ahí que a las condiciones que me pueda encontrar, quizás porque no me he topado todavía con un día que me acojone. He llegado a tener días malos de vientos y olas pero me he sentido muy seguro en el medio. Tengo mis preocupaciones, que me sirven para hacer bien las cosas.
El mar ¿es buen maestro?
Claro. Sin duda. Es un lugar en el que aprendes muchísimo. Yo por ejemplo he aprendido que eso que ves en las películas que cuando ves un pájaro hay tierra cerca no es cierto: en el Pacífico los hay durante setenta y cuatro días de travesía; las peleas entre peces grandes y pequeños; cómo los pájaros se aprovechan de los peces voladores para comer. Del clima, de los vientos, las corrientes…
¿Has tenido tiempo para reírte, para emocionarte?
Sí. Reírme mucho, porque yo siempre me rio mucho. Y yo no soy de emociones así muy intensas. Ni siquiera al llegar a tierra. Soy más de disfrutar el viaje. En una competición no, pero cuando hago retos así personales, como voy disfrutando de cada momento… culminarlos no me supone tampoco un éxtasis. Para mí la parte importante y apasionante de un viaje es durante, no al final de este.
Para ti supongo que la soledad es una buena compañera.
Para mí la soledad es muy buena compañera. Yo he estado quince años compitiendo siempre en equipo. Pasé del deporte en solitario: piragüismo, triatlón, cuadratlón; a correr durante quince años siempre en equipo, siete, ocho y hasta diez competiciones al año; y desde el 2010 a hacer los retos en solitario. Son momentos en la vida. Pero ahora mismo prefiero ir solo a ir bien o mal acompañado. Y me siento a gusto, no me deprimo. Hombre, esta vez se me ha hecho largo, ya setenta y seis días… voy a intentar que los retos sean de mes y medio, cuarenta días, voy a buscar ese límite de días, porque dos meses y medio ya se hace largo para mí, y para los que me rodean, para la familia, para mi novia, ya son demasiados días. Y ya llega un momento que entras un poco en la monotonía… pero vamos ¡que no echo de menos nada cuando estoy solo! Y soy una persona súper sociable, en mi casa voy al bar todos los días a charlar y tomar unas cervecitas con los amigos. Pero estoy solo y no echo de menos nada ni a nadie. Al final también me gusta hablar y hoy en día con las nuevas tecnologías si echas de menos a alguien es fácil llamar y comunicarse. La tecnología ha ayudado mucho al explorador en solitario.
Tenemos que cuidar del océano, porque va terminar siendo un jodido estercolero
¿Te resulta muy difícil conseguir financiación para tus retos?
Demasiado difícil. Y no lo entiendo la verdad. La expedición es cara. Pero ni ofreciendo repercusión en televisión al salir de San Francisco y al llegar a Hawái ¡al lugar en el que se inventó el paddle surf! Y no esperaba la locura que ha sido, que ha sido trending topic en EEUU, me ha entrevistado muchísimas cadenas del país, hasta la CNN, el Good Morning America, con treinta millones de seguidores en facebook; me han parado por la calle… y sin saber que iba a ser así, sí que puedes intuir que algo de repercusión va a tener. Y que no crea nadie en ti después de todas las cosas que he hecho, pues da rabia. Y no necesito a nadie, porque tengo la gran suerte de tener una empresa de turismo activo que funciona muy bien y me puedo permitir costearme estas expediciones, y tengo que agradecer que he tenido algunos patrocinadores que me han ayudado. Pero es que esto me tenía que haber salido gratis. Y para la próxima expedición que haga tengo claro que tengo que hablar con las marcas en EEUU. Me han asegurado hasta que ganaría dinero. En España todo lo contrario. Cuesta que te valoren. Y ya sé que a pesar de haber logrado otro reto, el año que viene me pasará lo mismo.
Hemos visto que te implicas con un mensaje de defensa de los océanos. ¿Qué podemos hacer al respecto?
A ver, siempre me he querido implicar, y siempre he querido hacerlo con lo que me llena: con la naturaleza y el medio ambiente. Cuando di la vuelta a la Península Ibérica en paddle surf me dio mucha rabia encontrarme con tanta basura. Recuerdo un día cuando mi expedición pasaba cerca de Gijón después de la noche de San Juan la cantidad de botellas que me encontré flotando… Y saqué la campaña porque todo el mundo conocía y hablaba sobre la gran isla de plástico en el Pacífico, y aunque sabía que no me iba a encontrar esa isla, sabía que sí me iba a encontrar con muchos plásticos y quería aportar mi grano de arena para mostrárselo a la gente y concienciar sobre la situación. Y es que me he encontrado plásticos a dos mil kilómetros de la costa, lo que es muy sorprendente. Y todos los días me he encontrado algo, pero la gran sorpresa es que me he topado con restos de cosas de pesca: con redes, cuerdas… y eso sí que me ha impactado muchísimo, porque esperaba que fuese un problema más de envases. Y eso que yo tengo un ángulo de visión de diez metros a derecha e izquierda… Y bueno, acabado el reto no ha acabado la implicación, sigo dando entrevistas, ayer estuve hablando en una Universidad… Tenemos que cuidar del océano, porque va terminar siendo un jodido estercolero.
Alguna vez pienso en hacer una expedición sin contacto con el exterior, pero de momento a eso no me he atrevido. Pero llegará
¿Qué es lo que nunca falta en tu mochila?
Hay tantas cosas que nunca faltan… Ahora mismo te diría que un dispositivo satelital de comunicación o un localizador satelital. Alguna vez pienso en hacer una expedición sin contacto con el exterior, pero de momento a eso no me he atrevido. Pero llegará.
¿Tenemos Antonio de la Rosa para rato verdad?
Eso seguro. Mi cabeza está siempre dando vueltas, y ya nos inventaremos algo. No sé si tan mediática como esta última expedición, pero tampoco me importa tanto eso. Y seguro que habrá cosas. Si estoy dando la vuelta al jamón ahora, con cincuenta tacos recién cumplidos. Mira a Carlos Soria con ochenta subiendo ocho miles. Mientras la salud me aguante ahí voy a seguir dando guerra.