Learning to Drown, estrenada este verano en el Festival de Cine de Tribeca, sigue la vida y la carrera de la snowboarder profesional Jess Kimura. Jess, una de las atletas de The North Face en deportes outdoor más influyentes del mundo estaba en la cima de su carrera cuando le sobrevino la tragedia. Justo cuando todo se derrumbaba a su alrededor, el dolor la llevó por un camino que nunca podría haber imaginado.
Después de la trágica muerte de su pareja, cuando ella estaba en la cumbre de su carrera, Jess entró en un ciclo de autodestrucción, duelo y desesperación. A las circunstancias, que ya parecían imposibles de superar de por sí, se les sumaron lesiones físicas y problemas mentales. El único modo de que Jess pudiera salir de todo ello se hallaba en su interior: al enfrentarse a sus miedos más profundos, nos recuerda que no todas las heridas están para curarse. Learning to Drown ofrece a los espectadores la oportunidad de
ver cómo Jess acaba con los estereotipos, sin remordimientos, con su propia determinación inquebrantable y su mentalidad de “ir a por todas”.
“A Jess Kimura no le da miedo caerse. Esta impresionante película muestra su largo viaje denperseverancia y determinación a medida que asume un reto tras otro para convertirse en una de las snowboarders más influyentes de su época. Jess comparte con franqueza sus miedos y sufrimientos y nos recuerda la importancia de ser nuestra mejor versión en esta inspiradora historia de la vida de una auténtica heroína”. — Bachar Khattar, miembro del Jurado del Festival de Cine de Banff
Tablas y determinación
Jess Kimura es una de las snowboarders más influyentes de la última década, y su impacto se extiende por todo el deporte, ya sea organizando eventos de base que apoyan a las jóvenes snowboarders o arrasando en distintas ocasiones en los premios Transworld Snowboarding Rider’s Poll. Jess ha obtenido prácticamente todos los galardones de su género, pero es su personalidad única y auténtica la que le hace ganar su amplia y diversa lista de seguidores.
Es evidente para todos los que conocen a Jess, o que saben quién es, que se vuelca con cuerpo y alma en el snowboard. Para progresar, se ha esforzado hasta el límite, tanto mental como físico, y sus lesiones y experiencias vitales lo demuestran. Jess incluso ha hablado de su lucha contra las enfermedades mentales. Su enfoque absoluto, su ética de trabajo honesta y su tenaz determinación inspiran tanto a hombres como a mujeres. Su primera aparición en una película le valió el segmento de apertura del Right Brain Left Brain de Think Thank en 2010, que se llevó por haber realizado una serie de difíciles trucos urbanos, como el backside tailslide por un gran saliente en Alaska que atrajo la atención de casi todo el mundo del snowboard.
Jess creció en Vernon, en la Columbia Británica, esquiando y haciendo snowboard en Silverstar. Cuando tenía 14 años, dio su primer salto en una tabla de snowboard: intentó dar un backflip y bajar la colina con un tomahawk. El aterrizaje no le importó demasiado, porque acababa de descubrir su pasión. Compitió en slopestyle, halfpipe y boardercross, y se hizo con los títulos canadienses junior de pipe y boardercross antes de encontrar su hogar en el snowboard urbano y el mundo del cine. Ha aprovechado su variada experiencia y la ha trasladado al campo, y es una de las únicas mujeres profesionales que graba tanto en la calle como en la montaña. Jess, que nunca se ha negado trabajar duro, lo hizo en la construcción hasta 2011. Conduce una vieja camioneta Ford de cabina simple y caja larga con una caravana Bigfoot remodelada de los años 80 fijada a ella; se trata del mismo vehículo que se llevó a Baja California el verano pasado para surfear y rehabilitarse de una lesión de tobillo. También patina y toca la guitarra. Medio japonesa y medio belga, el estilo de Jess hace juego con su pelo negro azabache, pero detrás de su aspecto duro, su hay una amabilidad genuina que resplandece. Siempre ha acogido a riders más jóvenes bajo su tutela y su proyecto cinematográfico de dos años, The Uninvited, estrenado en 2018, da tiempo en pantalla y una oportunidad real a un equipo femenino emergente.