El mercado del material hiperligero de montaña mueve mucho dinero en todo el mundo… ¡y también bastante información no necesariamente fiable! Te contamos sus luces y sombras para que saques tus propias conclusiones.
Zapatillas de trekking y senderismo
- Lo bueno: en recorridos largos te cansas menos, pues el ahorro de 300 a 500 gramos/par respecto al calzado convencional se nota en los pies. Pisada más natural y flexible en terrenos irregulares. Mejor sensibilidad respecto al terreno. Rápido secado.
- Lo malo: duran entre la mitad y la tercera parte. A igualdad de calidad, precio superior al calzado convencional (de un 20 a 40% más). Una parte nada desdeñable incluyen suelas de taqueado poco marcado y/o goma poco adherente en terreno mojado.
Botellas flexibles de agua
- Lo bueno: volumen y peso mínimos. Muy adaptables a cualquier hueco de la mochila. Una vez consumida el agua, pueden enrollarse o doblarse.
- Lo malo: las de polietileno multicapas amarillean, se vuelven rígidas y se deslaminan perdiendo estanquidad. Las de poliuretano ceden sabor al agua, especialmente cuando hace calor.
Tiendas de campaña de un kilo
- Lo bueno: pesan y abultan tan poco que te animarás a llevarlas más a menudo, lo que supone una excelente garantía de protección frente a los cambios inesperados de tiempo. Secan muy rápido.
- Lo malo: su suelo, doble techo y termosellados resultan delicados. Envejecimiento rápido si se dejan montadas al sol por el día. Los modelos de buena calidad y que sean espaciosos resultan muy caros: alrededor de 500 a 600 euros si es para 2 plazas.
Colchonetas inflables
- Lo bueno: más ligeras que las autoinflables y más cómodas que las tradicionales de espuma. Abultan poco plegadas en el interior de la mochila.
- Lo malo: los modelos de calidad y con celdillas individualizadas para mejorar la estabilidad cuestan de 100 euros en adelante. Difícilmente superan los 5 años de uso. Tendencia a que deslice el saco si el suelo no es bastante horizontal.
Colchonetas inflables
- Lo bueno: más ligeras que las autoinflables y más cómodas que las tradicionales de espuma. Abultan poco plegadas en el interior de la mochila.
- Lo malo: los modelos de calidad y con celdillas individualizadas para mejorar la estabilidad cuestan de 100 euros en adelante. Difícilmente superan los 5 años de uso. Tendencia a que deslice el saco si el suelo no es bastante horizontal.
Cascos sin carcasa dura
- Lo bueno: al ser entre un 30·y un 100% más ligeros que los populares casi ni notarás que lo llevas, lo que te anima a utilizarlo en más ocasiones o durante más horas seguidas. Evitas fatiga en el cuello.
- Lo malo: pese a que su homologación/certificación es la misma que en cascos más fuertes, su resistencia ante una caída o impacto de roca es inferior. Longevidad menor que la de los cascos con carcasa, su poliestireno o polipropileno sufre bastante más ante cualquier golpe/ arañazo y tiende a agrietarse con los años. Transporte en exterior de mochila desaconsejado.
Crampones de aluminio
- Lo bueno: al pesar la mitad que unos crampones de acero, es más llevadero incluirlos en la mochila o caminar con ellos.
- Lo malo: sirven sólo para nieve dura, pueden partirse en el hielo, en usos muy prolongados o cuando el crampón esté bastante usado (rotura por fatiga). Las puntas se desafilan con relativa facilidad.