Dejar huella en tu deporte cuando tan sólo tienes 18 años es algo reservado para muy pocos. Elegidos, se les suele llamar. Lo que pasa es que eso a mí me suena un poco elitista y cuando uno conoce a Alberto Ginés se da cuenta de que es todo lo contario: un tipo humilde, hasta sobrepasado por la atención masiva que está recibiendo, un muchacho de Cáceres tranquilo, familiar y que disfruta de las correrías con sus amigos como cualquier otro. Como cualquier otro si no fuese por un talento fabuloso. El extremeño ha pasado a la historia como el primer medallista de oro de la escalada deportiva en unos Juegos Olímpicos, imponiéndose a referencias de la vertical como Adam Ondra, ya considerado uno de los grandes mitos de la disciplina y con una longeva trayectoria en la escena competitiva. Alberto, con mucha paz y mucho coco, pasaba por encima del establishment y se subía a lo más alto del cajón, para alegría de todos. Semanas más tarde de colgarse la medalla aún se adapta a los cambios que ha traído el éxito acelerado, aunque en vez de lanzarse a competir en el circuito mundial (con todo lo que eso conllevaría de expectación y patrocinios) se ha tomado un descanso para disfrutar del momento con su gente más cercana. Alberto es alguien especial.
En medio de la emocionante vorágine que es su vida ahora, Ginés nos cedía ayer un espacio durante la inauguración de ese nuevo templo del plafón que es el Sputnik Las Rozas, más de 4.500 metros cuadrados de rocódromo destinados al aprendizaje, la tecnificación y la cervezita post-entreno. Así pues, sin más preámbulos, con ustedes el campeón olímpico.
Espero que esta medalla ayude a todos los escaladores.
Alberto, ¿cuánto te ha cambiado la vida esa medalla?
Me ha cambiado una barbaridad, sobre todo a nivel mediático. Jamás pensé que haría cosas como las que estoy haciendo. También a nivel de patrocinadores... ¡me ha cambiado la vida en tantos sentidos!
¿Y lo notas en cómo te trata alguna gente?
Bueno, hay gente que te hace un poco más la pelota... que a veces se agredece... (se ríe).
Cuando yo empezaba en este mundillo, en aquellos tiempos de gloria de Ramonet, Dave Graham o Chris Sharma, los grandes escaladores compartían algo: no tenían muy claro cómo iba a ser su futuro. Lo general era vivir el día a día, y de milagro alguno acababa siendo escalador profesional. ¿Ha cambiado el panorama para un escalador joven?
Sigue sin ser un deporte muy mediático, eso esta claro, pero ha tenido un gran crecimiento desde entonces. Hoy en día hay bastante gente viviendo de la escalada, también el nivel es muy alto y hemos ido aprendiendo a movernos mejor en cuanto a patrocinadores, darnos promoción... Creo que se puede vivir de la escalada si es lo que de verdad quieres y además creo que se puede vivir muy bien.
Uno de tus primeros mensajes como campeón olímpico fue pedir mejores instalaciones (o al menos más privadas) para que entrenasen los equipos. ¿Hay algún movimiento en ese sentido?
Sin duda creo que esto puede ser un punto de inflexión para la escalada. Tengo constancia de que hay diversos planes. Entrenar para una competición en un rocódromo con mucha más gente no es en absoluto lo adecuado, aunque hoy en día las instalaciones sean fantásticas. Imagínate estar totalmente concentrado en el entrenamiento pero tener que esperar porque la vía que quieres hacer no está disponible. Espero que esta medalla ayude bastante a todos los escaladores.
¿Te sientes más a gusto ahora en el plafón en la roca natural?
He pasado por todas las fases (se ríe). Empecé como escalador de roca, que siempre me ha encantado. Pero cuando comencé a competir me di cuenta de que me apasionaba. Para competir hay que dejar la roca un poco de lado, así que lo hice, y ahora mismo estoy súper motivado con este camino. Deseando que comience la temporada que viene...
En Tokio competiste contra los mejores del planeta y no te arrugaste en absoluto. ¿En qué piensas cuando ves que debes batir a alguien como Adam Ondra?
Llevo ya varios años compitiendo, muchas veces con ellos, y no me acostumbro para nada. Todavía me sorprende, y mucho más ser su colega. Adam es uno de los más grandes que ha habido y que de repente venga y te pregunte si quieres entrenar o ir de viaje a escalar... no me lo acabo de creer. Los respeto muchísimo.
Sí, sobre todo porque hablamos de unos tipos que pueden ganarte en cualquier momento...
Y lo harán, lo harán seguro.
Seguro que creciste con Adam como uno de tus referentes... ¿alguno más?
Sí, hay muchos. Desde que era niño y comencé en la escalada me ponía un montón de vídeos de los pros. Recuerdo mucho uno de Iker Pou escalando Demencia Senil en Margalef, o los de Adam en sus viajes a España. ¡Y sigo haciéndolo! El año pasado estaba como un chiquillo esperando el documental de Alex Megos en Biographie. Diría que al que más sigo y el que más me gusta es Megos. En las olimpiadas nos cambiamos la camiseta y todo... mandándole fotos a mi madre. Desde que le conocí hemos tenido muy buen rollo y nos hemos hecho muy amigos.
¿Seguirás su camino y te lanzarás a por algunas grandes paredes?
Me lo planteo basante, aunque me da un poco de cosa... Me gustaría probar el Dawn Wall por ejemplo. Pero hay que ir muy preparado, y todavía estoy lejos de eso. Quizá en el futuro sea uno de mis grandes proyectos.
¿Qué haces cuándo quieres respirar de la escalada?
Toda mi vida ha girado en torno a la escalada, así que cuando estoy un poco saturado cambio drásticamente de actividad. Me pongo a jugar al ordenador con mis amigos, que me encanta. Leo, veo series, cosas normales de chaval...
¿Te has creído ya lo de la medalla de oro?
No mucho. Es que no me lo imaginaba para nada. Como cualquier deportista sueñas con esas cosas, pero he tenido muchísima suerte. Y sobre todo en unas Olimpíadas, que son cada cuatro años. No hay muchas oportunidades en la vida para logarlo. Para nada pensaba que fuera posible, y mucho menos en Tokio. Y desde luego no me podía imaginar toda la repercusión que iba a tener.
Cuándo se hable de escalada deportiva y su historia e hitos, tú siempre vas a estar ahí. ¿Cómo te sienta eso?
Como dice mi abuela, ya puedo ser pregunta de Trivial (se ríe). La verdad es que no lo pienso, si que me hace muy feliz haber abierto un poco huella en las Olimpíadas, pero la verdad es que no lo tengo muy asumido.
¡Y además le has abierto el mundo de la escalada a mucha gente!
Eso es lo que más me hace sentir orgulloso. La escalada está creciendo y aún lo va a hacer mucho más. Ya se nota en los rocódormos en las escuelas de escalada de toda España. ¡Sobre todo en Cáceres donde se está llenando el rocódromo todos los días! ¡Hay muchos niños en lista de espera! No sabes lo contento que me pone eso... Haber motivado a algunos jóvenes para escalar es lo que más me enorgullece.
Te has tomado un descanso de la competición, esa ha sido una decisión sabia pero difícil de tomar ¿no?
Lo necesitaba. Este año he estado yendo todos los fines de semana a entrenar a Pamplona desde Cáceres. Una paliza. Antes de los juegos estuvimos entrenando tres meses en Austria. He visto súper poco a mi gente. Ese es el principal motivo por el que no he ido a los Campeonatos del Mundo. Quería estar con mi familia, con mis abuelos, con mis primos, celebrándolo. Estoy súper contento con la decisión. Tanto a mi familia, como a la Federación y al entrenador (David Maciá) les pareció genial.
Tu familia tuvo que ser una explosión de alegría cuando ganaste...
Siempre me cuentan que mi padre tuvo la misma reacción que yo: nos quedamos sentados mirando el móvil un buen rato, mirando la puntuación esperando que no se moviese nada... Mis amigos llorando, mi familia llorando, mi madre preocupada a ver si le iba a dar un infarto a mi abuelo (se ríe)... Tanto esfuerzo ha merecido la pena, pero no por ganar, sino por haber dado todos nosotros lo mejor que teníamos.
David Maciá, tu entrenador, es toda una leyenda. Imagino que uno de los aspectos más importantes ha sido el entrenamiento psicológico.
Tanto David como el papel del entrenador están muy infravalorados. David es de los mejores de toda la historia. Es cierto que la mente es uno de los aspectos claves, porque físicamente estamos casi todos al mismo nivel. A mí me ha pasado muchas veces, ir súper en forma y no lograr resultados. Es importantísimo. David me dijo que podía ayudarme con eso, y fíjate...
Por último, Alberto... ¡¿cómo coño ganaste la prueba de velocidad?!
(Se ríe). Sinceramente, por estrategia. Durante la temporada de entrenamiento no podíamos dedicarle mucho tiempo, así que decidimos ir a no fallar. Y así fue. Ellos fallaron, yo no. Eso es lo que me hizo ganar.
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