Una insignia para la fortaleza física y mental. Una muestra de valor montañero. Un propósito para describir la perseverancia de una nación. Estos serían los conceptos con los que en 1967 el gobierno de la Unión Soviética oficializó un reconocimiento con el que pretendía premiar a aquellos hombres capaces de escalar las cumbres más altas de las URSS, impulsando un proyecto en conmemoración del cincuentenario de la Revolución de Octubre de 1917: el comúnmente conocido como Leopardo de las Nieves. Para ganarse la insignia era preciso pisar la cumbre del Pico Comunismo (7.495 m), el Lenin (7.134), el Korzhenevskaya (7.105), en la cordillera del Pamir, y el Pobeda (7.439), en Tien Shan. Aquellos que lo lograran entrarían en la lista de Conquistador de los Picos Más Altos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
La lista de cumbres requeridas cambiaría con los años, integrándose el Khan Tengri en 1985, en detrimento del Pobeda que sería retirado del proyecto a causa de las tensiones políticas con el gobierno chino. En 1990, gracias a la estrategia promovida por Mijaíl Gorbachov, la URSS suavizaría sus relaciones exteriores y el Pobeda entraría de nuevo en la lista, pasando a ser cinco en vez de cuatro los sietemiles necesarios para convertirse en Leopardo de las Nieves. El mismo año, el Pico Comunismo se rebautizaría como Ismail Samani.
La primera mujer poseedora del reconocimiento fue Ludmila Agranovskaya, en 1970, siendo también la primera en lograr los cinco sietemiles. Dos años más tarde, Rozalia Bezzubkina se ganaría la insignia, acompañada por su marido, lo que los convertía en el primer matrimonio que se llevaba el gato al agua. El primero en repetir el proyecto fue Boris Studenin, cuando en 1978 pisaba todas las cimas por segunda vez.
En este océano de cifras alpinas que ha agitado la ascensión número 600, también destacan los primeros hermanos en encordarse por las laderas que dan acceso al Leopardo: fueron los kazajos Gennady y Serguey Bogomolov, en el 85, dando lustre a un apellido que fue ganando enteros en los círculos alpinos los siguientes años, con una intensa actividad en el Himalaya y sus ochomiles. Serguey finalizaría el proyecto en otras tres ocasiones, aunque queda lejos de Boris Korshunov, quien lo finiquitó hasta nueve veces, la última en 2004 con 69 años. La japonesa Junko Tabei ostenta el récord femenino de madurez, al conseguir la medalla en 1995 con 56 años.
Para concluir barremos para casa. Xavier Ormazabal y Chus Lago entraban en la lista en 2004. El vasco fue el primer español en lograrlo, mientras la gallega se convertía en la vigésimo sexta mujer y la segunda occidental que se hacía con la insignia.