Siete horas a toda velocidad. Así ha sido el envite final de Simone Moro y Tamara Lunger para alcanzar la cima del Pik Pobeda, una mole de 3.003 metros en Siberia, alojada entre los severos contornos del macizo de Chersky y conocida por ser una de las montañas más gélidas del planeta. Eso bien le ha valido la etiqueta de "The Pole of the Cold". Un hito más a añadir para esta cordada italiana que ya asediaban juntos uno de los feudos más terribles del invierno, el Nanga Parbat, hace dos temporadas.
Quizá lo más duro de su expedición haya sido esa interminable aproximación que inciaban a principios de enero, debiendo quedarse varados muchos días en una granja de renos ante el irreversible temporal que azotaba la región. Los propios renos fueron una ayuda inestimable para el equipo, porteando el grueso del material hasta la base del Pobeda, tirando de los trineos y añadiendo más (si cabe) sensación de aventura y exploración, motivación principal que servía para que Simone y Lunger acometieran este desafío siberiano, también conocido como Pico Victoria.
"Nevaba todo el tiempo, durante todo el día, pero había buena visibilidad", explica Simone Moro. "¡Hacía un frío extremo! Todavía ni sabemos las temperaturas exactas que hemos vivido...". Teniendo en cuenta que en el CB los termómetros marcaban unos 40 grados bajo cero, podemos hacernos una idea de las temperaturas en altitud...